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Corita Kent, en su estudio

Corita Kent, en su estudioCorita Art Centre

Corita Kent, la monja pop que consagró su vida a Dios y al arte de Andy Warhol

Las obras de la hermana Corita se van a exponer en la Bienal de Venecia de este 2024

Junto a Roy Lichtenstein, Keith Haring o Andy Warhol aparece en los manuales de arte pop otro nombre quizá menos conocido pero no por ello menos singular. Frances Elizabeth Kent, más conocida como sister Corita, nació en Iowa en el año 1918. Era la pequeña de seis hermanos y de familia católica. A los 18 años se ciñó el hábito de las hermanas del Inmaculado Corazón de María en Los Ángeles, donde había estudiado.

En sus años de instituto, las religiosas ya se dieron cuenta del potencial de la joven y la animaban a asistir a clases de arte. Años más tarde, sus obras se tiñeron también de activismo por la paz y el amor. Su congregación tenía universidad propia en la ciudad de las estrellas, donde Corita se formó en el prestigioso Immaculate Heart College, cuyo departamento de arte terminó dirigiendo en los 60.

Sister Corita se decantó por la serigrafía, como tantos artistas del movimiento pop, a la que después sumó el collage. Toma imágenes de la publicidad y de envases de productos del supermercado, pero el elemento central de su obra es la palabra. No obstante, en sus comienzos, empleaba imágenes figurativas y religiosas.

Los pasajes de la Biblia o canciones populares que incluía en sus obras los fue cambiando por mensajes cada vez más políticos a partir de los años 60. Como profesora de arte, recorrió Estados Unidos dando charlas y conferencias y algunos de sus oyentes más ilustres fueron Alfred Hitchcock, John Cage o Saul Bass.

Creer en Dios es saber que habrá justicia y que la vida tendrá sorpresas maravillosasCorita KentAlrededor del año 1978

Esta monja se volvió activista y sus obras empezaron a hablar de la pobreza, el racismo o las injusticias sociales que acontecían en el mundo. La guerra de Vietnam y las crisis humanitarias eran temas recurrentes en sus serigrafías. Sus posturas encontraron la oposición del obispo de Los Ángeles, que tildó a la universidad de «comunista» y la obra de Corita como «blasfema».

En 1968 decidió volver a la vida secular. Dejó a las hermanas inmaculadas y se mudó a Boston, donde su estilo se volvió más introspectivo. Tuvo gran influencia en ello el diagnóstico de cáncer que llegó hacia 1970. Nunca olvidó su congregación, a la que donó algunas obras y sus derechos tras su muerte en 1986.

Al momento de su fallecimiento, había realizado unas 800 serigrafías, miles de acuarelas y un número ingente de encargos públicos y privados, como el sello emitido por el servicio Postal de los Estados Unidos en 1985; además de 200 exposiciones. Sus diseños aparecieron a todo color en Life, Newsweek o Time, revistas que ella misma llamaba manuales contemporáneos de contemplación.

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