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De noche

De noche, cuando el «dolor llama al teléfono del SARCU» hay un sacerdote esperando para acompañar y dar consueloCathopic

Un sacerdote en la madrugada: así funciona el teléfono de emergencias espirituales de Madrid

Pablo Genovés coordina el SARCU en la archidiócesis de Madrid, un teléfono gratuito para atender urgencias desde el anochecer hasta la madrugada

En mitad de la noche, suena el teléfono. Pablo Genovés descuelga, al otro lado de la línea solo se oyen sollozos. «Aquella persona iba a colgar, pero le dije que no pasaba nada, y estuvo llorando durante nueve minutos», recuerda el sacerdote, y señala: «Eso es el SARCU». Tras estas siglas se encuentra el Servicio de Asistencia Religiosa Católica de Urgencia, una línea telefónica gratuita que se abre cada noche, de 22:00 a 7:00 horas, para atender urgencias espirituales. ¿El número? 913 717 717.

Se trata de una iniciativa de la archidiócesis de Madrid, creada por el cardenal Carlos Osoro en 2017 y puesta en práctica desde entonces por un equipo de voluntarios, coordinados por Genovés.

«Es una cosa muy simple, pero muy llena de sentido: cada noche, un sacerdote monta guardia junto al teléfono, preparado para asistir a todo el que llame con una urgencia», explica en una entrevista para El Efecto Avestruz, una serie de la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP).

¿Quién llama al SARCU?

Hay llamadas de todo tipo», detalla Genovés: algunos piden la unción de los enfermos, algunos solicitan acompañamiento para un fallecimiento reciente, otros atraviesan un momento de angustia… «Se podría resumir en una palabra que puede sonar un poco fuerte: llama el dolor», apunta el sacerdote, y explica que en los años al frente del SARCU ha descubierto cuánto sufrimiento atraviesa mucha gente, «un dolor –añade– que no sale en los periódicos ni en la televisión».

El coordinador del servicio explica que los sacerdotes que cogen el teléfono rara vez pueden hacer algo más que escuchar. «Hoy la palabra compasión no suena bien, suena a lástima, pero es lo que intentamos los curas del SARCU: compadecerme, ponerme en tu lugar y padecer contigo, aunque lo único que pueda hacer sea darte un abrazo por teléfono», reflexiona Genovés.

Pablo Genovés

Pablo Genovés

Cuando es necesario movilizarse, los sacerdotes del SARCU están preparados para acudir de inmediato allá donde se les requiera, acompañados por un voluntario laico. Suelen ser casos en los que una persona requiere el sacramento de la unción, o un moribundo pide acompañamiento espiritual. «Acompañar el final de la vida -apunta Genovés- siempre es complicado, aunque ante la muerte los cristianos más que palabras tenemos a una persona, Jesucristo». También destaca la experiencia de «agradecimiento absoluto» de las familias que ven llegar, en mitad de la madrugada, a un sacerdote que atiende y abraza.

Coordinación con otras entidades

Aunque el SARCU no es un servicio de atención médica ni psicológica, sí está en coordinación constante con Cáritas, las ambulancias del 112 o el Samur Social. «La coordinación es básica, sobre todo en situaciones como amenazas de suicidio; ahí contactamos inmediatamente con el Servicio de Emergencias», explica Genovés. También trabajan con otros teléfonos de acompañamiento, como el teléfono amigo de Cáritas.

El acompañamiento realizado por los sacerdotes de guardia no termina cuando acaba el turno. Durante los próximos días, procurarán complementar su ayuda a la persona que llamó, poniéndola en contacto con su parroquia o con las entidades que podrían ayudarla en su problema.

El coordinador del servicio recuerda como muy duros los meses de pandemia, por la falta de contacto físico -tenían que dar la unción con bastoncillos de algodón- y por las muchas llamadas de personas que sufrían el confinamiento en soledad. «Tuvimos un aumento de llamadas de jóvenes y adolescentes, que normalmente no llaman: me acuerdo -añade- de uno que me decía que no quería hablar con el teléfono de la esperanza, sino con un cura, porque ‘de los curas me fío’».

Manos de ancianos, en una imagen de archivo

Cercanía, consuelo, atención y escucha, esto es lo que ofrece el SARCU al otro ladoE.P.

50 sacerdotes al otro lado del teléfono

En estos momentos, señala Genovés, el SARCU está formado por unos 50 sacerdotes, cada uno de ellos acompañado por uno o dos laicos. ¿Hacen falta más? «Sí, pero no porque la carga de trabajo sea muy grande. Nos lo repartimos, y a mí, por ejemplo, me toca una vez cada mes y medio, si no por el regalo que supone el SARCU para los sacerdotes», destaca el clérigo.

«En mi caso concreto -explica- me ha permitido vivir mejor la Eucaristía; por la noche me encuentro gente con la vida partida, con la vida vaciada como el cáliz de vino que va pasando de mano en mano y se va vaciando; ‘Esta es mi sangre’, precisamente». ¿Y los laicos? «Vuestra tarea es doble: por un lado, animar a los curas a sumarse al SARCU y por otra, aprender del SARCU, atender las urgencias del cariño en vuestros estudios, en vuestro trabajo, en vuestra familia», señala Genovés.

El presbítero anima al resto de diócesis españolas a crear sus propios SARCU, ya que es una iniciativa que solo requiere de un número telefónico y ganas. «Tener un teléfono en medio de la noche, que parece que es cuando más duele la vida, es tremendamente evangélico», abunda Genovés, y concluye con una reflexión: su labor en el SARCU le ha hecho darse cuenta de que «el Dios que se parte por los demás se encuentra en los demás que están partidos».

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