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07 de julio de 2024

Fray Massimo Fusarelli, ministro general de la orden franciscana

Fray Massimo Fusarelli, ministro general de la orden franciscana

El ministro general franciscano lamenta que las ex clarisas de Belorado se hayan convertido «en secta»

Recuerda que «ya no son clarisas ni religiosas y sería conveniente que dejaran el hábito de San Francisco y Santa Clara», aunque no cree «que lo hagan»

Las diez ex monjas clarisas de Belorado (Burgos) se quedan aún más solas. El que fuera su superior en la orden religiosa, fray Massimo Fusarelli, OFM, ministro general de los franciscanos, remitió hace unos días una carta a a la presidenta de la Federación de Hermanas Clarisas de Aránzazu, a la que pertenecían las religiosas, para señalar que «en la historia de la Iglesia, cada vez que un pequeño grupo se ha aislado, termina por convertirse en secta y pierde así el aliento más amplio de la Iglesia católica».

«Es un momento muy triste y yo mismo siento su gravedad y su peso», afirma el religioso italiano, quien se une a la responsable de las clarisas de la provincia española: «Comparto su desconcierto y dolor, y siento que para toda nuestra orden es un momento que nos obliga a orar y reflexionar». «Queremos acompañar a estas hermanas que han optado por abandonar la Iglesia católica, que han caído en una lectura distorsionada y gravemente engañosa de los últimos setenta años de vida de la Iglesia», subraya fray Massimo.

El ministro general de los franciscanos aboga en su carta por «cuidar entre nosotros especialmente a los miembros más débiles y a los que corren el riesgo de aislarse, asegurando una formación sólida y el vínculo de la fraternidad». Además, se muestra preocupado por la presencia de «algunas variantes nostálgicas y tradicionalistas, así como otras de distinto tipo» en la Iglesia, y por eso pide «reforzar nuestros lazos y cuidar la unidad».

Fray Massimo termina recordando que «las 10 hermanas ya no son clarisas ni religiosas» y señala que «sería conveniente que dejaran el hábito de San Francisco y Santa Clara», aunque apostilla que «no creo que lo hagan». «Las puertas de nuestros corazones y de nuestra familia siguen abiertas para ellas», asegura, a la vez que muestra su deseo de que «las hermanas ancianas que quedan se les garanticen los cuidados necesarios, corporales y espirituales».

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