Autora de El Vía Crucis de las mujeres
Carlota Valenzuela: «No necesito que nadie en la Iglesia me pase el micrófono por ser mujer»
Es conocida por haber peregrinado de Finisterre a Jerusalén en 2022 y ahora publica El Vía Crucis de las mujeres (Editorial Albada), que en dos meses ha agotado la primera edición y ya tiene traducción al italiano
Se hizo popular en 2022 por peregrinar de Finisterre a Jerusalén y contar su aventura en redes. Desde entonces, Carlota Valenzuela aprovecha su tirón para evangelizar con desparpajo y cercanía. Ahora publica El Vía Crucis de las mujeres (Editorial Albada), que en dos meses ha agotado la primera edición y ya tiene traducción al italiano.
–El Vía Crucis de las mujeres recorre el camino de Jesús hacia el Calvario, desde la perspectiva de las mujeres que lo acompañaron. ¿Por qué ha querido hacer esta aproximación al Vía Crucis?
–Cuando llegué a Jerusalén a pie, después de haber caminado durante 11 meses, crucé la muralla de la Ciudad Santa y pisé el lugar de la I estación del Via Crucis: el lugar donde condenaron a muerte a Jesús. Al intentar recrear esa escena del Evangelio, no pude evitar ponerme en el lugar de María. No sé si por el hecho de ser mujer, porque es en ella donde más segura me sentía o por buscar empatía en el dolor de alguien, recurrí a ella. Y junto a ella, vi a María Magdalena y a Salomé como dos pilares. Ahí me di cuenta de que cuando todos huyen, son ellas quienes permanecen fieles, y esa oración acabó por convertirse en un librito.
–En dos meses se ha agotado la primera edición. ¿Qué aporta esa mirada femenina para que haya tenido tanto éxito?
–Me han sorprendido los comentarios de aquellos que lo han leído y me cuentan que han vivido la Pasión por primera vez con calma y dulzura. Madres que se han sentido María, que han penetrado en su corazón, hijos que han mirado a sus madres de otra forma desde que lo han leído... Un sacerdote amigo me dijo al leerlo: «Esto nunca lo podría haber escrito yo, esto solo lo puede escribir una mujer». Creo que ha habido mucha honestidad en cuanto a mi propia sensibilidad.
–¿Es un libro por y para mujeres?
–Ni por, ni para. Es la Pasión desde el corazón femenino. En una presentación, un hombre de avanzada edad me preguntó: «¿Por qué debo yo leer este libro?» y le contesté «¿Tú entiendes siempre a tu mujer?» y a su lado, su mujer negaba con la cabeza enérgicamente. Le expliqué que quizás en este libro puede encontrar respuestas a eso que le cuesta entender en su esposa.
–Históricamente, las mujeres han sido las grandes transmisoras de la fe: madres, abuelas, catequistas… ¿Qué tiene la mujer para que su evangelización sea tan eficaz?
–Que nace de las entrañas, como en María. Esas entrañas que son capaces de crear vida. Al conocer con mayor profundidad a estas mujeres, me di cuenta de que no solamente son fieles, sino que son sobre todo valientes. Ponen en juego su vida, su reputación, su adhesión a las leyes, a sus familias… por acompañar a Jesús. Yo miro a mi madre y pienso: si me pasa a mí, a ella le salpicaría la sangre, ésta no se mueve ni un centímetro de mi lado.
–Habla de las mujeres que cita el Evangelio: la Magdalena, Salomé, Claudia Prócula, o la Virgen, pero también otras que no citan las Escrituras, como Serafia o la mujer de Simón de Cirene…
–Para formarme mejor en la Pasión, leí mucho sobre lo que la tradición cristiana desde el primer siglo nos ha ido transmitiendo, y de ahí me he permitido algunas licencias como la mujer de Simón de Cirene. El Evangelio habla de sus dos hijos: Alejandro y Rufo, así que no es de extrañar que su mujer anduviese cerca, y ahí la he colocado, preocupada por el destino de su inocente marido. Me he servido también de mujeres más «actuales», como Ana Catalina Emmerick, religiosa alemana del siglo XVI que contó sus visiones sobre la Pasión, o reflexiones de Chiara Corbella, o Taliana Vargas, mujeres de nuestra era que han aportado su sensibilidad sobre la Pasión.
