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No es la primera vez que la Seu Vella se convierte en escenario de ejercicios de yoga

No es la primera vez que la Seu Vella se convierte en escenario de ejercicios de yogaTuró de la Seu Vella

La catedral vieja de Lérida acoge «una sesión de Hatha yoga y una práctica de 'mudras'»

La Seu Vella, propiedad del ayuntamiento y la Generalitat, se convertirá en «un marco arquitectónico incomparable» para la actividad oriental

Donde antaño reverberaban los cantos gregorianos, ahora sonarán unos cuencos de Nepal. El lugar que ocupaban bancos y reclinatorios lo cubrirán ahora esterillas. Se trata de una actividad que oferta el Consorcio del Turó de la Seu Vella –el organismo propietario y gestor de la catedral vieja de Lérida y que componen el ayuntamiento de la ciudad y la Generalitat–: «Una sesión de Hatha yoga y de una práctica de mudras y movimiento consciente a cargo de las profesoras Carme Mora y Brighid para trabajar la respiración dando firmeza y elasticidad al cuerpo».

Así lo han anunciado hoy en su página web y en sus redes sociales, que promocionan para el próximo 9 de abril esta «actividad dirigida a todo el mundo que quiera relajarse en reduciendo las tensiones del día a día, el estrés y la ansiedad». No es la primera vez que se realiza una actividad similar en la antigua catedral, desacralizada desde 1707, ya que los promotores ofrecen fotografías de participantes en anteriores ocasiones en posturas propias de esta práctica oriental.

Está desacralizada

Aunque el templo catedralicio no pertenece a la Iglesia desde el siglo XVIII, cuando el primer rey Borbón, Felipe V, despojó a la ciudad catalana de su principal templo para convertirlo en cuartel militar, de vez en cuando se celebran algunas misas. La última tuvo lugar el pasado 16 de marzo, cuando el obispo Salvador Giménez presidió la misa solemne con motivo del Año Jubilar convocado por el Papa Francisco. Para estas ocasiones, el obispado tiene que solicitar un permiso al Consorcio del Turó de la Seu Vella para poder celebrar misa en la antigua catedral.

La extraordinaria Seu Vella, dispuesta para la misa del pasado 16 de marzo

La extraordinaria Seu Vella, dispuesta para la misa del pasado 16 de marzoObispado de Lérida

Durante esa última eucaristía de hace unos días, «la Seu Vella se convirtió en el epicentro de la celebración del Jubileo en la diócesis, estableciendo un vínculo histórico con los leridanos que celebraron allí el primer Jubileo, en el año 1300, convocado por el Papa Bonifacio VIII, cuando el monumento era la catedral de Lleida», explica la web de la diócesis catalana. «Desde el obispado se quiere agradecer la colaboración y las facilidades brindadas por el Consorcio del Turó de la Seu Vella para hacer posible este evento», añaden.

Como recoge el anunció de la próxima sesión de yoga, la catedral vieja de Lérida es «un marco arquitectónico incomparable». El principal monumento de la ciudad es un extraordinario templo en estilo tardo románico, aunque sus bóvedas son de crucería ojival góticas. Posee, además, un grandioso claustro con una peculiaridad: uno de sus lados está abierto a modo de inmenso mirador, desde el que se divisa toda la ciudad y la comarca del Segriá.

Una triste historia

Sin embargo, la Seu Vella de Lérida encierra una triste historia. El obispo Gombau de Camporrells fue su impulsor, una vez conquistada la plaza a los musulmanes en 1149. El año 1193, el cabildo catedralicio de Lérida encargó el diseño de la nueva catedral al maestro constructor Pere de Coma, y la primera piedra se colocó el 22 de julio de 1203. Los cinco siglos siguientes fueron bastante tranquilos, hasta que, en 1707, la ciudad fue conquistada por las tropas de Felipe V. En ese momento, la catedral se convirtió en cuartel militar, por su posición estratégica desde la que se domina la ciudad y toda la comarca, y el culto se trasladó a la iglesia de San Lorenzo. La mayor parte de los bienes que los canónigos no se pudieron llevar, se perdieron o destruyeron. De hecho, la Seu Vella estuvo a punto de ser destruida por orden del rey, en castigo a la ciudad por haber apoyado a su oponente, el archiduque Carlos de Austria. Afortunadamente, la orden nunca se llegó a cumplir por la defunción del monarca.

La catedral nueva de Lérida, en 1936, tras el paso de la Columna Durruti

La catedral nueva de Lérida, en 1936, tras el paso de la Columna Durruti

Pero la catedral nunca volvería a ser la sede del obispo de Lérida. Un nuevo templo barroco se construiría entre los años 1761 y 1781 en la parte baja de la ciudad, aunque su suerte tampoco sería buena. En 1936 fue saqueada e incendiada por miembros de la Columna Durruti en su paso, a sangre y fuego, por la ciudad catalana de camino a Madrid. Se reconstruiría tras la Guerra Civil, y sigue siendo la sede episcopal de la diócesis catalana.

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