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mañana es domingoJesús Higueras

«He venido a salvar lo que estaba perdido»; Lc 19, 10

Cristo nos advierte que Él ha venido a buscar a «los malos», por tanto si no nos incluimos en este grupo no tenemos nada que ver con Él

Actualizada 10:57

Estamos en una época de «buenismo» en la que la mayoría de las personas creen que lo importante en la vida es ser bueno, de tal manera que expresiones como santidad, heroicidad o radicalidad han quedado completamente excluidas de nuestro vocabulario. Es más, dividimos a las personas en dos grupos: los buenos y los malos, dando siempre por supuesto que nos incluimos en los primeros y que con los otros no tenemos nada que hacer. Pero no es esa la mente de Cristo, que nos advierte que Él ha venido a buscar a «los malos» y que, por tanto, si no nos incluimos en este grupo no tenemos nada que ver con Él. Ser creyente no es lo mismo que ser buena persona, pues nos sobran ejemplos de individuos sin fe que hacen cosas admirables. Es fácil caer en el error de moralizar la fe o reducirla a un conjunto de conductas que son comúnmente aprobadas. Pero solo es creyente aquel que ha tenido un encuentro real con el amor de su Creador, un encuentro que después se celebra en los sacramentos y con la gracia que en ellos recibimos intentamos convertirlo en vida. Es por esto que siempre tendremos necesidad de reavivar nuestro encuentro con Él desde nuestra debilidad, pues solo los pequeños y los débiles son admitidos al Reino de los Cielos. Es una tentación constante creer que por ir a Misa o practicar ciertas virtudes ya estamos en conexión directa con el Señor, pero precisamente es lo contrario: solo los pecadores, los que son siempre conscientes de sus pequeñeces y debilidades son los que son visitados constantemente por Cristo, ya que Él ha muerto en la Cruz para rescatarnos de nuestra situación de indigencia espiritual. No nos toca darnos a nosotros mismos la categoría de buenas o malas personas, pues solo el Señor conoce nuestra interioridad y sabe que siempre seremos pecadores necesitados de su Gracia.

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