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Jesús Carrascosa rodeado de amigos de Comunión y Liberación

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Carras y el amor a la realidad: «Yo me encontré con aquello que resiste el embate del tiempo»

El responsable nacional del movimiento de Comunión y Liberación ha fallecido, dejando tras de sí una estela de dones y «una amistad verdadera que caracteriza a los seguidores de Jesucristo»

Tenía hambre y sed de sentido. Lo buscó toda su vida, con todo lo que era y con todo lo que poseía. Nacido en Gijón en 1939, Jesús Carrascosa, siempre de la mano de su mujer, Jone Echarri, quería entender el mundo, y con él, la vida. Por ello, en tiempos de la dictadura conoció a un grupo de intelectuales que luchaban por la libertad y que habían perdido la cátedra en la universidad. «A través de aquella gente descubrí el anarquismo, el amor a la libertad. En El sentido religioso de don Giussani dice que el anarquista es deseo de libertad y ‘afirmación de uno mismo hasta el infinito’», testimoniaba en un encuentro hace unos años.

Aquellos años supusieron una primera aproximación a la vida comunitaria, una experiencia de comunión impulsada por su deseo de sentido («Un hombre que desea mucho es un hombre grande», decía a menudo). Pero no era suficiente. Hablando de política, de sindicalismo y libertad, habiendo fundado la editorial ZYX, había preguntas que se quedaban fuera de la ecuación. Entonces, sus queridísimos amigos José Miguel Oriol y Carmina Salgado, que fundarían después Ediciones Encuentro, acudieron a la Feria del Libro de Fráncfort y allí conocieron, a través de una editorial italiana, el movimiento de Comunión y Liberación.

Jesús Carrascosa y Jone (a la derecha) con diferentes amigos: Ettore Pezzuto, Cachi y Enrique Arroyo

Jesús Carrascosa y Jone (a la derecha) con diferentes amigos: Ettore Pezzuto, Cachi y Enrique Arroyo

Carras no lo dudó. Tenía que conocer al fundador de aquel movimiento que proponía un método para vivir, un método que no dejaba fuera nada: ni la razón, ni el afecto, ni la libertad. En Milán conoció a Luigi Giussani, y la conmoción fue tan fuerte, coincidía hasta tal punto lo que anunciaba con lo que veía, que Carras y Jone decidieron mudarse e ir a vivir allí, con él. Esa misma semana llamaban amigos a algunos de sus seguidores: «Lo que Giussani nos había dicho lo habíamos visto hecho carne en aquel grupo: eran amigos porque vivían algo más grande que ellos, algo infinitamente más grande que ellos, que era todo para ellos. En ellos veías la comunión y, al mismo tiempo, veías la liberación, el deseo de cambiar la sociedad, de comunicar a Cristo dentro del mundo».

Un Tú, una Presencia que es respuesta

Davide Prosperi, actual presidente de la fraternidad de Comunión y Liberación, lo describe así: «En su encuentro con don Giussani reconoció la respuesta convincente para lo que estaba buscando: el cristianismo es un hecho, y el método para aprender ese hecho consiste en estar dentro de una compañía de amigos que se reconocen unidos porque Cristo está presente. En un testimonio que dio durante un Triduo pascual a los bachilleres, afirmaba: ‘Giussani decía que la fe es reconocer una Presencia, es decir, no es uno que vino y luego se fue, como creía yo de joven. También decía que rezar es hacer memoria de esa Presencia que responde a todas nuestras preguntas. Todo eso lo comprendí gracias a don Giussani y a chavales como vosotros que lo siguieron. Descubrí que el principio unitario es este Tú; el Tú de Cristo es el principio unitario que despierta esa capacidad de amistad que es la comunión; donde dos o tres se reúnen en mi nombre, ahí estoy yo; yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo; te pido, Padre, que sean uno, como nosotros somos uno, para que el mundo crea. Ser una sola cosa entre nosotros gracias a Él es la felicidad de la vida’».

