La congregación tiene como objetivo asistir a los ancianos que se encuentran solos
Hermanitas de los Ancianos Desamparados: 150 años llevando a los más vulnerables al encuentro con Dios
Siglo y medio después, la Congregación tiene 204 comunidades repartidas por 19 países, desde la fundación más antigua, la de Barbastro
El próximo viernes se cumplen 150 años de la fundación de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, congregación fundada por el venerable Saturnino López Novoa y santa Teresa Jornet.
El 27 de enero de 1873, diez jóvenes vistieron el hábito en la capilla del Seminario de Barbastro. A propuesta del fundador, la religiosa Teresa Jornet fue nombrada superiora general, cargo y servicio que ejerció hasta su muerte por expreso deseo de sus hermanas.
La espiritualidad de la Hermanita es el «Evangelio de la misericordia en acto»
Siglo y medio después, la Congregación tiene 204 comunidades en 19 países. En la primera, la de Barbastro, hoy siguen seis religiosas que gestionan la Residencia Saturnino López Novoa, donde cuidan a un centenar de ancianos.
Los ancianos más vulnerables
La congregación, como dicen sus estatutos, sigue fiel al «ejercicio constante de la virtud de la caridad cristiana en los ancianos más vulnerables, acogiéndolos en un ambiente de familia y atendiendo todas sus necesidades: materiales, de afecto y espirituales».
La espiritualidad de las religiosas es el «Evangelio de la misericordia en acto» que consiste en el ejercicio de la caridad cristiana en el socorro, cuidado y asistencia espiritual y corporal de los ancianos desvalidos.
La caridad, decía el padre Fundador, es el medio más eficaz para convertir los corazones
Las Hermanitas llevan a cabo su misión en casas establecidas por la Congregación (Hogares) donde se fomenta la familiaridad en un servicio humilde, paciente, caritativo, amable y bondadoso; desinteresado, sacrificado y abnegado –que comporta una espiritualidad oblativa al servicio de los ancianos–, sin discriminaciones de ninguna clase porque la caridad, decía el padre Fundador, es el medio más eficaz para convertir los corazones.
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Una muerte santa
Las religiosas tienen un especial cuidado con los ancianos enfermos de gravedad, para alentar su esperanza, fortalecidos con los santos sacramentos, bendición apostólica, recomendación del alma, absolución sacramental y santo viático.
Ellas velan, como madres solícitas, para que el anciano no se encuentre solo en los últimos momentos de su vida, acompañándole con una presencia cercana y afectuosa que le conforte, alivie y ayude a su encuentro definitivo con Dios.
El Padre Fundador describe este acompañamiento en el opúsculo que escribe en Huesca en 1878 titulado Instituto Religioso Caritativo de las Hermanitas de los pobres Desamparados: «Es un Instituto religioso caritativo, capaz de socorrerlos y asistirlos en todas sus necesidades corporales y espirituales; consolarlos, instruirlos, catequizarlos y por último prepararlos para una muerte tranquila y cristiana».
Del mismo modo, la Iglesia lo reconoció en el Decreto de aprobación de la Congregación a los 14 años de fundación: «Estas Hermanas, además de su propia santificación tienen por especial objeto el ejercer las obras de caridad y misericordia para con los ancianos desamparados, y prestarles refugio, alimento y cuidado, recogiéndolos en sus casas con el fin principal de prepararlos para una buena, tranquila y santa muerte».
Hoy las Hermanitas siguen bebiendo en el origen de su carisma, transmitiendo a las nuevas generaciones el amor de Jesús hacia los ancianos, proporcionándoles los mejores medios de asistencia que estén a nuestro alcance, para hacerles la vida lo más agradable posible y conseguir así el fin principal de la misión: «Cuidar los cuerpos para salvar las almas» (Santa Teresa Jornet, fundadora).
