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Pep Borrel, durante su entrevista

Pep Borrel, durante su entrevistaJosé María Visiers

El influencer-cupido de los solteros católicos: «Si no conoces gente, no te vas a casar. No esperes milagros»

El odontólogo y conferenciante afirma en esta entrevista que «el miedo al compromiso es algo muy en boga entre nuestra juventud»

Pep Borrell, el autor de Bailar en la cocina y que arrasa en sus charlas para novios, propone a los solteros católicos usar un código de emojis para que se reconozcan en las redes sociales y puedan ennoviarse. ¿Con éxito? Hace poco supo de la boda de unos jóvenes que se conocieron así.

–Después de su éxito con Bailar en la cocina (Palabra), comenzó a usar las redes sociales para animar a los solteros católicos a que se identifiquen con los emojis de la cruz y el corazón. ¿Por qué?

–Son muchos los católicos solteros que me escriben con el anhelo de encontrar novio. Para los católicos convencidos, es un requisito primordial encontrar a alguien que comparta la fe, al menos de entrada, y les cuesta mucho encontrarlo. Una chica, por Instagram, me propuso la idea le los emoticonos y me pareció muy acertada. Hay que manifestarse como católico, sin vergüenza, y si además estas soltero y quieres conocer gente que comparta tu situación, es bueno mostrarte tal como eres.

–¿Y cuál es el código?

–Yo animo a poner los emoticonos del corazón y la cruz junto al nombre, y así, cuando comentan en alguna cuenta, se pueden reconocer entre ellos y entablar una conversación. Luego podrá, o no, ir a más. Además, cada cierto tiempo cuelgo un post en Instagram con los emojis para que los interesados comenten con su nombre, lugar de residencia y algunos se animan a poner la edad. Así se pueden conocer.

–¿Funciona?

–Me consta que ya han salido algunas parejas. ¡Católicos, hay que salir del armario! Ser católico es lo más antisistema, lo más punki que existe actualmente. Así que si quieres conocer gente católica, es bueno que sepan que tú lo eres.

–En una sociedad hiperconectada, en plena cultura de Tinder, ¿por qué los solteros católicos tienen problemas para encontrar pareja?

–Hay varios motivos. Primero, es evidente que hoy los católicos somos menos, y cuando tienes tu entorno vital trillado, hay que moverse, buscar donde sea. Por otro lado, veo a muchos jóvenes demasiado exigentes: quieren una pareja perfecta y eso no existe, y si existe, ya está comprometida. Me gusta la comparación, un poco simplona, de buscar novio con buscar piso: si entras en un portal inmobiliario, hay cientos a la venta; si empiezas a poner filtros, el número de ofertas se reduce, y si pones muchos filtros la búsqueda es imposible.

–¿Pero es malo poner el listón alto?

–Es bueno tener el listón alto, pero en las cosas importantes En otros temas hay que aflojar un poco. Hoy muchos ponen demasiadas exigencias, encuentran peros a todos, y no son capaces ni de quedar para tomar un café porque antes de conocerse ya piensan que la cosa no puede triunfar, y muchas veces por criterios muy superficiales. Y sí o sí, hay que conocer a gente.

La juventud católica de nuestros días está muchísimo más comprometida con su fePep BorrellAutor de Autor de

–¿Comparten los católicos el miedo al compromiso que tienen muchos jóvenes de su generación?

–El miedo al compromiso es algo muy en boga entre nuestra juventud. En nuestro mundo el compromiso cuesta, pero precisamente lo que quieren los jóvenes católicos es comprometerse de verdad, y por eso cuesta encontrar a la persona adecuada. No tanto por miedo al compromiso, sino por encontrar a otro que también quiera comprometerse de verdad, para toda la vida. Está claro que la juventud católica de nuestros días está muchísimo más comprometida con su fe que los jóvenes de épocas anteriores, muchísimo más que los de la mía seguro. Y eso me encanta.

–Esta búsqueda de personas que compartan su cosmovisión y valores, ¿afecta más a las mujeres que a los hombres, o a ambos por igual?

–Afecta mucho más a las mujeres que a los hombres, por una cuestión muy clara: la maternidad. La gran realidad que tantas veces la sociedad nos esconde es que las mujeres tienen una etapa fértil y cuando sobrepasan los 30 sin pareja, es lógico que se planteen muchas cosas y el tema les haga sufrir. Los hombres creen que siempre encontrarán a alguien, no tienen prisa porque 'el mercado' va creciendo por debajo y la diferencia de edad, aunque es un tema social y cultural, todavía tiene demasiada importancia. Y hay otra cuestión muy importante que afecta a ambos por igual.

–¿Y cuál es?

–Que los que tenemos vocación al matrimonio no tenemos tan claro que la elección de la persona con la que vamos a compartir la vida es la decisión más importante de nuestra vida, sin ninguna duda. Demasiadas veces no le damos la importancia que tiene y en la época en la que hay que ennoviarse, no estamos por la labor: vamos dejando «pasar trenes que están como trenes» porque le damos mucha más importancia a la formación académica y profesional, al ocio, al deporte... Y a veces los padres tampoco ayudan.

–¿Por qué?