Ser una sola cosa entre nosotros gracias a Él es la felicidad de la vidaJesús CarrascosaResponsable nacional de Comunión y Liberación

Esta felicidad, este encuentro, llevó a Carras y a Jone de vuelta a España para construir la obra del movimiento aquí. Volvieron a vivir en una chabola, porque querían estar «con los últimos de la Tierra», y a dar su vida por los demás. Seguir a Cristo pasaba por seguir a Giussani, y Carras vio que la forma más pertinente, la más correspondiente, era ser profesor, como lo había sido el fundador de CL en Milán. Así, con los chavales de un colegio madrileño, nacía el movimiento en España. A veces, Carras dudaba, y él mismo relataba sus vacilaciones en un viaje que realizó a Barcelona con Giussani: «Aquel día había una niebla terrible. El aeropuerto estaba cerrado y las luces de la pista de aterrizaje apenas se veían; los aviones que habían aterrizado la noche anterior podían despegar, pero no se podía aterrizar. Yo le contaba a Giussani todas mis penas: 'Tienes que pensar en otro para hacer el movimiento en España . Yo no soy capaz, no consigo organizar nada'. Y él me decía: 'Pero el sol está'. '¿Qué querrá decirme?'. Nos montamos en el avión, niebla absoluta. Despega, y después de diez segundos aparece el sol; Giussani me mira y dice: '¡El sol está!'. Este episodio se me ha quedado grabado para toda la vida, ¡para toda la vida! Cuando la niebla me asalta, pienso: 'Pero el sol está'. Si has visto el sol, aunque solo sea una vez, ya no puedes dudar de que existe. 'Carras, el sol está'».

Jesús Carrascosa y su mujer, Jone Echarri, con el fundador de Comunión y Liberación, Luigi Giussani

Jesús Carrascosa y su mujer, Jone Echarri, con el fundador de Comunión y Liberación, Luigi GiussaniComunión y Liberación

«¿Hay algo que resista el embate del tiempo? Mi respuesta es esta: yo he encontrado algo que resiste el embate del tiempo. Dios ha hecho milagros, nuestras vidas son vidas cumplidas. Cuando éramos anarquistas, no queríamos tener hijos para ser ‘más libres’ y poder hacer la revolución. Cuando conocimos a Giussani nos dijimos: ‘Si por el anarquismo hemos hecho un sacrificio tan grande, ¿qué haremos por Cristo?’. Hemos experimentado la fecundidad de la virginidad, porque la virginidad trae al mundo más hijos que la carne. (…) Hemos encontrado el principio unitario de la vida, el único que resiste la prueba del tiempo», afirmaba Carras con vehemencia en 2019.

En aquel colegio fue maestro de Enrique Arroyo, hoy profesor también y otro alcanzado por Cristo a través de Giussani: «Desde que conoció el movimiento, toda la vida de Carras ha sido la pasión por llevar la vida de Cristo al mundo. Eso fue lo que le llevó a dar clase con 39 años y sin ninguna experiencia con jóvenes. Yo fui alumno suyo en su primer año de enseñanza. Tenía una personalidad arrolladora. A nosotros, jóvenes burgueses de nuestro tiempo, nos enseñó a reconocer la grandeza y profundidad de los deseos más verdaderos que los problemas de la vida nos suscitan a todos y nos desafiaba a que los tomáramos en serio, a mirar la vida sin olvidar ni censurar nada, a aspirar al máximo, a buscar la verdad de todas las dimensiones de nuestra vida. Esa es la autenticidad humana que siempre le había movido y que le permitió reconocer que solo Cristo responde al corazón del hombre. Le fascinaba repetir incansablemente que Cristo no sólo había venido a darnos la vida eterna sino también el ciento por uno en esta vida. Y toda su vida ha sido expresión de ese ciento por uno».

