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Velo Verónica

La reliquia fue expuesta el pasado domingo en San Pedro del Vaticano

Semana Santa

¿Es este el velo con el que la Verónica enjugó el rostro de Jesús?

La basílica de San Pedro custodia una reliquia de la que hay constancia desde el siglo VII y que se exhibe una sola vez al año

«La Verónica enjuga el rostro de Jesús», se recita en la sexta estación del Vía Crucis. Pero, el velo que empleó esta piadosa mujer, ¿existe realmente? El pasado domingo, 6 de abril, se exhibió durante la misa celebrada por el cardenal italiano Mauro Gambetti en la basílica de San Pedro del Vaticano una reliquia que, según la tradición, es el Santo Rostro de Jesucristo.

El Velo de la Verónica se convirtió en una antigua devoción cristiana. Una viuda llamada Verónica habría usado un paño para limpiar el rostro de Cristo mientras cargaba la cruz al Gólgota, donde fue crucificado, y el rostro quedó milagrosamente plasmado en la tela.

El franciscano Enzo Fortunato, portavoz de la basílica de San Pedro, ha explicado a Crux que, «aunque los Evangelios no mencionan explícitamente el Velo de la Verónica», se trata de una «hermosa devoción» que «nos devuelve al corazón, más allá de la veracidad de la reliquia». Fortunato señaló que las calles que Jesús recorrió en Jerusalén son estrechas, por lo que a la gente le resultaba fácil acercarse lo suficiente para escupirle –lo cual sí se menciona en las Escrituras– o para que alguien hubiese tenido con él un acto «de compasión».

Solo una vez al año

Si bien existen varias supuestas versiones del velo, la que se conserva en la basílica de San Pedro está documentada desde el siglo VII. Colocada en un relicario de plata, se guarda dentro de una de las columnas que rodean el altar mayor del templo, sobre una estatua de la Verónica con un velo. Se exhibe una vez al año en el quinto domingo de Cuaresma, el último domingo antes del Domingo de Ramos, que marca el inicio de la Semana Santa.

Fortunato, que participó en la liturgia del domingo y en la exposición del Velo de la Verónica, señaló que hay otras versiones del velo, como el muy venerado Santo Rostro de Manoppello. «No nos interesa tanto la reliquia como la veneración del Santo Rostro de Jesús», dijo Fortunato, añadiendo que la veneración anual del velo en San Pedro «es un rito que nos lleva a venerar el Santo Rostro de Jesús y a traducir este rito en nuestras relaciones cotidianas». Es una invitación, añadió, «a ver los rasgos del rostro de Jesús en cada persona»: «Si bien es fácil rezar ante una estatua o realizar un pequeño acto de caridad, vivir la caridad y encontrar a Cristo en las relaciones cotidianas, especialmente en medio de los pecados y errores, es más difícil».

«La devoción al Santo Rostro de Jesús puede ser un estímulo para tener relaciones reales que nos lleven a salir de lo virtual y recuperar la belleza de lo real, del rostro que tengo delante de mí cada día», afirmó Fortunato.

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