
Chiti Hoyos es la autora del libro Dios bendiga esta casa, un compendio de Teología del hogar
La Antorcha
¿Qué es la Teología del hogar?: «Una casa está llamada a ser imagen del cielo»
Se abre camino en cada vez más familias, como una revolución silenciosa: se trata de la Teología del hogar, una corriente espiritual surgida en Estados Unidos tras la pandemia, y que gana adeptos en España
No es mera decoración, pero tienen mucho que ver esos pequeños recordatorios estéticos que hacen de cada hogar «un anticipo del cielo». Se trata de la Teología del Hogar, una recentísima inspiración del Espíritu Santo para las familias, que ha comenzado a extenderse tras la pandemia.
En España, solo una mujer se ha lanzado a la aventura de explicarla en un libro: Chiti Hoyos, autora de Dios bendiga esta casa (ed. Nueva Eva, 2023). Y La Antorcha, la revista gratuita que edita la ACdP, ha hablado con ella en su último número.

Dios bendiga esta casa (Ed. Nueva Eva)
—¿Qué es la Teología del Hogar?
—La teología es la ciencia que tiene por objeto a Dios, sus atributos, sus misterios, etc. En la revelación, Jesús nos habla de un misterio grande: «la casa de mi Padre», mediante el cual nos introduce por sorpresa en el carácter hogareño de Dios. La clave de la Teología del Hogar está en que, al igual que el matrimonio está llamado a ser imagen de la Trinidad en la tierra, el hogar está llamado a ser imagen del cielo. Es una comparación que hace el mismo Jesús al hablar del cielo como «la casa de mi Padre». Al hablar de casa, da por hecho que todos vamos a entender el concepto. Para el Señor, un verdadero hogar es un refugio, un santuario, un sitio donde recibimos y damos amor, estamos en paz y nos sentimos libres. Jesús tiene nostalgia de hogar. La Sagrada Familia es modelo para poder recrear un poco del cielo en nuestros hogares, un pequeño jardín del Edén, donde Dios pueda pasearse y reclinar la cabeza.—¿Cuándo y dónde surge este concepto?
—El término Teología del Hogar lo acuñaron Carrie Gress y Noelle Mering, dos madres de familia numerosa americanas. Carrie es filósofa y explica de maravilla el anhelo que toda persona tiene por el hogar (algo que entra de lleno en el campo de la metafísica y de la escatología, porque nos remite al origen y al final) y Noelle es miembro del Centro de Políticas Públicas y Ética en Washington, y habla mucho sobre el aspecto ético del hogar, sobre todo con la hospitalidad. La Teología del Hogar surgió justo antes de la pandemia. Hay que discernir lo que ocurre en cada momento histórico para entender lo que quiere decirnos Dios. En un momento de mucho caos y sufrimiento, el Espíritu Santo hizo algo sorprendente: metió a todo el mundo en su casa. ¿Por qué? Pienso en las palabras del Apocalipsis a una de las siete iglesias: «Has perdido tu primer amor». (Ap 2, 4) La familia y el hogar es el primer amor de todos. Allí somos amados y aprendemos a amar. Sinceramente, creo que la sociedad tiene un profundo sentimiento de pérdida que no logra identificar, porque no se puede recuperar lo que no se sabe que se ha perdido.
La familia y el hogar es el primer amor de todos
—O sea, como la Humane Vitae de Pablo VI y la Teología del Cuerpo, que surgieron como respuesta de la Iglesia, inspirada por el Espíritu Santo, a la revolución sexual de los setenta…
—De hecho, la Teología del Cuerpo de Juan Pablo II remite siempre a las palabras de Jesús: «Al principio no fue así». (Mt 19, 8) Desde el principio, Dios tenía un plan para el hogar y la familia. Es donde establecemos nuestro primer vínculo de amor. Allí nos descubrimos como don entre dones, hechos para amar y ser amados. La antropología de Juan Pablo II expresa que portamos en nosotros mismos la imagen de Dios Trinidad, que es familia y tiene un hogar. Ahora que la familia está siendo tan fuertemente atacada, se muestra la necesidad de buscar, recuperar y restaurar los hogares según el plan original de Dios, porque se necesitan espacios seguros donde desarrollar una afectividad sana.
—La Teología del Hogar propone crear en casa rincones específicos para la oración, sembrar pequeños recordatorios de Dios por las habitaciones, y hacer que se note exteriormente que somos cristianos a través de la belleza y el orden. Sin embargo, no consiste sólo en poner piezas piadosas por casa, como mera decoración. ¿Qué tiene de fondo?
—La familia es Iglesia doméstica y, por lo tanto, debe mostrar la fe de los que habitan en ella a través de los trascendentales (que son vías para acceder al misterio de Dios): belleza, verdad y bondad. Pero el anuncio del Reino de Dios va unido a la conversión, y el orden y la belleza externa deben ser coherentes con la santidad y la pureza interna. La Teología del Hogar levanta alfombras, sacude el polvo, pone patas arriba todo y, luego, con el auxilio divino, va instaurando paz y armonía en las familias. Es un verdadero itinerario de purificación. No es una tarea de un día, pero es la tarea de nuestras vidas.
—¿En qué sentido ayuda a que los miembros de la familia refuercen su vínculo con Dios?
—Dice Jesús: «Si alguno me ama, mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él». Esto es un gran misterio, porque no podemos entender lo que significa verdaderamente el hogar si no lo experimentamos en nosotros mismos. Cuando el corazón de Cristo se convierte en el hogar donde descansa la familia, la familia se convierte en el hogar donde descansa el corazón del Señor, en una Betania, en un Nazaret.
Hay que tener conversaciones a corazón abierto, aunque nos arriesguemos a que salten chispas
—¿E incide de algún modo en los vínculos entre los miembros de una familia? Entre los esposos, entre padres e hijos, entre los propios hermanos…
—Por supuesto. La Teología del Hogar no es una teoría, sino un proyecto de vida que engloba todas las necesidades de la familia. Hablamos de custodiar el jardín del Edén que es nuestro hogar. Y hay dos formas de cuidar un jardín: extirpar las malas hierbas o plantar un gran número de buenas plantas para no dejar espacio a las malas. De eso se trata, de sembrar en gran cantidad. De cubrir con sobreabundancia las necesidades de amor. Para eso hay que aprender a discutir.
—¿Aprender a discutir?
—Discutir no es malo: Jesús sacaba constantemente temas de conversación a los apóstoles y luego se sentaba a escucharlos. Hay que tener conversaciones a corazón abierto, aunque nos arriesguemos a que salten chispas. Primero abrir, para luego llenar y sanar.
—Afirma en su libro que la Teología del Hogar también abre la familia a la sociedad. ¿En qué sentido?
—Pio X llamaba a la consagración de los hogares al corazón de Jesús una «obra de salvación social». Y lo creo verdaderamente. Quizá no puedas llevar a la gente a la iglesia, pero sí meterla en tu cocina y facilitar que el corazón se ensanche. Y luego, mostrarse tal cuál somos y vivimos. El «mirad cómo se aman» de Tertuliano, y el que en la familia seamos uno, es lo único que hace falta para que el mundo crea. Los valores católicos pasan de una generación a otra, se heredan. Por eso, según cómo se viva en los hogares, se vivirá en la sociedad. Decía la madre Teresa: «Si quieres cambiar el mundo, ve a casa y ama a tu familia»; la Teología del Hogar añadiría: …«y después abre las puertas y deja que el mundo vea ese amor».