«Vence el que abraza más fuerte»

Profesor de Filosofía en el Colegio Internacional J. H. Newman, a Arroyo esta paternidad le ha acompañado siempre en sus relaciones con sus alumnos, a los que ha querido y provocado con su verdad de vida: «Vence el que abraza más fuerte». Esta es su razón, junto a la creencia firme de que «educar es enseñar a amar el ser real que eres», con sus virtudes y defectos, porque al final el mal no tiene tanta importancia en el horizonte de la misericordia. «Es lo que veíamos cuando nos invitaba a cenar a su chabola de Palomeras y podíamos descubrir con él y Jone los rasgos de una humanidad marcada por el amor de Cristo. Recuerdo cuando, movido por esta fascinación, con 18 años llevé a mis padres a cenar a su casa y mi padre, que lo había tenido todo, me dijo al salir: ‘Realmente, me han dado envidia’. En esas cenas, como en tantas otras con todo tipo de personas, también durante su estancia en Roma se podía reconocer ese ciento por uno del que hablaba [en 1998, Carras y Jone, a petición de Giussani, se trasladaron a Roma para hacerse cargo de las relaciones internacionales del movimiento e inaugurar la sede del Centro Internacional de Comunión y Liberación]. Y no solo porque acogían a todos sino porque para ellos acoger a otros, dando de cenar o acompañando de la forma que fuera necesaria, coincide con acoger a Cristo presente», declara Enrique Arroyo a este periódico.

El 9 de enero de 2023 Jesús Carrascosa subió al Cielo. «El Señor le llamó pocas semanas después de diagnosticarle una dolencia que no tardó en mostrar su gravedad. Carras pronunció su ‘sí’ definitivo a Cristo teniendo al lado a su mujer, Jone, y a sus amigos, los rostros más cercanos de esa gran compañía a la que entregó su vida de manera incansable desde que conoció a don Giussani», anunciaba Davide Prosperi, que continuaba con su testimonio personal: «Para mí ha sido un gran amigo. Aunque estoy seguro de que ya está gozando del abrazo de Cristo, por el que entregó cada gota de su vida sin reservas, en este momento siento con mucha fuerza la falta de su entusiasmo tan contagioso, de su afecto y de su humilde sabiduría. Poco antes de Navidad fui a Madrid para verle, a él y a Jone. Me impresionó verlo, con fatiga y sufrimiento, tan lleno de alegría, de curiosidad y de disponibilidad. Igual que Jone, perfectamente consciente de lo que estaba sucediendo, me testimonió una profunda seguridad».

«Ante un hombre y una mujer tan libres de las cadenas del miedo y del dolor que normalmente nos afligen con la enfermedad, uno también empieza a desear la misma alegría, la misma curiosidad, la misma disponibilidad. Dan ganas de pegarse a ellos, a ese vínculo que expresa de una forma desbordante que hay algo más: Cristo, ‘principio unitario que despierta esa capacidad de amistad que es la comunión’. Para muchos de nosotros Carras ha sido un padre porque siguiéndolo hemos aprendido a reconocer ese principio de la verdadera unidad, de la verdadera comunión. Para mí también ha sido así: era un padre por cómo me ofrecía y me proponía lo que él ya seguía, la presencia de Cristo», continuaba el máximo responsable de Comunión y Liberación.

Davide Prosperi, presidente de la Fraternidad de Comunión y Liberación, y Jesús Carrascosa,durante la celebración de EncuentroMadrid 2022

Davide Prosperi, presidente de la Fraternidad de Comunión y Liberación, y Jesús Carrascosa,durante la celebración de EncuentroMadrid 2022Lupe de la Vallina

«Una unidad que nace de Cristo»

En 2022, Carras asumió la guía de Comunión y Liberación en España, confiado, como siempre en su vida, de que el Señor sostendría esta llamada. Pocos meses después le fue diagnosticada una enfermedad que haría de esta misión una corta, pero fecunda. Carras aceptó con paz todo el sacrificio propio de su enfermedad, convirtiéndose en un testimonio en esos últimos días: «En esta situación, hay que ir a lo único importante. Estoy ya preparado para el despegue [esto lo decía acompañando la frase de un gesto de la mano como de un avión despegando]. Ya vivamos, ya muramos, del Señor somos», decía.

