El papa Francisco hace un gesto mientras preside el rezo del Ángelus desde la ventana de su despacho, este domingo.-EFE/ Fabio Frustaci
El Papa advierte contra una dictadura: la del hacer
En el rezo dominical del Ángelus del pasado domingo se recordó a los fieles dos conceptos: «descanso y compasión»
la oración dominical del Ángelus en la plaza de San Pedro, en Roma, es siempre el momento del Pontífice de invitar a los presentes a reflexionar sobre un tema específico, inspirado en el Evangelio del día.
El Evangelio de la liturgia de ayer (Mc 6,30-34) narra como Jesús dice a los apóstoles: «Vengan ustedes solos a un lugar desierto, para descansar un poco». A su vez, Jesús siente compasión por toda la muchedumbre que los sigue, por lo que el Pontífice remarcó una idea principal: la invitación a descansar y a la compasión.
«Jesús se preocupa por el cansancio de los discípulos» porque «quizás está intuyendo un peligro que puede incumbir también en nuestra vida y nuestro apostolado» explicó Francisco, quien reflexionó sobre cómo la sociedad actual, imbuida en el trabajo, las tareas y la prisa, convierte a las personas en «víctimas del activismo». «Y entonces ocurre que nos agitamos y perdemos de vista lo esencial, arriesgando acabar con nuestras energías y caer en el cansancio del cuerpo y del espíritu», añadió el Pontífice.
«La dictadura del hacer»
«¡Estemos atentos a la dictadura del hacer!» instó el Santo Padre a lo fieles, a quienes les puso el ejemplo de los padres que sacrifican el compartir familiar para buscar el alimento diario: «A menudo salen temprano por la mañana cuando los niños todavía duermen y regresan la noche tarde cuando están ya en la cama. Esta es una injusticia social», afirmó, y agregó que en las familias, los padres «deberían tener tiempo para compartir con los hijos, para acrecentar este amor familiar y no caer en la dictadura del hacer».
Es así como el Papa Francisco llegó a la conclusión de su comentario al Evangelio: «Solo si aprendemos a descansar podemos tener compasión». Sin embargo, destacó que el descanso propuesto por Jesús «no es una fuga del mundo, un retirarse en el bienestar personal; por el contrario, frente a la gente confundida él siente compasión».
De esta forma el Pontífice sugirió el silencio de la oración para no dejar consumar el corazón por el ansia del hacer: «Es posible tener una mirada de compasión, que sabe reconocer las necesidades del prójimo, solamente si nuestro corazón no está consumado por el ansia del hacer, si sabemos detenernos y, en el silencio de la adoración, recibir la gracia de Dios».
