Más milagros raros de santos: del dragón con dolor de tripa al patrón de los aviadores
Una nueva recopilación de leyendas, anécdotas y hechos imposibles ocultos entre los pies de página del santoral católico. Resurrección de niños cocinados, imágenes de santos sudorosos y santos planeadores
De un niño guisado a la monja que convertía el agua en cerveza: los milagros más raros de los santos
De un tiempo a esta parte, la Iglesia sigue un proceso estricto para determinar qué declara como milagro y qué no. Es un recorrido que implica consejos de profesionales independientes y que se ha vuelto más transparente tras las reformas acometidas por Francisco… pero no siempre fue así. De ahí que repasar las vidas de los santos nos deje un buen abanico de hechos sobrenaturales, sorprendentes y hasta perturbadores.
Resucitar niños guisados
Hace un par de semanas, sin ir más lejos, conocíamos las historias de santa Brígida –que convirtió el agua en cerveza– o de san Vicente Ferrer, el dominico que resucitó a un niño asesinado y guisado por su propia madre. El catálogo de curiosidades no termina aquí: de hecho, el dominico valenciano no es el único santo que devuelve de la muerte niños cocinados: dicen que san Nicolás de Bari –el obispo que inspiró la figura de Santa Claus– resucitó no a uno, sino a tres –¡tres!– niños estofados por un posadero.
También tiene un punto gore la historia de santa Margarita de Antioquía, una virgen romana del siglo III que sufrió el martirio durante la persecución de Diocleciano. Antes de matarla, la encarcelaron y torturaron, y cuentan que durante su cautiverio se le apareció un demonio bajo la forma de un dragón. El monstruo la devoró, pero no contaba con el arma secreta de la santa: un crucifijo con el que rasgó la tripa de la bestia desde dentro, saliendo ilesa de su vientre.
Imágenes que sudan
La relación a menudo violenta entre santos y demonios es una constante en las leyendas que rodean la tradición católica. Se dice, por ejemplo, que el ermitaño inglés san Guthlac exorcizaba sin necesidad de agua bendita: le bastaba con un látigo o, en ocasiones, su propio cinturón. Más cerca nos cae el milagro de Cazalla de la Sierra: cuentan cómo una imagen de san Nicolás de Tolentino bastó para que cesaran los fenómenos diabólicos que atormentaban una casa en esta localidad sevillana. La imagen del santo, aseguran, sudó aquella noche.
El patrón de los aviadores
Algunos de estos relatos están regados en sangre y desgracias, pero hay otros milagros curiosos que tienen un innegable atractivo humorístico. Por ejemplo, se dice que san José de Cupertino –un fraile napolitano que vivió en el siglo XVII– llegó a experimentar más de setenta levitaciones a lo largo de su vida. ¿El «premio» a tal hazaña? Hoy se le considera patrón de los aviadores y astronautas.
Otro relato que tiene visos de chiste es el Milagro de la Viga, del español san Millán. Dicen que este ermitaño un día encontró a un grupo de carpinteros discutiendo: tenían una viga que les había quedado demasiado corta, y estaban muy enfadados por la pérdida de tiempo que les supondría talar otra. Millán les dijo que fueran a descansar y se retiró a orar: cuando los obreros volvieron, encontraron que la viga seguía sin servirles… ¡pero ahora porque era demasiado larga!
Convertir filósofos con ladrillos
Hay más: dicen que san Espiridón convirtió en el siglo IV a un filósofo pagano explicándole el dogma de la santísima Trinidad con un ladrillo. Le hizo ver que ahí se unían el barro, el agua y el fuego, pero no se limitó a una simple explicación, sino que la clase vino acompañada de efectos especiales: mientras hablaba, brotaron llamas del ladrillo, chorreó agua y en su mano solo quedó un montón de arcilla. Hoy alguno lo llamaría gamificación de la experiencia docente.