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19 de septiembre de 2024

La alegría de los jóvenes al ver pasar al Papa por delante de ellos

La alegría de los jóvenes al ver pasar al Papa por delante de ellos durante la Jornada Mundial de la Juventud en LisboaAFP

Francisco desafía a los jóvenes a vivir sin congelar «momentos fugaces» en selfies

El Pontífice ha dirigido un mensaje a los jóvenes católicos para la Jornada Mundial de la Juventud, que se celebrará el 24 de noviembre a nivel diocesano

El Papa Francisco ha enviado un mensaje a los jóvenes católicos con motivo de la próxima Jornada Mundial de la Juventud, que este año se celebrará a nivel diocesano el 24 de noviembre. La Jornada Mundial de la Juventud es un evento anual que tiene lugar en cada diócesis, alternándose cada tres años con el gran encuentro internacional que reúne a jóvenes de todo el mundo. En esta ocasión, el tema central está inspirado en el versículo de Isaías: «Los que ponen su esperanza en el Señor caminan sin cansarse», (Is 40,31).

En su mensaje de tres páginas, el Pontífice anima a los jóvenes a emprender el camino de la fe «no como simples turistas, sino como peregrinos» y los insta a dejar de ver y juzgar el mundo «desde detrás de una pantalla». Para el Papa, es esencial que no se conformen con una «experiencia fugaz» para luego «congelarlo en un selfie», y de cara al próximo Jubileo de 2025, que arrancará en diciembre, les exhorta a ver la vida como un «viaje interior».

Francisco también aborda el tema del aburrimiento, «ese estado de apatía e insatisfacción de quien no se pone en marcha, no decide, no elige, no se arriesga nunca y prefiere permanecer en su propia zona de confort, encerrado en sí mismo, viendo y juzgando el mundo desde detrás de una pantalla, sin ensuciarse nunca las manos con los problemas, con los demás, con la vida».

El Papa no esquiva las dificultades que enfrentan los jóvenes en la actualidad. Según él, vivimos «tiempos marcados por situaciones dramáticas que generan desesperanza e impiden mirar al futuro con espíritu sereno», citando ejemplos como «la tragedia de la guerra, la injusticia social, la desigualdad, el hambre, la explotación del ser humano y de la creación». Y lamenta que los que pagan «el precio más alto» de estas crisis son precisamente los jóvenes. El Pontífice advierte que muchos jóvenes pueden verse atrapados «sin esperanza, prisioneros del aburrimiento y de la melancolía, arrastrados a veces por la ilusión de la transgresión y de las realidades destructivas».

«Los éxitos dejan hambrientos»

Otro aspecto que subraya el Papa es la insatisfacción que puede generar el éxito material, cuando este se convierte en el único objetivo de la vida: «Los logros, las conquistas y los éxitos en el camino, si se quedan solo en lo material, tras un primer momento de satisfacción, dejan a los hombres hambrientos, anhelando un sentido más profundo». También explica que es «normal» sentir cansancio tras el entusiasmo inicial de una peregrinación, que compara con un viaje interior. A veces, lo que provoca este cansancio es la presión social, que nos empuja a «alcanzar determinados estándares de éxito en los estudios, el trabajo, la vida personal».

El Pontífice señala que este cansancio también se siente en otros ámbitos, como el matrimonio, el sacerdocio o la vida consagrada, donde pueden aparecer «momentos de crisis que hacen que la vida parezca una difícil caminata por el desierto». Describe este tipo de agotamiento como una sensación de estar atrapados «en el ajetreo de un activismo vacío», que nos lleva a llenar los días con múltiples actividades, pero con la constante impresión de «no hacer nunca lo suficiente» y de «no estar a la altura». Este cansancio, explica, «es como un cemento en el que se sumergen nuestros pies, que acaba por endurecerse, nos pesa, nos paraliza y nos impide avanzar».

A pesar de todo, Francisco ofrece un mensaje de esperanza, subrayando que los tiempos de crisis «no son tiempos perdidos o inútiles, sino que pueden convertirse en importantes ocasiones de crecimiento». Advierte también sobre las «falsas esperanzas» que pueden surgir en esos momentos, pero asegura que, incluso en las dificultades, «el Señor no nos abandona; se hace cercano a nosotros con su paternidad y nos da siempre el pan que revigoriza nuestras fuerzas y nos pone de nuevo en camino».

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