Cómo vivir la Cuaresma «sin privarse de nada»: Erik Varden responde
¿Qué es exactamente la Cuaresma? Nada mejor que preguntárselo a alguien que sigue la Regla de San Benito, donde se dice que «la vida del monje debe tener siempre un carácter cuaresmal»
En esta entrevista de Luke Coppen para The Pillar y traducida al español por Carlos Ezcurra, el obispo noruego Erik Varden nos recuerda por qué «la Cuaresma es un tiempo valioso» para descubrir a Dios.
¿Qué es exactamente la Cuaresma? Nada mejor que preguntárselo a alguien que sigue la Regla de San Benito, donde se dice que «la vida del monje debe tener siempre un carácter cuaresmal».
Ceniza contracultural
–Los católicos observan la Cuaresma antes de Pascua. ¿Cuál es la razón?
–Los cuarenta días que el Señor pasó en el desierto no es el único paradigma. Pensemos en la historia de Noé, cuando la inundación cubrió la Tierra durante cuarenta días. En Egipto, cuando cuarenta días fueron necesarios para embalsamar a Jacob. Cuando Moisés estuvo frente a Dios en el Sinaí, envuelto en una nube por cuarenta días. Cuando Moisés envió emisarios a Canaán para saber de qué clase de país se trataba y ellos regresaron después de cuarenta días. De modo subyacente a todos estos eventos, y como atravesándolos, se destaca el Éxodo de Israel que duró cuarenta años.
–¿Por qué la Iglesia nos recuerda nuestra mortalidad el Miércoles de Ceniza?
–Para anclarnos en la realidad. Si lo piensas, se trata de un rito maravillosamente contracultural salir de la iglesia el Miércoles de Ceniza con las cenizas en tu frente.
Nuestra cultura occidental es profundamente mendaz con relación a la muerte. Seguimos pretendiendo que no existe. Pero allí está la Iglesia, que nos dice: Mira, así son las cosas. Enfréntate al hecho de que no eres Dios; al hecho de que eres un ser contingente. Pero enfréntate también a aquella voz en tu corazón que pronuncia la verdad, y que te dice que la muerte no puede ser el final.
Toda la razón de ser de la Cuaresma es justamente prepararnos a la victoria de Cristo sobre la muerte. Tendemos a pensar en el cristianismo, en el Nuevo Testamento, como si estuvieran estructurados por la dicotomía de pecado/gracia, pecado/perdón, pecado/redención, y eso es verdad.
Pero el conflicto fundamental es entre la vida y la muerte. Lo que aprendemos en la Cuaresma es que, como una consecuencia del pecado, la muerte es real, pero la muerte no tiene la última palabra.
¿Privación?
–¿Por qué cree usted que la Cuaresma se asocia con «privarse de algo»?
–No creo que ambas cosas estén desconectadas de modo necesario. Privarse de algo es una manera de hacer ayuno. Y también puede ser un modo de prepararse a dar limosna si uno abandona cosas que significan un gasto, y se ahorra ese dinero para destinarlo a otra persona. Eso es bueno.
Por ejemplo, si me privo de algo con el fin de mejorarme a mí mismo: sería el caso si dejo de comer grasas para verme mejor al final de la Cuaresma. Allí no es fácil ver la conexión con la oración, el ayuno y la limosna. Pero si me privo de algo durante la Cuaresma porque es superfluo, o porque veo que aquello que dejo no me hace bien, entonces esto puede tener una real dimensión espiritual. La intención es determinante.
–Usted dice que ser cristiano es «mirar adelante». ¿Por qué la dirección de la mirada es tan importante?
–Siempre deberíamos mirar adelante, pero especialmente en la Cuaresma. La Pascua es la garantía de que todas las cosas que condicionan negativamente nuestras vidas –el pecado, la enfermedad, la enemistad, el odio, la guerra, la mortalidad– todas esas cosas han sido vencidas, y pueden ser vencidas todavía, en la medida en que conduzcamos nuestras vidas en Cristo.
Es crucial no perder nunca de vista que Dios está de verdad haciendo algo con nosotros. Dios está cumpliendo un propósito en la historia humana, un propósito de redención. Él nos llama a seguirlo, a estar donde Él está, para ser felices con Él para siempre.
–¿Qué opina del relajamiento de las prácticas del ayuno?
–Pienso que se buscaba enfatizar la naturaleza espiritual de la Cuaresma y no convertirla en una mera maratón ascética. Expresaba también, creo, un deseo de compasión evitando cargas excesivas sobre los fieles.
Sin embargo, de manera general, tal vez carezcamos de ambición en nuestras prácticas ascéticas. Lo que podría ser muy útil es redescubrir el beneficio del ayuno como una práctica espiritual de oración.
