El Vaticano emite un sello por los 400 años de la Embajada española ante la Santa sede
El duque de Albuquerque escogió hace cuatro siglos como lugar definitivo el Palacio Monaldeschi, ubicado en la Plaza de España. Veinticinco años después, aquel edificio pasó a ser propiedad española
La Oficina de Correos del Vaticano ha emitido un sello y un matasellos para conmemorar los 400 años de la Embajada de España en el edificio de Plaza de España, ante la Santa Sede. La decisión de adoptarlo como lugar definitivo fue del duque de Albuquerque.
La iniciativa pretende destacar la misión diplomática permanente más antigua del mundo, además de reconocer la «singularidad» del Palacio de España entre las distintas embajadas acreditadas ante la Santa Sede.
Por ello, el presidente de la Comisión Pontificia para el Estado de la Ciudad del Vaticano, el cardenal Fernando Vérgez Alzaga, encargó un sello conmemorativo y un matasellos especial die emissionis al Servicio de Correos y de la Filatelia vaticana que se han emitido este miércoles.
El sello reproduce la fachada del Palacio de España tal y como se recoge en el cuadro Fiesta en la Embajada de España, del pintor Giovanni Paolo Pannini, pintado en 1727 y actualmente en la Apsley House de Londres.
El cuadro y el efímero barroco que en él se ve fueron comisionados por el embajador de España ante la Santa Sede, el cardenal Bentivoglio d'Aragona, con motivo del nacimiento del infante Don Luís de Borbón y Farnesio.
Los sellos ya están disponibles. Se emitirán 137.500 sellos (27.500 folios de cinco sellos cada uno) y su precio es de 1,20 euros la unidad.
Los Reyes Católicos crearon en 1475 la misión diplomática de España ante la Santa Sede, por lo que se considera la más antigua del mundo. El primer embajador fue Gonzalo de Beteta.
Pero, hasta el año 1622, los embajadores españoles vivían en palacios privados alquilados de Roma. Hace cuatro siglos, el duque de Albuquerque adoptó como lugar definitivo el Palacio Monaldeschi, ubicado en la Plaza de la Trinidad dei Monti, que pasaría a llamarse Plaza de España. Veinticinco años después, aquel edificio pasó a ser propiedad española.
En 1647, el VIII conde de Oñate, Íñigo Vélez de Guevara, lo compró por 22.000 escudos en una subasta pública. La operación se completó con la adquisición de otras cuatro casas con las que se amplió el edificio. En 1654, lo adquirió la Corona de España y el rey Felipe IV envió 19.000 ducados para su reparación y mantenimiento.