Fundado en 1910
Gen Verde

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Conociendo Movimientos de la Iglesia

Gen Verde, la última sorpresa del pop católico que llega de la Toscana

​El grupo musical femenino del movimiento de los focolares toma presencia entre jóvenes de fuera y dentro del movimiento

El Gen Verde es un grupo de música católica que nace desde un movimiento de la Iglesia, los focolares. Este movimiento tiene los rasgos de un «pueblo nuevo nacido del Evangelio», como lo definió Chiara Lubich, su fundadora.

Es un movimiento de renovación espiritual y social, fundado en Trento, Italia , en 1943, durante la Segunda Guerra Mundial, época en la que hubo un bombardeo que arrasó la zona.

Chiara y sus amigas se dedicaron a alimentar y cuidar a la gente necesitada. Eran muy conocidas por leer el Evangelio a la luz de una vela en los refugios en ausencia de un sacerdote aspecto que estaba mal visto.

El Movimiento de los Focolares, oficialmente conocido como la Obra de María , fue aprobado por la Iglesia Católica en 1962. Ahora está presente en 182 naciones y más de 2 millones de personas comparten de cerca su vida y obra.

Su objetivo es difundir el mensaje de unidad en todo el mundo, inspirándose en la oración de Jesús al Padre, «Que todos sean uno» (Jn 17,21).

Para lograr este objetivo, las personas del Movimiento se involucran en diversas formas de diálogo y se comprometen a construir puentes de relaciones fraternas entre personas, entre grupos culturales y en todos los ámbitos de la sociedad.

En el corazón del movimiento hay pequeñas comunidades de hombres y mujeres que consagran sus vidas a Dios con votos de pobreza, castidad y obediencia y viven en hogares separados llamados «focolares», de la palabra italiana para «hogar». Las personas casadas son también miembros de estas comunidades, permaneciendo en sus familias y siendo fieles a su compromiso matrimonial. Ellos también hacen la misma elección radical del Evangelio y ofrecen sus vidas para llevar la unidad al mundo.

El nacimiento de las Gen Verde

Chiara Lubich siempre tuvo afinidad por la música, por ello, en 1966, lleva a cabo un acto que hará que surja este peculiar grupo.

En Loppiano, en las colinas toscanas, a pocos kilómetros de Florencia, Chiara Lubich entrega un regalo inusual, una batería verde, a un grupo de chicas de varios países del mundo y las invita a hacer música juntas. Esa batería se convierte en el símbolo de una revolución en la que la música y los talentos compartidos y ofrecidos son instrumentos privilegiados para contribuir a la construcción de un mundo más unido y fraterno. Gen es una palabra habitual en el movimiento de los focolares, se usa para denominar las «generaciones» por lo que si a «Gen» le sumamos el color del regalo de Chiara, tenemos el nombre del grupo.

Actualmente el grupo cuenta con 19 focolarinas de diversas nacionalidades que comparten, además de sus vidas, su dedicación y su talento con jóvenes de todo el mundo.

Realizan talleres y conciertos en los que sacan lo mejor de ellos mediante la percusión, la danza, el teatro y el canto. De hecho, han participado activamente en la JMJ 2023 con varios conciertos, tanto en Braga como en la propia Lisboa.

La experiencia de Andreína

María Andreína Rivera es una focolarina de Maracaibo, Venezuela, a la que se le dio la oportunidad de formar parte del Gen Verde hace seis años y medio.

«Marita, otra focolarina con la que entré, me dijo que la habían cogido y la noche antes de que me dijeran mi destino soñé que me iba con ellas».

Andreína, una odontóloga venezolana, vivía en un focolar de Venezuela desde hacía ya nueve años. En varias ocasiones la habían comentado que pronto debía cambiar de destino y que se le asignaría uno.

Ante esta incertidumbre, Andreína, estaba nerviosa.

Un día hablando con su amiga, focolarina a la que también iban a cambiar de destino, descubrió que a esta se le había propuesto unirse al Gen Verde.

Esa noche Andreína soñó que entraba al Gen Verde, pero no le dio más importancia que un mero sueño provocado por la noticia de su amiga y la incertidumbre ante el inminente cambio.

Poco tiempo después se le comunicaría que ese sueño se haría realidad: «Yo le dije a la responsable que creía saber a dónde me iban a enviar. Cuando me confirmó lo que había soñado la noche anterior no me lo podía creer».

Andreína Gen Verde

María Andreína RiveraGen Verde

Su función dentro del grupo

Como todos los miembros del grupo, Andreína tiene una labor más concreta, ella se encarga de «voz y danza».

«Tenía que sustituir baile y no había hecho ejercicio en la vida», cuenta alegremente recordando lo duros que fueron los primeros seis meses.

A parte de estas funciones más concretas, el Gen Verde es una unidad, y como tal se ayudan en todo, «terminamos los conciertos y nos ponemos los guantes de obreros para recoger todo el escenario y meterlo en el camión», cuenta Andreina, agradecida por las veces en las que su propio público ha ayudado a recoger tras el concierto.

Actualmente el Gen Verde viaja llevando su música por el mundo.

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