–Porque dan consejos a universitarios del tipo «ahora hay que estar a los estudios, nada de novios». Y cuando después de carreras, masters y viajes queremos empezar a buscar novio o novia... está «todo el pescado vendido». Así que, sin prisa, pero sin pausa, sin preocuparse, pero «ocupándose», si aparece la ocasión, hay que aprovecharla, no dejarla pasar... Y si no sale, mucha paz.

–En sus charlas ¿ha apreciado algún perfil común?

–El perfil está claro: chica católica de más de 30 años, muy bien formada, que tiene un buen trabajo y muchas veces ha tenido oportunidades que no ha querido aprovechar. También hombres y mujeres que han tenido pareja, pero con las que no se han planteado temas serios y, cuando se los plantean ven que no cuadran, que han estado perdiendo el tiempo, y ahora todo son prisas. Y lo peor, cuando entran las ganas de boda y se baja demasiado el listón. Entonces es cuando de verdad se lía.

–¿A qué se refiere?

–A que un peligro real es cuando entran las prisas por casarse, bajamos excesivamente el listón y nos queremos auto convencer: «bueno, no esta tan mal», «es buena persona», «si no es con este o con esta, ya no me caso». Y nos casamos con alguien sin tenerlo claro. ¡Liada! O el fatídico «ya cambiará», o peor, «ya le cambiaré». Eso está abocado al desastre. Hay que bajar el listón en cosas que no tienen tanta importancia, como el físico, las expectativas económicas, el trabajo, la ciudad de residencia... pero no conformarse con el primero o la primera que pasa. Que no nos entre prisa por casarnos.

–Y en todos esos casos, ¿conocer a solteros católicos a través de las redes puede lograr relaciones duraderas?

–Lo importante, sea entre católicos o no, es tener claro que las relaciones no se encuentran: las relaciones se construyen. Hay que conocer gente, hablar, conocerse e ir viendo si puede triunfar el asunto. Las redes bien utilizadas son un buen sistema. Nuestros bisabuelos se conocían en la plaza del pueblo y se casaban con la amiga de la prima, no había más; nuestros padres se fueron a la ciudad, empezaron a llamarse por teléfono y podían conocer a más gente. Hoy las nuevas tecnologías son un instrumento más que eficaz para conocer gente que comparta tu manera de ser. Otra cosa es si de ahí puede surgir un matrimonio, eso dependerá de cada uno. Quizás lo que nos pasa es que conocemos a demasiadas personas y nos cuesta más escoger, creemos que siempre encontraremos a uno mejor... Pero el mundo se ha quedado pequeño y hay que decidir.

–La soltería prolongada puede ser muy dolorosa. ¿Qué consejo da a quien se encuentre en esa situación?

–Hay un dicho que lo resume muy bien: «Más vale estar soltero queriendo estar casado, que estar casado queriendo estar soltero». Vivir la soltería con mucha alegría, siempre, pero moverse y lo digo con mayúsculas: moverse de verdad y por los sitios adecuados. Si cada día haces lo mismo, vas con la misma gente y acudes a los mismos lugares es más difícil que encuentres a alguien. Si no sales de casa, es evidente que no te vas a casar... no esperes un milagro. También hay que tener cuidado con los grupos de chicas (también hay de chicos, pero menos) que se lo pasan tan bien juntas que es muy difícil conocer a gente (candidatos), o que algún hombre ose entrar en ese «búnker». Conozco demasiadas solteras católicas, jóvenes profesionales, que han superado la treintena y van siempre, siempre, juntas: se lo pasan genial y me parece muy bien, solo faltaría, pero encontrar novio no será fácil. También hay que tener muy claro que hay cosas opinables que hay que respetar, cosas importantes que hay que valorar y hablar a fondo, y cosas graves a las que no hay que darles ni agua...

–Estás preparando el libro Cómo tirar la caña con éxito. ¿Hay alguna clave para ligar con éxito entre católicos?

–Hay una clave para ligar con éxito, seas católico o no: hay que ser auténtico y servicial. Ser autentico y servicial siempre triunfa: nada de postureo, con la verdad por delante, sin querer aparentar lo que no somos, y siempre servir a Dios y a los demás. Si te consideras un tipo feo, debes ser muy autentico y muy servicial. Y éxito asegurado.

–¿Y cuál sería las red flag que deberían hacer huir a un católico?

–Hay muchas, pero una que deben tener en cuenta los creyentes es: Cuidado con las «falsas conversiones». El «me acompaña a misa» está muy bien, pero vivir la fe es mucho más. No digo que un católico sólo se deba casar con otro católico, faltaría más, pero te aseguro que para un creyente que vive de verdad su fe es mucho más difícil compartir la vida con alguien que no lo entienda, o no lo comparta. Y no sólo es un tema de respeto, es un tema de colaboración.

–¿Podría explicarlo un poco más?

–Cuando nos casamos, en la iglesia nos comprometemos, los dos, a educar cristianamente a nuestros hijos, si los tenemos, y es un compromiso serio e indispensable para casarse. De hecho, es la tercera pregunta del escrutinio previo al consentimiento, así que es un tema del que hay que hablar a fondo antes de casarse. La fe es un don de Dios y Él la da cómo y cuándo quiere. Nos somos los novios los que nos convertimos uno a otro. ¡Cuántas veces me dicen «lo convertiré»!. Debemos vivir como buenos cristianos, convencidos y coherentes, con alegría para que el otro alucine y se dé cuenta de que la fe es algo realmente importante en tu vida, y desee acercarse al Señor.

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