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Óscar Díaz es párroco en la iglesia de San Pedro, en un pueblo de Albacete

Óscar Díaz es párroco en la iglesia de San Pedro, en un pueblo de Albacete

La campaña contra un cura de Albacete por predicar sobre la homosexualidad

El sacerdote colombiano Óscar Díaz, que ejerce su ministerio en una pequeña parroquia, es objeto de ataques mediáticos y políticos debido una homilía dominical. El obispado respalda a este presbítero

Un pueblo de Albacete de apenas mil habitantes no suele ser el escenario donde se originan noticias y reacciones políticas. Ni mucho menos por una homilía de un sacerdote joven que procede de Colombia. Sin embargo, así es. El reverendo Óscar Díaz, que, aparte de sus estudios, tiene como tarea encomendada la parroquia de San Pedro Apóstol, en la localidad de San Pedro (Albacete), se ha convertido en vórtice de una polémica moral. Una somera búsqueda en Twitter muestra centenares de mensajes hostiles contra este sacerdote, incluyendo también reacciones duras por parte de medios de comunicación como La Voz de Galicia, El Mundo, RNE o la Cadena SER. Tanto el Partido Socialista como Unidas Podemos han mostrado un ataque contundente: «usar los púlpitos para extender los bulos y el odio de la extrema derecha está feo», se lee en un comunicado de la coalición morada, que acusa al cura de difundir «discurso de odio». La consejera de Igualdad y portavoz del gobierno de Castilla-La Mancha, Blanca Fernández, se ha sumado a estos ataques intentando situar al cura en contra del papa.

A lo largo de su homilía –dentro de la misa del domingo pasado día 14–, Díaz habló sobre la contradicción que el Evangelio supone en el mundo. «He venido a prender fuego a la tierra, ¡y cuánto deseo que ya esté ardiendo! ¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? No, sino división», dice Cristo en la lectura del domingo. Díaz invitó a sus feligreses a mantener esa llama de la Palabra de Dios, el fuego de Jesús dentro del corazón de los hombres. En este sentido, dijo que uno de los peligros de nuestro tiempo es caer en la tibieza y aceptar como válidos comportamientos que la moral cristiana no admite. Como ejemplo, aludió a las parejas del mismo sexo, algo que «se ha vuelto tan común», pero «una cosa es que sea común, y otra cosa es que sea querido por Dios», señaló. Según Díaz, quienes optan por este tipo de vida «son libres, cada persona es libre en sus decisiones, pero eso no quiere decir que tenga que ser aceptado como normal, como correcto», comentó. Al mismo tiempo, añadió: «podemos respetar, se valora a la persona, no se juzga ni se acusa, ni se rechaza a la persona, pero su forma de vivir no estamos obligados a aceptarla».

Las palabras de este sacerdote son un calco de lo que la Iglesia expone en el Catecismo (puntos 2357–2359). Por una parte, según la doctrina católica, la «inclinación» homosexual es «objetivamente desordenada», de modo que «los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados, contrarios a la ley natural», pues «no proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual», y, por tanto, «no pueden recibir aprobación en ningún caso». Algo corroborado por el Papa Francisco en marzo de 2021. Por otra parte, y al mismo tiempo, el propio Catecismo afirma que los homosexuales «deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza», e invita a eliminar «todo signo de discriminación injusta». En su homilía, Díaz recalcó, precisamente, este último aspecto del Catecismo.

Parroquia de San Pedro, Albacete

Parroquia de San Pedro, Albacete

Asimismo, y en referencia a la ideología de género, advirtió sobre la tendencia a negar que exista varón y mujer, y también la difuminación que, según algunos entornos, se planea para que no se distinga entre adulto y niño. De esta manera, Díaz comenta que hay quienes pretenden que la pedofilia deje de ser catalogada como delito y grave alteración psicológica, para que pase a considerarse como una mera «identidad sexual».

Dentro de esta deriva de aceptación cultural de actitudes inmorales, Díaz dice: «nos vamos entibiando, se nos van vendiendo cosas de esa manera, como si no pasara nada». Pero «hoy el evangelio nos dice que hay que tener encendido el corazón y la mente, para estar atentos» y no consentir tales corrientes e ideas, incide el cura que atiende esta parroquia. En resumen, su homilía fue una llamada a querer a las personas, pero no admitir como válidos sus planteamientos o decisiones.

El apoyo de la feligresía

Por su parte, el vicario general de la diócesis de Albacete, Julián Ros Córcoles, en declaraciones para El Debate, respalda a Díaz; durante estos días ha estado hablando varias veces con él, y lo defiende. También lamenta la «manipulación en el audio de la homilía para hacer decir cosas que el sacerdote no dice». En su opinión, se han publicado «titulares que no se corresponden al contenido real de la homilía, y que, además, descalifican personalmente». Asimismo, este episodio de acoso a un sacerdote «retrotrae la memoria al control de las homilías que se hacía en el franquismo; entonces enviaban agentes desde el Gobierno Civil a controlar a los curas y luego se imponían multas». A la pregunta de qué escenario se abre ahora –cualquiera puede entrar en una iglesia, grabar una homilía y difundirla por redes sociales–, Ros asume que hay que aprender a desenvolver en «esta nueva situación»; todos los sacerdotes deben «ir aprendiendo a decir las cosas con claridad y evitar, en la medida de lo posible, que se nos pueda manipular».

El vicario general asegura que el párroco «cuenta con el apoyo de toda la feligresía, de toda la gente que estuvo en misa y que sabe que en ningún momento ofendió a nadie, ni quiso descalificar a nadie, sino simplemente exponer la doctrina de la Iglesia respecto al matrimonio y analizando algunos ejemplos de lo que puede ser el absurdo de la ideología de género». Sin duda, un ejemplo de cuán difícil es predicar el Catecismo, aunque sea en un pueblecito albaceteño y de boca de un sencillo y joven sacerdote que procede de Colombia y que es acogido en España.

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