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Para Aicart, profesor barcelonés, estudioso del arquitecto GaudíLupe Belmonte. ACdP

Joan Aicart: «Gaudí veía la Sagrada Familia como un resumen del Universo»

El profesor barcelonés, estudioso del arquitecto, considera que «la fachada del Nacimiento se puede considerar un belén: anuncia que Dios se ha hecho hombre»

Joan Aicart enseña Historia, Filosofía y Religión en el colegio Abat Oliba Loreto, en Barcelona, y ha estudiado a fondo la vida y obra de Antoni Gaudí, el genial arquitecto que creó –entre muchas otras– el Parc Güell, la Pedrera o la Sagrada Familia. En esta entrevista, habla sobre el turbulento origen de la Sagrada Familia, el belén de piedra que esconde y la posible santidad de Antoni Gaudí.

–Muchos verían impensable construir una basílica así en Barcelona hoy…

–La primera piedra de la Sagrada Familia se pone en 1881. La Iglesia aún tenía cierto estatus político y económico, sí, pero estamos en plena Revolución Industrial. Los impulsores del templo, la Asociación de Devotos de San José, ven con preocupación cómo su entorno se deshumaniza: los obreros se pelean con los amos, los hombres se alejan de Dios y culpan a la Iglesia de los males de la modernidad…

–¿...Y la Sagrada Familia es su respuesta?

–Sí, es un templo expiatorio: está financiado por la caridad, por las donaciones voluntarias de la gente para pedir perdón por este mal. Piensa también que este lugar antes era un barrio obrero a las afueras de Barcelona; la Sagrada Familia tiene que ver con el sufrimiento del pueblo y con la fe del pueblo. Consigue unir a mucha gente de muchos estamentos sociales.

–Cuando se planteó, la Sagrada Familia no iba a ser lo que es ahora.

–De hecho, el primer arquitecto no es Gaudí, sino Francisco de Paula del Villar. Iba a ser un templo mucho más normal, pero en 1883 este arquitecto sale del proyecto y Joan Martorell, que estaba en la junta constructora, propone a Gaudí. Él se pone a rehacer la cripta, y en 1890 una mujer muy rica deja toda su herencia a la Sagrada Familia. Para Gaudí, es una señal.

A Gaudí le interesa el diálogo constructivo, el momento en el que las fuerzas de la naturaleza entran en comunicación, en comuniónJoan Aicart

–¿Una señal de qué?

–De que Dios quiere algo más. Gaudí venía de familia católica, pero su conversión real llega aquí. Él hace la Sagrada Familia, pero la Sagrada Familia también le va haciendo a él. Primero en un sentido profesional: cuando él construye una casa, siempre piensa en cómo es la persona que la habitará. Así, ¿quién vive en una iglesia?

–Es una «casa» para Dios.

–Exacto. Para él, la Sagrada Familia fue un signo de humildad, porque se había convertido en el arquitecto de la burguesía catalana: el señor Güell, el señor Batlló, el señor Milà… y, de repente, se encuentra con la Sagrada Familia y con que no siempre tiene dinero para seguir adelante. «Cuando falta el dinero –decía– he de profundizar en la fe, la experiencia de la que nace el templo».

–¿Cómo lo hace?

–Empieza a acudir a la liturgia, pero también a mirar la realidad como un signo de Dios, como los grandes arquitectos medievales. Como ellos, Gaudí no concibe el templo como algo apartado, sino como un resumen del universo: allí donde la naturaleza se pone al servicio del Creador. Entiende que la Sagrada Familia no es su proyecto, que es un colaborador.

–«La originalidad es volver al origen», que decía Gaudí.

–Uno solo puede ser original cuando vive el diálogo con lo inmaterial, que convierte la materia en plastilina. A Le Corbusier le fascinaba cómo Gaudí trabajaba la piedra: «¡Hace lo que quiere con ella!», dijo tras visitar el templo. En la Fachada del Nacimiento –la única que construyó Gaudí antes de morir–se ve cómo él remite a la naturaleza, pero no la imita de forma servil. A Gaudí le interesa el diálogo constructivo, el momento en el que las fuerzas de la naturaleza entran en comunicación, en comunión.

El misterio sigue siendo misterio. Dios sigue siendo Dios y nosotros, siempre aprendicesJoan Aicart

–Estamos en Navidad, ¿la fachada del Nacimiento se podría considerar un belén?

–Sí, porque anuncia que Dios se ha hecho hombre. Esta es la única fachada que Gaudí llegó a ver terminada en vida. Está llena de plantas: agaves, violetas, nardos, palmeras… hay tanto plantas propias del desierto de Israel como típicas de Cataluña, como diciendo: «Dios vuelve a nacer, aquí y ahora». Y está dividida en tres portales: el de la Caridad –donde está el Nacimiento, el belén propiamente dicho–, el de la Esperanza –que choca, porque muestra escenas de sufrimiento inocente– y el de la Fe.

–Hace unos días se encendían las torres dedicadas a San Lucas y San Marcos, y se prevé que las obras acaben en 2030. ¿Tan importante es saber cuándo van a terminar?

–El actual escultor jefe de la Sagrada Familia, Etsuro Sotoo, comparte de modo muy auténtico la mirada de Gaudí; encontró la fe católica a través de la Sagrada Familia. Cuando le preguntan por el fin de las obras, responde que, en la naturaleza, cuando una cosa está acabada es porque está muerta. Algo vive en la medida en que está en diálogo: con Dios, con los hombres y con la historia.

–¿Algún consejo para visitar la Sagrada Familia?

–¡Que busques un guía bueno! ¿Cómo saber si lo es? Para mí, es bueno si es capaz de unir los tres discursos en torno a la Sagrada Familia: lo arquitectónico, lo simbólico y lo espiritual. Naturaleza, cultura y liturgia. Es un error limitarse a la parte arquitectónica, pero también lo es explicar la basílica como un dogma de fe, porque la de Gaudí no es una fe abstracta, sino que nace de lo cotidiano: del corazón de Jesús y de nuestro corazón.

–La última. ¿Gaudí es santo?

–Yo pienso que sí, pero no por su obra –así también lo sería Miguel Ángel, por ejemplo–, sino por su vida. La Sagrada Familia es fruto de una experiencia, es signo de la belleza de su forma de vivir la fe. Uno de los mayores especialistas en Gaudí, Juan Bassegoda, decía que Gaudí escribió al morir una carta aún sin abrir. Me parece fascinante que, por mucho que nos acerquemos, el misterio sigue siendo misterio. Que Dios sigue siendo Dios y nosotros, siempre aprendices. Es lo que hace que esto siga siendo apasionante.

  • Este artículo se publicó originalmente en el primer número de La Antorcha, la nueva revista gratuita impulsada por la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP) para ofrecer una mirada cristiana para iluminar la realidad.
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