Algo que recuerda su alumno, miembro de la asociación de laicos Memores Domini. En septiembre de 2021 Carras y Jone hicieron sus maletas y regresaron a España para vivir junto a la casa de Memores Domini, entre los que se encuentran algunos de sus alumnos, los conocidos como sus «hijos», entre los que se encuentra Enrique Arroyo: «El otro aspecto en que he podido ver la responsabilidad con la que Carras vivía la tensión por la apertura al mundo es la unidad. Repetía incansablemente que la unidad es imposible para el mundo y que los demás podrán conocer quién es Cristo por el modo en el que nos amamos los unos a los otros. La unidad en toda relación y dentro de cualquier situación, pese a nuestro límite y pecado, es posible porque Cristo ha hecho de nosotros ya una sola cosa. Por eso es posible el perdón siempre y por eso nuestras relaciones pueden ser fuente de paz. Esa es nuestra gran aportación al mundo. De hecho, su gran preocupación presente hasta el último momento ha sido la unidad. Incansablemente nos repetía: ‘Cualquier cosa que hagáis tiene valor solo si contribuye a expresar la unidad que nace de Cristo’. También se lo decía desde su cama en estos últimos días a quienes, responsables o no, iban a verle. Es el gran legado que nos deja: la responsabilidad por la unidad, vivir entre nosotros la comunión que es liberación. Es lo que hemos podido experimentar viviendo en casa con él y Jone estos últimos años».

Cualquier cosa que hagáis tiene valor solo si contribuye a expresar la unidad que nace de CristoJesús Carrascosa

Su mujer, sus amigos, sus «discípulos», quienes fueron sus alumnos, los memores domini que vivían con él, el movimiento entero de Comunión y Liberación y se puede decir que la Iglesia, universal también en este duelo, lloran la pérdida de Carras. «Tocados y emocionado, pero muy ciertos. Ciertos de que disfruta ya de la belleza del encuentro con Cristo junto a Giussani y todos los que le han precedido», afirma Javier Gavilanes, miembro de la Diaconía del movimiento, que habla también de la «educación» que ha recibido de él: 'No os engañéis, esta energía viene de haber encontrado la fuente la fe vida y de haber dado la vida por Cristo', nos repetía. Era imposible sacarle de ahí: la verdad es Cristo que es un hecho y una compañía que se conecta con la realidad y nos hace vivirla intensamente". Y así se lo dijo Carras poco antes de fallecer: «Siempre hemos vivido para dar la vida y por tanto dar la vida por Cristo es la cosa más interesante y más rentable que existe».

Antonio María Rouco Varela, cardenal y arzobispo emérito de Madrid, ha lamentado también el fallecimiento de Jesús Carrascosa: «Carras vivió la llamada que le hizo el Señor en un momento muy crítico de su vida como un momento decisivo para él y también para su matrimonio que termina en el servicio incondicional al Movimiento. Ese encuentro lo acompañó y lo sostuvo toda su vida. En ese encuentro está la raíz de su fecundidad apostólica en el servicio al carisma de don Giussani como un servicio concebido para la santificación de un mundo de 'nuevos paganos', el salido de la catástrofe de la II Guerra Mundial, huérfano de la paternidad de Dios y desconocedor del don de la presencia de su Hijo Jesucristo, el único Salvador del hombre. Una orfandad especialmente dramática en los jóvenes de la segunda segunda mitad del siglo XX. Esa centralidad del encuentro con Jesús que marcó toda su vida ha sido lo más valioso y característico de su servicio a Comunión y Liberación y a la Iglesia del Postconcilio Vaticano II».

Hoy tendrán lugar la capilla ardiente y el funeral en Parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, con cientos de amigos que, «en comunión», rezan por el encuentro de Carras con el Padre. «Quien me siga tendrá la vida eterna y el ciento por uno aquí abajo», se podrá leer en el recordatorio. Es lo que siempre decía él, en esa mezcla de español e italiano con el que tanto hacía reír a quienes le escuchaban: «Il centuplo, ¡il mileplo!». Más que el ciento por uno. La plenitud de Cristo, principio unitario que despierta esa capacidad de amistad que es la comunión.

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