Entrevista al crítico literario y teólogo
Michael Ward: «La cosmología medieval es el ADN secreto de 'Las Crónicas de Narnia'»
El profesor de Oxford analiza el sentido astrológico y teológico de la obra maestra de C.S. Lewis en El planeta Narnia, publicado en español por CEU Ediciones
Dicen que C.S. Lewis, el célebre autor de Las Crónicas de Narnia, era un hombre franco, honesto y sencillo. Para Michael Ward, que lleva décadas estudiando en profundidad la obra del escritor, su figura incluye otra dimensión posible: secretista. «Creo que, leyendo entre líneas, podemos hallar un significado oculto, cuidadosamente envuelto en estos siete cuentos de hadas o novelas», escribe Ward en El planeta Narnia, recientemente publicado en español por CEU Ediciones.
La tesis que Ward desarrolla a lo largo de más de 500 páginas es que cada uno de los siete libros que componen las Crónicas esta íntimamente ligado a la imaginería de uno de los siete planetas contemplados por los astrólogos medievales. Así, por ejemplo, El león, la bruja y el armario encarna las cualidades atribuidas a Júpiter -como la realeza, la magnanimidad o el esplendor trágico-, mientras que El príncipe Caspian se asocia a Marte, con cualidades como la fuerza militar, la crueldad o la disciplina caballerosa.
Símbolos espirituales
Lewis dejó escrito que los siete planetas son «símbolos espirituales de valor permanente», recogiendo una tradición originada en la Antigüedad y muy estudiada en las universidades durante la Edad Media. El escritor británico abordó la cuestión como medievalista, pero también como poeta y novelista: muchos de sus poemas tratan sobre los siete cielos, y estos aparecen de forma explícita en su trilogía de aventuras interplanetarias protagonizada por Elwin Ransom.
Ward atiende a El Debate por videollamada: «En Las Crónicas de Narnia, Lewis vuelve a usar estos símbolos, pero esta vez de forma secreta, enhebrados en el ADN de cada libro», señala. De esta forma –continúa el estudioso– Lewis acerca al lector a la intimidad de cada planeta, permite conocerlos desde dentro, y no como un mero saber frío, desde fuera. «La relación entre los planetas y los libros no es un código que haya que descifrar; es el genoma de las Crónicas, su Gattaca», insiste.
Esta distinción entre saber y conocer, señala Ward, es una imagen de cómo Lewis –cristiano devoto– entendía la relación con Dios. «Lewis comprendía que no puedes limitarte a saber acerca de Dios, sino que una vida cristiana consiste en conocer personalmente a Dios, y es algo que me parece muy interesante en términos de evangelización y apologética», señala Ward, que también es teólogo.
Astrología cotidiana
El planeta Narnia desarrolla estas intuiciones a lo largo de más de 500 páginas, pero no es la única vía para acercarse a la teoría de Ward: esta, que comenzó como una tesis doctoral, ha dado lugar ya a un documental de la BBC y a otro libro, una versión simplificada de El planeta Narnia llamado The Narnia Code. «No me planteé maximizar el alcance, sino que fue surgiendo de forma natural», apunta Ward.
Para captar el interés de los que se muestran escépticos al escuchar que todo gira en torno a la astrología medieval, Ward pide que nos demos cuenta de que -en realidad- tenemos presente esta cosmología cada día de la semana. «En inglés –comienza–, cada nombre se relaciona con uno de los siete planetas; en español, son cinco de ellos: lunes (Luna), martes (Marte), miércoles (Mercurio), jueves (Júpiter), viernes (Venus)».
La obra de un genio
En El Planeta Narnia, Ward responde a quienes critican desde la Iglesia la idea de que la astrología pueda tener algún uso bueno. El investigador cita al propio Lewis, que en La imagen descartada explicaba cómo la Iglesia medieval aceptaba la teoría de la influencia planetaria siempre que respetase tres límites: no adorar a los planetas, no ver su influencia como algo determinante y rechazar la práctica lucrativa de las predicciones astrológicas.
Una última pregunta: ¿por qué sigue habiendo este interés por Las Crónicas de Narnia, cuya última entrega se publicó en 1956? «Creo que el genio de Lewis es que logró unir muchos hilos juntos: el cuento de hadas simple, su inmenso conocimiento literario y mitológico, la alegoría cristiana y el esquema planetario». Las Crónicas -concluye- son «las obras de un genio, un maestro escritor e investigador, y un cristiano santo, que entendió profundamente su fe».