–¿De qué modo le ha ayudado, en su vida y en su relación con el Señor, meditar y orar con el Vía Crucis?
–Durante los meses en los que escribí el Vía Crucis, cansada, muchas veces pensaba para qué servía tanto esfuerzo, y llegué rápidamente a la conclusión de que era a mí a quien servía. Tener esta oportunidad de profundizar en cada paso de la Pasión de Jesús, contemplarle sufriente, despreciado, y hacerlo con calma... Detenerme semanas en cada paso, en cómo cada evangelio aborda cada detalle, ha sido un regalo maravilloso. Siendo sincera, estoy deseando volver a recorrer esas calles ahora con el libro en la mano, y caminar de nuevo con las santas mujeres.
–Tradicionalmente el Vía Crucis comprende 14 estaciones y concluye con la sepultura de Jesús. El suyo incluye una decimoquinta…
–La decimoquinta es la estación que le da sentido al libro y a mi papel como mujer evangelizadora. No podía abordar la Pasión sin acabar con la Resurrección. Al resucitar, la primera persona a la que Jesús se aparece es a María Magdalena y le dice «Ve a contarlo a mis hermanos». Yo siento que Jesús también me dice a mi: ve a contarlo a los demás.
–El papel de la mujer en la Iglesia se utiliza en ocasiones como arma arrojadiza, y parece que trata de crearse una «vertiente eclesial» del feminismo ideológico y político a través de temas como el diaconado o el sacerdocio femenino. ¿Está la mujer discriminada en la Iglesia?
–Te reconozco que yo también he vivido en muchos momentos con indignación el papel de la mujer en la Iglesia, y me he preguntado: ¿Dónde han estado las voces de las mujeres todo este tiempo? Al escribir este libro, siento que Jesús me responde en oración: «Tú me has visto salir del sepulcro resucitado, ¿a qué esperas para contárselo al mundo?» Ahora siento que no necesito que nadie en la Iglesia me pase el micrófono por ser mujer, porque el micrófono ya es mío.
–La Virgen cruza el libro de principio a fin, pero el modelo de mujer que representa María parece hoy denostado por la cultura dominante. ¿Qué aporta la Virgen a las mujeres del siglo XXI?
–La valentía y el arrojo más radicales que uno pueda encontrar. Ella acoge la encarnación de Dios en su vientre sabiendo que se arriesga a morir apedreada: una mujer embarazada sin estar casada. María, recién embarazada, cruza el país para ir a ver a su prima Isabel y compartir esto que las dos estaban viviendo. Huye a Egipto con un recién nacido para salvarlo de la masacre. Ve a su hijo morir en la muerte más cruel, sostiene la fe de todos cuando no entienden nada tras la muerte, y acompaña a los apóstoles paralizados por el miedo cuando reciben en Espíritu Santo en Pentecostés. ¿Quieres un ejemplo de mujer fuerte, valiente, decidida? Es María, no busques más.
–¿Qué es lo que no he preguntado que es importante decir?
–Que no busquemos culpables de lo que no nos gusta de la Iglesia, que no hablemos de ella en tercera persona, que nos miremos dentro y veamos a qué estamos llamados cada uno, y tengamos la valentía de responder a esa llamada. Yo no voy a esperar a que venga nadie a decirme cuál es mi papel como mujer en la Iglesia, María no esperó que nadie le diese permiso para acompañar a su hijo en su muerte en Cruz, ella sabía lo que tenía que hacer. Y yo también lo sé.