Qué significa el mandamiento «amarás a Dios sobre todas las cosas»
El primer mandamiento llama al hombre a creer en Dios, esperar en Él y amarlo sobre todas las cosas
El primer mandamiento de la Ley de Dios revelada a Moisés en el monte Sinaí, reza: «Amarás al señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas».
El Catecismo de la Iglesia Católica (CIC) dedica un capítulo entero a este mandamiento y comienza con las citas bíblicas que hacen referencia a este primer mandamiento.
Primero cita el libro del Éxodo: «Yo, el Señor, soy tu Dios, que te ha sacado del país de Egipto, de la casa de servidumbre. No habrá para ti otros dioses delante de mí. No te harás escultura ni imagen alguna ni de lo que hay arriba en los cielos, ni de lo que hay abajo en la tierra, ni de lo que hay en las aguas debajo de la tierra. No te postrarás ante ellas ni les darás culto», (Ex 20, 2-5).
Y continua con el Evangelio según san Mateo: «Está escrito: Al Señor tu Dios adorarás, solo a él darás culto», (Mt 4, 10).
La oración es una condición indispensable para poder obedecer los mandamientos de Dios
«Adorarás al señor tu Dios, y le servirás»
En este sentido, el punto 2084 CIC dice: «La primera llamada y la justa exigencia de Dios consiste en que el hombre lo acoja y lo adore».
El primer mandamiento nos llama a la fe, a la esperanza y a la caridad: «De ahí se sigue que nosotros debemos necesariamente aceptar sus Palabras y tener en Él una fe y una confianza completas» (2086 CIC).
Precisamente, como «nuestra vida moral tiene su fuente en la fe en Dios que nos revela su amor» (2087 CIC), el primer mandamiento «nos pide que alimentemos y guardemos con prudencia y vigilancia nuestra fe y que rechacemos todo lo que se opone a ella» (2088 CIC).
Hay diversas maneras de pecar contra la fe que explican los puntos 2088 y 2089 CIC: la duda voluntaria, la duda involuntaria, la incredulidad y la apostasía.
En cuanto a la esperanza, este mandamiento nos obliga a no pecar contra la esperanza. Es decir, a no desesperar, que es: «dejar de esperar de Dios su salvación personal, el auxilio para llegar a ella o el perdón de sus pecados» (2091 CIC).
El único sacrificio perfecto es el que ofreció Cristo en la cruz
Así como a no caer en la presunción que se da cuando «o bien el hombre presume de sus capacidades, esperando poder salvarse sin la ayuda de lo alto; o bien presume de la omnipotencia o de la misericordia divinas, esperando obtener su perdón sin conversión y la gloria sin mérito» (2092 CIC).
Por otro lado, el primero de los diez mandamientos nos insta a la caridad, en este sentido el punto 2093 dice: «La fe en el amor de Dios encierra la llamada y la obligación de responder a la caridad divina mediante un amor sincero. El primer mandamiento nos ordena amar a Dios sobre todas las cosas y a las criaturas por Él y a causa de Él».
«A Él sólo darás culto»
Lo siguiente que nos ordena el mandamiento es «adorar a Dios» que es «reconocerle como Dios, como Creador y Salvador, Señor y Dueño de todo lo que existe, como Amor infinito y misericordioso», según el punto 2096 CIC.
Es, por tanto, saberse insignificante sin Dios, pues el hombre es una criatura que «solo existe por Dios». Adorar a Dios es asumir como propia la actitud de María en el Magníficat: «Exaltarle y humillarse a sí mismo, confesando con gratitud que Él ha hecho grandes cosas y que su nombre es santo», 2097 CIC.
«Los actos de fe, esperanza y caridad que ordena el primer mandamiento se realizan en la oración», la oración es entonces otra parte importante de este mandato de «amar a Dios»
La idolatría rechaza el único Señorío de Dios
«La oración es una condición indispensable para poder obedecer los mandamientos de Dios. Es preciso orar siempre sin desfallecer», 2098 CIC.
Otra señal de adoración y de gratitud es la de ofrecer a Dios sacrificios, pero «el sacrificio exterior, para ser auténtico, debe ser expresión del sacrificio espiritual», 2100 CIC.
«El único sacrificio perfecto es el que ofreció Cristo en la cruz en ofrenda total al amor del Padre y por nuestra salvación. Uniéndonos a su sacrificio, podemos hacer de nuestra vida un sacrificio para Dios».
«No habrá para ti otros dioses»
En este sentido, el punto 2110 CIC nos anuncia que «el primer mandamiento prohíbe honrar a dioses distintos del Único Señor que se ha revelado a su pueblo», por tanto, «proscribe la superstición y la irreligión. La superstición representa en cierta manera una perversión, por exceso, de la religión. La irreligión es un vicio opuesto por defecto a la virtud de la religión».
El siguiente punto recuerda que esta superstición puede «afectar también al culto que damos al verdadero Dios», por ejemplo, cuando se atribuye la eficacia «a la sola materialidad de las oraciones o de los signos sacramentales, prescindiendo de las disposiciones interiores que exigen, es caer en la superstición».
Reconocerle como Dios, como Creador y Salvador, Señor y Dueño de todo lo que existe
El catecismo en este sentido también nos advierte de las idolatrías y recuerda que «idolatría no se refiere solo a los cultos falsos del paganismo», si no que «consiste en divinizar lo que no es Dios». Idolatría es cuando el hombre pone a una criatura en lugar de Dios, ya sea otra persona, el poder, el dinero, el placer, etc. «La idolatría rechaza el único Señorío de Dios», 2113 CIC. El idólatra es el que «aplica a cualquier cosa, en lugar de a Dios, la indestructible noción de Dios».