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San Francisco de Asís recibiendo los estigmas

San Francisco de Asís recibiendo los estigmasMuseo Nacional del Prado

Semana Santa 2024

'Las cinco llagas', la oración que nació con los estigmas místicos de san Francisco y cada vez reza más gente

El rezo del Vía Crucis es una de las prácticas piadosas más comunes de la Cuaresma y de la Semana Santa. Este ejercicio devocional incorpora la oración o veneración de las cinco llagas, una práctica contemplativa que inició san Francisco de Asís y que cada vez recuperan más Cofradías y parroquias para los días de la Pascua

El Misterio de las Cinco Llagas, de la Trinidad, en Sevilla; el paso de la Santa Caña, en Cuenca; el paso del Santísimo Cristo de las Cinco Llagas, en Jumilla (Murcia)… las referencias a las llagas que sufrió Jesús durante su Pasión y Muerte son constantes a lo largo de toda la geografía cofrade española. Casi se podría decir que las heridas en las manos, las pies y el costado de Jesús se vuelven como una suerte de brújula, que cruza España de Norte a Sur, de Este a Oeste, y en las regiones del interior.

La mayoría de estas expresiones de piedad popular combinan la procesión de imágenes relacionadas con las heridas de Cristo, con una plegaria específica que sirve de colofón al rezo del Vía Crucis.

Este itinerario tradicional, que recorre con oraciones y reflexiones las 14 estaciones del camino de Jesús desde que fue condenado hasta su muerte en la Cruz, es una práctica común en la inmensa mayoría de las parroquias durante los viernes de Cuaresma, y cobra una especial relevancia a lo largo de la Semana Santa. Por eso, la alusión a las llagas de Jesús encuentra en el final del Vía Crucis su espacio más propicio, aunque también puede rezarse por separado.

Los estigmas de san Francisco

Pero, ¿cuál es su origen? Una antigua tradición asegura que el primer Vía Crucis pudo haber sido elaborado por la propia Virgen María durante los años en que vivió junto a san Juan en Éfeso, tras la resurrección de su Hijo.

Sin embargo, la oración de las Cinco Llagas no surgiría hasta pasado el siglo XIII, de la mano de la orden de los frailes menores: los franciscanos. Los hijos espirituales de il poverello pronto descubrieron el gran poder transformador que para el alma tenía la contemplación de las llagas de Jesús. Unas llagas que el propio san Francisco había recibido en 1224, durante un momento de oración mística en el monte Averna tras el cual le aparecieron los estigmas de las manos, los pies y el costado. Así, el santo de Asís se convirtió en el primero en reflexionar, orar y vivir el dolor de las llagas de Jesús.

No tardaría mucho este ejercicio en extenderse por Europa. De hecho, sólo un siglo después santa Brígida puso por escrito una oración a cada una de las cinco llagas, que aseguró haber recibido por inspiración divina durante un tiempo de oración y contemplación de las heridas del Señor.

El valor de las llagas

Porque si bien san Francisco fue el primero, no fue el único: también otros santos a lo largo de la historia han recibido la estigmatización mística, como el padre Pío, la beata Ana Catalina Emerick, santa Catalina de Siena, santa Gema Galgani, santa Rita de Casia… Un impacto sobrenatural que la Iglesia considera válido y real cuando supone la apertura a una mayor identificación de la persona con Jesús.

En este sentido, la oración de las cinco llagas permite a todos los fieles la contemplación del dolor salvador de Jesús, aun sin haber recibido el don de los estigmas. De hecho, esa contemplación ya basta para propiciar un profundo cambio de vida, como le ocurrió a santa Teresa de Jesús en su famosa oración ante el busto de «un Cristo muy llagado», que le suscitó una segunda conversión de la que nacería la reforma carmelitana.

Recuperar la tradición

Después de unas décadas caída en el olvido, hoy son cada vez más las parroquias, cofradías, hermandades o movimientos eclesiales que recuperan esta oración de las Cinco Llagas. Un caso sintomático es el de la Hermandad Sacramental y Cofradía Penitencial de Nuestro Padre Jesús con la Caña, de Cuenca, que había mantenido esta oración desde los orígenes de la Hermandad, a comienzos del siglo XVI, y hasta mediados del siglo XX. En 2017, la recuperaron de nuevo con el permiso del obispo conquense, monseñor Yanguas.

Las formas de rezar esta oración varían mucho según las comunidades que lo lleven a cabo. Aunque, tal vez, una de las versiones más extendidas sea la que aparece en el libro devocional Libros de la Comunidad. Semana Santa, que de forma conjunta publican tres de las principales editoriales católicas de España: San Pablo, PPC y Verbo Divino. Su autor, el sacerdote Andrés Ramos, es el actual director del Secretariado de la Pastoral Universitaria de Madrid y capellán del Colegio Mayor CEU San Pablo.

La oración de las Llagas

  1. Adoramos, Señor, la llaga de tu mano derecha. Y por ella te pedimos nos concedas la gracia de hacer siempre buenas obras. Amén.
  2. Adoramos, Señor, la llaga de tu mano izquierda. Y por ella te pedimos la gracia de que nunca te ofendamos con nuestras manos. Amén.
  3. Adoramos, Señor, la llaga de tu pie derecho. Y por ella te pedimos la gracia de poder caminar siempre por los senderos que conducen a la vida eterna. Amén.
  4. Adoramos, Señor, la llaga de tu pie izquierdo. Y por ella te pedimos la gracia de evitar toda mala compañía y todo lo que pueda arrebatarnos la inocencia. Amén.
  5. Adoramos, Señor, la llaga de tu sacratísimo costado. Y por ella te pedimos la gracia de encontrar siempre en él un refugio seguro contra todas las tentaciones y asaltos del enemigo.
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