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La misa de Bolsena, de Rafael Sanzio

La misa de Bolsena, de Rafael Sanzio

El milagro eucarístico que hace ocho siglos dio origen a la fiesta del Corpus Christi

Los textos de la misa del Corpus han sido atribuidos a santo Tomás de Aquino (+1274). Todas las oraciones y las lecturas de esta misa, lógicamente, giran en torno a la Eucaristía.

Jesucristo, antes de sufrir la pasión y morir, tuvo la celebración de una cena con sus apóstoles en la que realizó el sacramento de la Eucaristía, con el mandato de que la siguieran celebrando en lo sucesivo. Este acto de Cristo, que realiza su presencia en la Iglesia, constituye el acto principal de la liturgia cristiana, pues actualiza el sacrificio del Señor por nuestra redención.

Un esquema celebrativo común, aunque con desarrollos diversos en los distintos lugares y épocas de la Iglesia, ha mantenido la celebración de la misa en la Iglesia católica.

La celebración de la Eucaristía tiene una oración central, que se denomina «plegaria eucarística», dentro de la cual se recogen las palabras de la consagración, las palabras pronunciadas por Jesús en la última cena y que expresan la transformación del pan y del vino en el cuerpo y la sangre de Cristo. Otro momento de gran importancia para los cristianos es la comunión: cuando se recibe y se toma el cuerpo de Cristo (el pan transformado en Jesucristo) y, en algunas ocasiones, también la sangre de Cristo (el vino transformado en Jesucristo).

Desde muy pronto (ya lo atestigua Tertuliano, autor del norte de África, a finales del siglo II), cuando era posible, se guardaba parte de la Eucaristía para poder comulgar cuando no era posible participar en la Misa. Después, también se conservó para poder llevar la comunión a los enfermos graves. De esta manera, se fue desarrollando la costumbre de reservar la Eucaristía dentro de las iglesias en pequeños recipientes denominados «tabernáculo» o «sagrario». Los lugares donde se conservaba la Eucaristía comenzaron a ser lugares especialmente aptos para la oración personal, apoyados en la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía.

Surge así la adoración a la Eucaristía, conservada en las iglesias. El deseo de agradecer al Señor su presencia y, al mismo tiempo, honrar debidamente al Redentor es lo que llevará en el siglo XIII a la institución de la fiesta del Corpus Christi.

La celebración del Corpus

En el siglo XII ya encontramos muy desarrollada entre los fieles de Europa la actitud de adoración a la Eucaristía, especialmente en la misa, en torno a la consagración. A esta época corresponde la costumbre de elevar el cuerpo de Cristo, después de las palabras de la consagración, para que los fieles puedan contemplar al Señor en la Eucaristía y adorar su presencia.

El año 1209, santa Juliana de Lieja pide, como consecuencia de unas revelaciones, que se instituya una fiesta especial de la Eucaristía. En 1229, santa Juliana relata la visión a su confesor, Jacobo Pantaleón, que luego será el papa Urbano IV. En 1247 ya se instituye en Lieja una fiesta especial en honor de la Eucaristía y desde aquí se extiende a otros lugares de Alemania y Francia.

El Papa Urbano IV (antiguo confesor de santa Juliana), en 1264, con la bula Transiturus de hoc mundo, coincidiendo con el milagro eucarístico de Bolsena, en Italia (una forma consagrada que milagrosamente aparecía sangrando), instituye la fiesta del Corpus Christi, que poco a poco se va extendiendo por todas las iglesias de Europa. Es Urbano IV quien establece como fecha de celebración el jueves siguiente al domingo de la Santísima Trinidad, quizá evocando el mismo jueves santo.

Los textos de la misa del Corpus han sido atribuidos a santo Tomás de Aquino (+1274). Todas las oraciones y las lecturas de esta misa, lógicamente, giran en torno a la Eucaristía.

Unida a la celebración de la misa está la procesión con la Eucaristía en un expositor, denominado «custodia», porque en él se custodia, se guarda, el sacramento del Cuerpo de Cristo. Estas procesiones tienen un notable desarrollo a lo largo de los siglos XIV y XV, como expresión de la fe de una ciudad o un pueblo, que acompaña al Santísimo por las calles. No es extraño que se establezcan paradas en la procesión y sucesivas bendiciones con la Eucaristía; también se crean asociaciones eucarísticas para cuidar la adoración al Señor, y otros grupos de fieles que se comprometen a participar en la procesión.

Otro fenómeno que se inicia en esta época son las grandes custodias procesionales, muy elaboradas y de gran valor artístico, que se desplazan con el Santísimo por las naves de las iglesias y por las calles de las poblaciones para que todos puedan contemplar la Eucaristía: la presencia de Dios en medio de nosotros.

De ayer a hoy

En la actualidad, se mantiene como fecha de la solemnidad del Corpus el jueves posterior al domingo de la Trinidad (esto es, el segundo jueves después de Pentecostés). Sin embargo, en los lugares donde este día es laborable, por acuerdo de la Conferencia Episcopal se puede trasladar al domingo sucesivo, para favorecer la participación de los fieles. Así sucede en España, desde 1988.

No obstante, en algunos lugares, a causa del arraigo popular de estas celebraciones, el jueves que correspondería celebrar el Corpus, tienen lugar actos votivos a la Eucaristía, con la misa y la procesión.

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