Un cierto grado de sacrificio es esencial para recordarnos que se trata de una cuestión importante.
Si alguien tiene una adicción, o siente que no es libre con relación a cualquier tipo de placer, resulta excelente intentar movilizar la energía espiritual de la Cuaresma
–¿Qué piensa del crecimiento de programas ascéticos rigurosos como Exodus Lent? ¿Cree que son una respuesta al relajamiento de las observancias?
–Es lo que creo. En nuestro interior, en verdad queremos que alguien nos fije exigencias.
También hay un deseo generoso en mucha gente que desea dar algo extra como una forma de manifestar su compromiso y su amor. Lo veo como algo muy positivo, siempre y cuando no se convierta en un ejercicio de realización personal y una ocasión para manifestar el triunfo del autocontrol, porque la razón de ser de la Cuaresma y del ayuno cristiano es mostrar las limitaciones de la voluntad personal, liberarnos del cautiverio de la voluntad personal.
–¿Qué deberíamos hacer si hemos elegido un sacrificio, pero vemos que nuestra motivación era errónea? ¿Deberíamos abandonarlo e intentar algo más fácil?
–Creo que hay que trabajar primero sobre nuestra motivación y luego ver si lo que nos hemos propuesto es realista. Si no es realista, entonces habría que redefinirlo para que sea realizable.
Esta podría ser la razón de ser de las prácticas ascéticas. A veces, podemos hacer algo sin saber realmente por qué y tal vez nos estamos preguntando si eso tiene algún sentido. Pero de pronto nos damos cuenta por qué lo estamos haciendo y a donde puede conducirnos esta práctica o sacrificio en concreto. Y entonces nos adherimos a ella con mayor inteligencia.
–¿Qué opinión le merece la popularidad de prácticas en las cuales no se bebe alcohol por un mes entero? ¿Funcionan como sustitutos de las penitencias?
–No estoy seguro de que sean sustitutos. Pero creo que revelan un reconocimiento por parte de mucha gente de que vivimos una vida de excesos.
Sin embargo, visto que nosotros ya tenemos esto en nuestra Cuaresma, lo que podemos preguntarnos es por qué no hacemos un mejor uso de ella. ¿Por qué no empleamos lo que ya forma parte de nuestro patrimonio?
–¿Qué diferencia hay entre ayunar y hacer dieta?
–La diferencia es categórica. Cuando hago dieta yo soy el agente y el centro de atención, al igual que mi deseo de poder ponerme de nuevo la ropa que usaba hace tres años al terminar la dieta. En cambio, cuando yo ayuno el objeto está fuera de mí. Es algo que me hace salir de mí mismo e ir al encuentro del otro.
–Si alguien tiene una adicción, por ejemplo al alcohol o el tabaco, ¿recomendaría intentar privarse de ellos durante la Cuaresma, o es mejor combatir esas adicciones de manera independiente?
–Hay una gracia especial que pertenece a la Cuaresma. Es un tiempo en el que nos beneficiamos de la bendición de Dios a través de la bendición de la Iglesia. Si alguien tiene una adicción, o siente que no es libre con relación a cualquier tipo de placer, resulta excelente intentar movilizar la energía espiritual de la Cuaresma como parte de ese proceso de liberación de la propia adicción.
Al mismo tiempo, como con todas las adicciones –un fenómeno cada vez más común– es importante abordarlas con pragmatismo y, cuando sea necesario, buscar la ayuda profesional.
–Debemos dedicar más tiempo a la oración. ¿Tiene alguna sugerencia?
–El primer paso sería acompañar la liturgia de la Iglesia. La lectura de las oraciones colectas de las misas de Cuaresma es un ejercicio maravilloso. Podemos tomar la oración colecta de la misa de cada día, leerla despacio y analizarla para asegurarnos de que hemos comprendido bien lo que dice –puesto que se trata de textos sumamente densos– y luego intentar aplicar lo leído a nuestra vida.
O tal vez la Cuaresma sea un buen momento para descubrir la riqueza de la Liturgia de las Horas. Por ejemplo, rezando Completas. O ir a misa de modo más frecuente.
Rezar con la Iglesia y a través de la Iglesia, me recuerda constantemente que la oración no es una acción solitaria. Los católicos del mundo entero están siendo configurados e interpelados por esos mismos textos, ritos y gestos.
Dar limosna es hacer lugar a mi capacidad interior para la misericordia y
–¿«Dar limosna» significa solo dar más dinero del habitual a obras benéficas?
–Aumentar nuestra generosidad con las obras de caridad es algo excelente. Pero sería tal vez útil reflexionar sobre el significado de dar limosna. La palabra limosna deriva del sustantivo griego eleēmosunē. Posee la misma raíz que el Kyrie eleison (Señor, ten piedad) que decimos en la Misa. Entonces tiene que ver con la piedad, con la misericordia. La limosna es una ayuda dada a los menos afortunados, inspirada en la misericordia.
