Padre Diep, el primer mártir vietnamita del siglo XX que honran incluso los no cristianos
En marzo de 1946, el padre Francis Xavier Truong Buu Diep fue arrestado junto a 70 feligreses y encarcelado en un granero bajo la amenaza de ser quemados vivos
En plena Primera guerra de Vietnam, cuando el Viet Minh, liderado por Ho Chi Minh, consideraba enemigos a los católicos, un sacerdote se negó a abandonar a su comunidad, a pesar de las amenazas. «El pastor debe quedarse donde está su rebaño», dijo con una convicción que sellaría su destino.
En marzo de 1946, el padre Francis Xavier Truong Buu Diep fue arrestado junto a 70 feligreses y encarcelado en un granero bajo la amenaza de ser quemados vivos. En un acto de heroísmo, ofreció su vida a cambio de la liberación de los demás prisioneros. Su sacrificio fue aceptado, y él ejecutado.
Décadas después, su valentía es honrada con su beatificación, autorizada por el Papa Francisco el pasado lunes, 25 de noviembre. Una historia que, aunque poco conocida, ilumina la trayectoria de la Iglesia en Vietnam y cobra aún mayor relevancia al convertir al padre Diep en el primer mártir vietnamita del siglo XX. Además, la noticia coincide con una fecha significativa: la fiesta de los mártires vietnamitas, 117 figuras canonizadas en 1990 que simbolizan siglos de persecución en una tierra profundamente marcada por la fe.
«Mi vida y mi muerte son por mi rebaño»
El padre Francis Xavier Truong Buu Diep, originario de la provincia vietnamita de An Giang, dedicó su vida a su comunidad desde su ordenación sacerdotal en 1924. Formado en el seminario de Phnom Penh, capital de Camboya, sirvió durante 16 años en una parroquia al suroeste de Vietnam, promoviendo nuevas comunidades católicas en estos territorios.
En 1945, el suroeste de Vietnam vivió una devastadora guerra que destruyó aldeas y desplazó a la población. La Primera guerra de Vietnam fue un conflicto crucial entre el Viet Minh, el movimiento comunista de Ho Chi Minh, y las fuerzas coloniales francesas que intentaban recuperar el control sobre Indochina. Durante este conflicto, los católicos, a menudo vistos como colaboradores de los colonos franceses, fueron perseguidos.
Cuando su región fue ocupada, el superior del padre Diep le aconsejó que abandonara su parroquia y se refugiara como otros sacerdotes en un lugar más seguro. A pesar del peligro, Buu Diep rechazó abandonar a su comunidad, respondiendo: «Mi vida y mi muerte son por mi rebaño, el pastor debe quedarse donde está su rebaño. Siempre he vivido con mi gente y, si es necesario, moriré entre ellos». Fue arrestado junto a otros cristianos, acusados de colaborar con los franceses. Encerrados en un granero bajo amenaza de ser quemados vivos, el sacerdote ofreció su vida para salvar a los demás, lo cual fue aceptado.
Tras su martirio, su cuerpo fue arrojado a un pozo poco profundo que fue recuperado por los fieles, quienes lo enterraron en la iglesia de Tac Say, donde desde 1969 es venerado por cristianos y personas de otras religiones. Su ejemplo de santidad es recordado incluso por el cardenal Jean-Baptiste Pham Minh Man, quien destacó en unas declaraciones a Asia News que el padre Diep era «un sacerdote santo, siempre preocupado por el futuro de la Iglesia y dispuesto a animar a los fieles a para que se comprometieran plenamente con su fe». Además, el cardenal agregó que, «allí donde iba, se comprometía a construir un lugar de culto y casas para los fieles. Vivió y murió por ellos».
Los 117 mártires de Vietnam
Aunque el padre Diep sea el primer vietnamita del siglo XX en ser reconocido como mártir, antes de él hubo numerosas almas que también entregaron su vida a Dios en defensa de su fe. El 19 de junio de 1988, el Papa Juan Pablo II canonizó a 117 mártires vietnamitas, los cuales habían sido beatificados en varias ocasiones entre 1900 y 1951. Este grupo incluía 96 vietnamitas, 11 españoles y 10 franceses, y estaba compuesto por obispos, sacerdotes, laicos y miembros de diversas órdenes religiosas como los dominicos y misioneros de las Misiones Extranjeras de París.
La mayoría de los mártires fueron perseguidos entre 1835 y 1862, y algunos de ellos también habían sido beatificados anteriormente. De estos 117, 75 fueron decapitados, mientras que otros murieron estrangulados, quemados vivos, descuartizados o torturados en prisión, siempre manteniendo su fe y negándose a renunciar a Cristo.
Entre los canonizados españoles, destacan los dominicos Jerónimo Hermosilla (La Rioja) y Valentín de Berriochoa (Vizcaya). Estos religiosos llegaron a Vietnam como parte de las misiones coloniales y, al igual que muchos misioneros europeos, fueron arrestados y ejecutados por sus esfuerzos para difundir la fe cristiana. Ambos murieron decapitados en 1861.