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El escolapio Pedro Díez Gil

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El Papa reconoce las «virtudes heroicas» del español Pedro Díez Gil

En profunda unión con el Señor, con una intensa actividad educativa, visitando enfermos y confesando, fue para sus alumnos un sencillo testigo del Evangelio

el Papa Francisco ha reconocido las «Virtudes Heroicas» del escolapio Padre Pedro Díez Gil, que se encuentra cada vez más cerca de los altares. Sacerdote y educador, falleció en 1983 en el Colegio de las Escuelas Pías de Zaragoza tras una vida entregada a la educación, al estilo de San José de Calasanz.

El «siervo de Dios» nació el 14 de abril de 1913 en Pampliega, Burgos. Formado por los escolapios primero en la escuela del beato Manuel Segura, mártir de la persecución religiosa en España, y después en la del beato Faustino Oteiza, Pedro de la Virgen del Carmen, sacerdote de la Orden de los Clérigos Regulares Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías, fue enviado al frente como capellán militar y permaneció allí hasta el final de la guerra.

Incansable en el apostolado sacerdotal con los pobres, enfermos y moribundos de la parroquia de San Pablo, llegó a realizar actos heroicos que le ganaron la admiración de la parroquia, de la policía y de las autoridades eclesiales. Se ocupó, con igual intensidad, de promover el culto litúrgico en la iglesia del colegio, y fue nombrado consiliario del turno XVIII de la Adoración Nocturna de Zaragoza (1956) y de la Conferencia Vicentina San José de Calasanz (1969). Ejerció estos cargos hasta que la enfermedad final minó sus fuerzas.

Generaciones de maestros

Pero su trabajo específico y sus éxitos pedagógicos entre 1935 y 1980 tuvieron lugar entre los niños de cinco años del parvulario de su colegio, que él organizó con acertadas medidas didácticas. Con gran intuición, buscó métodos nuevos para enseñarles a leer, escribir y rezar con provecho y facilidad. Cuando intentaron las Escuelas Pías de España publicar textos nuevos para sus alumnos, Textos E. P., la Editorial Bibliográfica Española encargó a los padres Pedro Díez y Joaquín Erviti (Vasconia) la preparación de las cartillas para párvulos y libros de lectura infantil. Cumplieron el encargo, partiendo del método ideológico–fonomímico, que venían utilizando en sus respectivos parvularios. El padre Pedro ya había preparado y publicado años antes una cartilla con ilustraciones en color. El padre Erviti redactó la nueva cartilla, que tomó el sugestivo título de Chiquitín.

Sencillo testigo del evangelio

El padre Pedro completó Chiquitín con un sistema de fichas, que preparó a mano y consiguió después editar. A esas fichas asoció los medios audiovisuales, tras la preparación artesanal de más de diez mil diapositivas. Intervino activamente en la redacción de libros de lectura infantil y particularmente del titulado Sonrisas, ayudado por sus compañeros, el escritor y poeta Benedicto Lorenzo Blancas y el dibujante Ángel Lalinde.

La Real Academia de la Historia señala que el padre Pedro formó a nuevas generaciones de maestros en el arte de enseñar a los párvulos, probó la bondad del método ideológico-fonomímico con clases prácticas con soldados en los cuarteles y con niños en escuelas públicas y privadas, y lo difundió en asambleas, jornadas y congresos pedagógicos, desarrollados en Zaragoza,

En Zaragoza vivió en profunda unión con el Señor, desarrollando una intensa actividad en el colegio, visitando enfermos y confesando. Punto de referencia para sus alumnos, devoto de la Virgen María, fue un sencillo testigo del Evangelio.

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