Los estadounidenses descubren que las procesiones funcionan
La Iglesia americana empieza a vislumbrar el poder de atracción que tienen estas convocatorias. «Es el comienzo de algo», aseguran sorprendidos
Raro es el pueblo o ciudad de España que no saca a procesionar, el menos una vez al año, a sus vírgenes y santos. Sin embargo, esto no es tan habitual en el mundo anglo, tal vez porque la han visto siempre como una costumbre muy hispana y, por lo tanto, a tener poco en cuenta.
Pero las tornas parecen estar cambiando en Estados Unidos. «Ha sido, con diferencia, la procesión eucarística más numerosa hasta el momento en los Estados Unidos, con 7.000 personas», ha dicho entusiasmado Tim Glemkowski, uno de los organizadores del Congreso Eucarístico Nacional que se ha celebrado este lunes en Minnesota. «La más concurrida hasta el momento había sido la de San Francisco, que congregó a 4.000 fieles», añade en el National Catholic Register.
Estas cifras, vistas desde un país como España –o desde cualquier nación hermana de Hispanoamérica–, con la tradición centenaria que tiene de las procesiones, pueden parecer exiguas. Sólo en la procesión del Corpus Christi de Toledo, por ejemplo, se suelen contabilizar más de 100.000 asistentes cada año.
Impactantes y alentadoras
Pero en Estados Unidos, efectivamente, es un hito. Y, además, en la Iglesia de aquel país están descubriendo que las procesiones funcionan. «Se trata de una de las experiencias más hermosas que he tenido en mi vida», ha confesado un obispo presente en Minnesota al periodista JD Flynn, director de la publicación católica The Pillar. «Parece que estas peregrinaciones eucarísticas seguirán ganando impulso durante el verano, y es probable que dejen impresiones duraderas entre las personas que participan», constata Flynn en el boletín semanal que distribuye. «Estoy cada vez más convencido de que las procesiones a través del país podrían ser recordadas como el aspecto más impactante, significativo, alentador y hermoso del proyecto de Avivamiento Eucarístico de la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos», subraya el analista.
Flynn está convencido de que no se trata de una «moda» pasajera: «Creo que los pastores verán cuán significativas son estas procesiones para su pueblo y las mejorarán para el Corpus Christi». «Es probable que haya obispos tan animados por las procesiones por toda la ciudad que querrán que se repitan en los años venideros, incluso si no son el tipo de pastores de los que se esperaría que participaran en ese tipo de eventos», resalta.
Y no se trata de un fenómeno que interese sólo a las personas mayores: «Creo que los jóvenes católicos, especialmente los que están deseosos de adoptar las devociones tradicionales, seguirán pidiendo más procesiones como estas», asegura Flynn. «Estoy seguro, y lo digo en serio, de que este verano de procesiones podría recordarse de la misma manera que se recuerda la Jornada Mundial de la Juventud de 1993 en Denver: como el comienzo de algo. Como inicio de vocaciones. Como inicio de nuevos apostolados y movimientos. Como inicio de nuevas conversiones en las diócesis de todo Estados Unidos», concluye el analista de The Pillar.