El Papa alerta en Edmonton sobre «la caricatura de la tradición que lleva al retroceso»
Francisco ha asegurado que «nuestros predecesores nos transmitieron una pasión, una fuerza y un anhelo, un fuego que nos corresponde reavivar». Por eso, «no se trata de custodiar cenizas, sino de reavivar el fuego que ellos encendieron»
Más de 60.000 personas se han dado cita en el Commonwealth Stadium de Edmonton para asistir a la primera Misa del Papa Francisco en Canadá, que celebró sentado durante la mayor parte del tiempo. Se conmemoraba la fiesta de San Joaquín y Santa Ana, los padres de la Virgen, y el pontífice aprovechó para recordar la importancia de mantener nuestras raíces y de respetar el legado de los abuelos.
En este aprecio de lo que nos llega de los mayores, el Papa Francisco alertó sobre «la caricatura de la tradición, que no se mueve en una línea vertical –de las raíces al fruto–sino en una línea horizontal –adelante-atrás–, que nos lleva a la cultura del ‘retroceso’ como refugio egoista». A su juicio, esta actitud lleva a encasillar el presente y conformarse con la lógica del «siempre se ha hecho así».
Encasillar el presente
En esta misma línea, el obispo de Roma aseguró que «nuestros predecesores nos transmitieron una pasión, una fuerza y un anhelo, un fuego que nos corresponde reavivar». Por ello, a su juicio, «no se trata de custodiar cenizas, sino de reavivar el fuego que ellos encendieron».
El Papa recalcó la necesidad de «cuidar las raíces, ya que así es como crece el àrbol y se construye el futuro». Animó a «no empañar la gloria de nuestros antepasados, no perder su recuerdo, no olvidarnos de la historia que dio a luz a nuestra vida». Todo un fundamento vital que nos permitirá plantearnos: «¿Qué queremos dejar en herencia a nuestra posteridad?»
Dar fruto
Al recordar todo el esfuerzo y la dedicación de nuestros abuelos y mayores, el Papa aseguró que «ahora nos toca a nosotros no decepcionarlos. Respaldados por ellos, que son nuestras raíces, nos corresponde a nosotros dar fruto. Nosotros somos las ramas que deben florecer y producir nuevas semillas en la historia».
Ante los miles de fieles congregados en el Commonwealth Stadium, el Papa Francisco animó a desterrar la lógica del beneficio económico para valorar el éxito. El criterio generativo de un cristiano debe ser «¿Estoy generando vida? ¿Estoy difundiendo en la historia un amor nuevo y renovado que antes no existía?». Son cuestiones que nos apartan de la crítica fácil. Por eso Francisco asegura que «el Señor no quiere que seamos solo críticos con el sistema, no quiere que seamos cerrados y de los que retroceden, sino artesanos de una historia nueva, tejedores de esperanza, constructores de futuro, artífices de paz».
El Papa concluyó la homilía en Edmonton pidiendo la intercesión de San Joaquín y Santa Ana para construir «un futuro en el que no se descarte a los mayores porque funcionalmente ‘no son necesarios’; un futuro que no juzgue el valor de las personas sólo por lo que producen; un futuro que no sea indiferente hacia quienes, ya adelante con la edad, necesitan más tiempo, escucha y atención; un futuro en el que no se repita la historia de violencia y marginación que sufren nuestros hermanos y hermanas».
Finalizada la Misa, el Papa se dirigió al Lago de Santa Anne, una meta de peregrinación de numerosas comunidades indígenas y también sede de una misión católica desde finales del siglo XIX.