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Juan Arana

Juan Arana, durante su entrevistaJosé María Visiers

Juan Arana: «Sin cristianismo no habría habido ciencia: por eso estamos viviendo el `retorno de los brujos´»

«La ciencia, lejos de apartarte de Dios, te encamina hacia Él», asegura el filósofo y miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, en el último número de La Antorcha, la revista gratuita de la ACdP

La mayoría de las personas que afirman no creer en Dios, pero sí en la ciencia, «de lo que hablan es de una visión deformada, dada por gente que tiene un claro interés ideológico y que te quiere vender un tipo de concepción del mundo disfrazada de ciencia». Así lo asegura el catedrático de Filosofía de la Universidad de Sevilla y escritor Juan Arana, en una entrevista publicada en La Antorcha, la revista gratuita que cada tres meses publica la Asociación Católica de Propagandistas.

La fe cristiana como origen de la ciencia

Según explica Arana, que es miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, la ciencia moderna no habría nacido sin el cristianismo: «Los griegos y romanos no sabían diferenciar entre lo divino y lo físico. Para ellos, todo estaba mezclado en una concepción simbólica que les impedía un planteamiento racional de la naturaleza», explica. Así, fue la concepción cristiana de un Dios trascendente, separado del universo, lo que permitió una visión racional de la creación, clave para el surgimiento de la ciencia.

De hecho, el filósofo atribuye este hito a autores como Galileo, Kepler o Descartes, quienes reaccionaron contra los excesos irracionales del Renacimiento. «Por eso la ciencia es un producto típicamente cristiano».

Arana, durante su entrevista

Arana, durante su entrevistaJosé María Visiers

Retorno del paganismo irracional

Y de ahí que la actual pérdida del sentido cristiano de la realidad esté debilitando a la propia razón y alentando tanto las supersticiones como los argumentos pseudocientíficos. «Vivimos el retorno de los brujos. Hay autores muy importantes que alertan de que la ciencia está entrando en crisis, que se está ralentizando el progreso científico y de que, si no recuperamos esa raíz religiosa, es muy probable que al final volvamos a tener una mentalidad mágica e irracional de pueblos más primitivos», asegura.

De hecho, revela que, después de haber creado «un grupo de investigación con profesionales de primer nivel», para analizar a los 165 científicos más importantes desde el siglo XVI hasta hoy, «la impresión que uno saca después de estudiar sus descubrimientos, creencias, puntos de partida, valores… es que no hay conflicto en ellos entre ciencia y fe». Y aunque «es verdad que ha habido un proceso de descristianización, de secularización, las razones de esa descristianización no tienen que ver con descubrimientos científicos, sino con cuestiones ideológicas, políticas… que no tienen absolutamente nada que ver con las soluciones que la ciencia da».

Ciencia y fe: un conflicto ideológico

Además, Arana destaca que el pretendido conflicto entre razón científica y fe religiosa, en realidad, enmascara un radicalismo ideológico. «El conflicto –apunta– no se produjo entre la ciencia y la religión, sino entre la ciencia y una ideología que intentó excluir lo religioso del ámbito público».

Más aún: mientras «la ciencia encamina hacia Dios» al ofrecer respuestas que convergen con las doctrinas fundamentales del cristianismo sobre el hombre, el mundo y el Creador, es fácil encontrar divulgadores modernos que presentan una visión sesgada y deformada de la ciencia. «Hay gente que dice que la ciencia es su fe, pero no entienden ni la mecánica cuántica ni el Big Bang. Es una fe agnóstica o atea disfrazada de conocimiento», afirma.

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