La Iglesia no deja Tierra Santa e intensifica su actividad: «En este lugar el Señor ha resucitado»
Franciscanos y benedictinos continúan abriendo cada día las puertas de los lugares santos a pesar del peligro. Han intensificado su actividad y su oración
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¿La guerra en curso entre israelíes y Hamás está deteniendo las actividades de la Iglesia en Tierra Santa? ¿Qué está ocurriendo en los lugares de Cristo en estos delicados y peligrosos días? Paradójicamente, se han intensificado las actividades de oración que tienen lugar diariamente en los santuarios de la Custodia de Tierra Santa, pidiendo al Señor la paz y la concordia. Ninguna interrupción ni cierre de lugares santos entre Israel y Cisjordania. Ni siquiera en los territorios en disputa, como Jerusalén Este.
Este martes 17 de octubre se ha celebrado el día de oración, ayuno y abstinencia por la paz en Tierra Santa deseado por el patriarca latino de Jerusalén, el cardenal Pierbattista Pizzaballa. A las 07:30 sonaron las campanas de la Basílica del Santo Sepulcro de Jerusalén. En la misa diaria, los hermanos rezaron por la paz. «Celebramos la Eucaristía, respondiendo a la llamada del patriarca latino de Jerusalén y del Santo Padre», dice el franciscano Stéphane Milovitch, presidente de la comunidad franciscana del Santo Sepulcro. «En este lugar el Señor ha resucitado. Ha vencido al mundo. Ya no debemos tener miedo. Sin embargo, debemos rezar por todas las personas de este mundo que sufren y tienen la angustia de cuál puede ser su mañana», continúa.
Cada tarde, la comunidad franciscana que vive en el convento junto al Santo Sepulcro, en procesión por el interior de la basílica, recorre los lugares de la pasión, muerte y resurrección de Jesús. Y junto a ellos, cristianos locales y peregrinos. En cada capilla hay un momento para recordar los acontecimientos de la redención de toda la humanidad. Esta procesión, muy apreciada por los peregrinos, adquiere hoy un significado muy intenso debido a la guerra en curso entre Israel y Palestina.
Todos los días, a las 12 del mediodía, en la Basílica de la Anunciación, la comunidad franciscana, junto con peregrinos locales y cristianos, se reúnen para la oración del Ángelus. Desde la gruta de la Anunciación del Arcángel Gabriel a María, se recita la invocación por la paz en Tierra Santa y en todo el mundo. «Desde hace más de siete siglos – prosigue el hermano Stéphane en conversación con el Centro de Medios Cristianos de la Custodia de Tierra Santa–, los franciscanos, ya sea en tiempo de guerra, de excavaciones, de trabajo o de paz, visitan diariamente los lugares de la pasión de Jesús, el lugar donde fue crucificado, murió en la cruz, fue sepultado y resucitó, y después se apareció a sus discípulos, a Nuestra Señora y a María de Magdala. Hacemos presentes los acontecimientos de la historia de la salvación».
En la Basílica de la Dormición de María, fuera de las murallas de la ciudad vieja, en el lugar comúnmente llamado Monte Sión, los monjes benedictinos organizaron toda una jornada de oración. Delante de la cruz situada en el ábside de la iglesia, se recitaban salmos durante todo el día. En esta basílica, que según la tradición fue el lugar del tránsito de Nuestra Señora, el abad padre Nikodemus Schnabel se dirigió a los presentes de la siguiente manera: «Tomemos prestadas estas antiquísimas palabras de los Salmos que se refieren a nuestro pan espiritual de cada día. Permanezcamos bajo la cruz porque, como ha dicho muchas veces el patriarca latino emérito Michel Sabbah, ¡nosotros en Jerusalén somos la Iglesia bajo la cruz!».
En Nazaret, Galilea, el Santuario de la Anunciación del Ángel a la Virgen María permanece abierto. Incluso con un número reducido de visitantes y peregrinos, a los que se ha aconsejado permanecer en sus hoteles y regresar a casa, la comunidad franciscana y los cristianos locales, como verdaderos luchadores en la fe, siguen perseverando en la oración, celebrando regularmente la Eucaristía. Como recordaba el hermano Wojciech Boloz, guardián de la Basílica de la Anunciación, «ahora mismo nos enfrentamos a una nueva situación un poco difícil para los que vienen aquí, los peregrinos, pero también para la población local y los cristianos». «Todos están preocupados por esta situación, pero la oración nos ayuda a afrontar esta dificultad de la vida», añade el Guardián de la Basílica de la Anunciación.
El Papa Francisco hizo sentir su cercanía a la Iglesia de Tierra Santa con varias llamadas telefónicas al padre Gabriel Romanelli, párroco latino de Gaza, que lleva días varado en Belén. «Entre todas las cosas dramáticas que estamos viviendo estos días –dice el padre Gabriel–, tuvimos un consuelo, una confrontación del Santo Padre. Le agradecí su llamamiento para que cesen todas las guerras y haya paz... esperando que la paz llegue pronto. Que su bendición cure todas las heridas de esta tierra».
Si el padre Gabriel Romanelli –que pertenece al Instituto del Verbo Encarnado y es párroco de la Iglesia latina de Gaza desde hace unos cuatro años– no puede entrar en la Franja, los que se han quedado en esos territorios hacen un llamamiento desesperado, como la hermana Nabila Saleh, directora de la Escuela Patriarcal de las Hermanas del Rosario de Gaza. «No somos perros a los que golpear, nosotros también tenemos nuestros derechos, no sólo sobre el papel. ¿Dónde está la comunidad internacional? ¿Los derechos sólo se aplican a los demás y no a nosotros, que estamos aquí encerrados? En el sur no hay nada donde quedarse, no hay casas. Aquí estamos en la desesperación total. Tenemos miedo y más que gritar no podemos. Pero, ¿nos escucha alguien?». Y cierra su llamamiento con un mensaje directo de ayuda al Papa Francisco.