Un aspecto crucial de dar limosna es hacer lugar a mi capacidad interior para la misericordia y alcanzar ese núcleo vulnerable en el que mi corazón es tocado compasivamente por la necesidad y la miseria de los demás. Vemos tanta miseria en los medios de comunicación. Es una exposición que nos bombardea constantemente. De modo natural, nos volvemos insensibles porque es imposible absorberla. Sin embargo, la Cuaresma puede ser un tiempo para detenernos, dar un paso atrás y permitir que nuestra capacidad de compasión se descongele.
Lecturas y arte
–¿Recomienda alguna lectura para la Cuaresma?
–En la tradición monástica, la Cuaresma es el tiempo en el cual habitualmente releemos La escala espiritual de San Juan Clímaco, que es un magnífico manual de vida ascética.
Otra obra estupenda para leer durante la Cuaresma es un libro que el entonces profesor Ratzinger publicó en 1977. Tiene el sencillo título de Escatología, y trata sobre los novísimos: el juicio, la muerte y la resurrección. Es un libro luminoso.
Para quienes deseen algo más corto y de bolsillo, yo recomendaría uno de mis libros favoritos, Christ in Our Midst (Cristo en medio de nosotros). Estas son cartas escritas por un monje ruso llamado Juan que pertenecía al Monasterio de Valaam y que tuvo que abandonar Rusia antes de la Segunda Guerra Mundial. Es una exposición radical de los fundamentos de la experiencia cristiana que es extremadamente lúcida, breve, densa, humana y amable.
–¿Hay alguna obra de arte que pueda sernos de utilidad?
–Una a la que normalmente retorno cada año en este período es una película. El gran film de Pier Paolo Pasolini El Evangelio según san Mateo.
Se trata de una representación muy emotiva y, yo creo, extremadamente realista del Evangelio.
Señor, aun habiendo tenido una Cuaresma espantosa, dame el céntuplo ahora
Para escuchar durante la Cuaresma, me animo a sugerir una obra del compositor Buxtehude, contemporáneo del joven Bach, quien caminaba largas distancias para poder oírlo. Es una pieza que musicaliza un poema cisterciense del siglo XIII: Membra Iesu Nostri. Se trata de una meditación sobre Cristo crucificado, sobre las distintas partes del cuerpo de Nuestro Señor: su cabeza, sus brazos, sus pies, su costado, etc., y sobre la salvación que nos ganaron esas heridas.
Contra la presunción
–Al final de la Cuaresma, ¿es bueno preguntarnos si la hemos observado con fidelidad o esto solo sería un ejercicio de «ombliguismo»?
–La cosa importante es preguntarnos: ¿He llegado a destino? ¿He recorrido el camino de veras? ¿En qué lugar me encuentro? ¿La proclamación pascual, la irrupción del Aleluya, me llenan de alegría? ¿Se ha expandido un poco mi corazón, se ha vuelto un poco más vulnerable? ¿Soy más libre?
–¿Y qué pasa si la respuesta es «no» pues no hemos alcanzado la alegría?
–Lo que hay que hacer es rezar de nuevo y decir: «Señor, aun habiendo tenido una Cuaresma espantosa, dame el céntuplo ahora, por tu gracia, y permite que mi corazón se abra a la plenitud de la riqueza de tu promesa, que yo pueda llevarla en mí y dar testimonio de ella». También en este caso es importante seguir mirando hacia adelante y seguir creyendo que Dios realmente desea cumplir su propósito.
–¿Cómo observan la Cuaresma los trapenses?
–En la regla de San Benito, que también seguimos los trapenses, él escribe que la vida del monje debe ser una Cuaresma perpetua. Sin embargo, lo que él quiere decir con una «Cuaresma perpetua» no es que el monje deba tener una vida miserable de modo permanente; por el contrario, él recalca que la Cuaresma es un tiempo gozoso porque orienta nuestra mirada hacia la fuente de nuestro gozo, que es la Pascua de Cristo.
Como no es posible vivir a esa altitud de modo constante porque somos frágiles seres humanos, en cambio, podemos utilizar la Cuaresma para compensar las faltas del pasado. Y así, durante la Cuaresma, San Benito le pide a cada monje que haga un gesto adicional «en la alegría del Espíritu Santo». Él hace hincapié en el tema del gozo y la alegría con la cual cada monje debería privarse de algo más de lo que ya se priva habitualmente como un signo de su compromiso, su amor y su apego.
Pero San Benito también destaca que el monje debería hacerle saber al abad las observancias que planea seguir para obtener su bendición. De lo contrario, existe un riesgo de ceder a la presunción.