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MAÑANA ES DOMINGOJesús Higueras

«Venid vosotros a solas a un lugar desierto a descansar un poco»

No es más santo ni más potente el que nunca quiere descansar, pues supone poner a prueba los dones que nos han sido dados por Dios y llegaríamos a tentarle pidiendo actuar por encima de nuestra posibilidades

Actualizada 04:30

Cuando Jesús recibe a los apóstoles después de haberlos enviado a evangelizar, los ve cansados y busca para ellos un lugar apartado donde reparar sus fuerzas. Sería un equívoco pensar que Dios solo está pendiente de nuestro bienestar espiritual, como si nuestra dimensión corporal no tuviera para Él tanta importancia, ya que somos amados en la carne y eso significa que el Señor desea también el bienestar físico.

Descansar no es una opción, sino una obligación que nos impone nuestra limitación material, pues fuimos creados del barro de la tierra y es propio de la humanidad ser frágiles. No es más santo ni más potente el que nunca quiere descansar, pues supone poner a prueba los dones que nos han sido dados por Dios y llegaríamos a tentarle pidiendo actuar por encima de nuestra posibilidades; de hecho sabemos que Jesús guardaba el sábado, es decir, el descanso previsto por Dios para su pueblo y lo hacía con toda normalidad.

Es verdad que hay momentos en la vida que encontramos una especial dificultad para tomarnos un tiempo o unas horas de descanso, pero en todo caso eso es la excepción y no la norma, pues cuando somos llevados más allá de nuestras posibilidades físicas o psicológicas con frecuencia nos rompemos o nuestro sistema emocional se altera incluso llegando a fracturarse. No es tanto un problema del mucho trabajo que acumulamos cuanto no saber priorizar unas cosas sobre otras, pues lo importante va por delante de lo urgente y a veces nos sorprendemos a nosotros mismos arrastrados por una vorágine de obligaciones que nos dejan sin aliento.

Además deberíamos preguntarnos si sabemos descansar, porque una cosa es pasar un rato divertido o distraerse y otra muy distinta es descansar en nuestro interior. Hoy más que nunca prosperan las actividades de ocio y entretenimiento que consiguen por un momento que olvidemos nuestras tareas y obligaciones onerosas, pero no pueden ir más allá, pues el descanso verdadero del ser humano es saberse en paz con Dios, con sus hermanos y consigo mismo.

Es por eso que Jesús les dice a sus discípulos: «Venid conmigo a un lugar apartado», ya que Él sabe muy bien serenar el corazón humano, porque nos comprende y nos quiere tal y como somos, sin mayores exigencias que confiar en su presencia y en su gracia. ¡Qué difícil es encontrar el verdadero descanso sin el amor de Dios! ¡Qué fácil estar un rato a su lado y poner en su corazón todos nuestros afanes y cansancios!

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