Las ventajas de incorporar miel a tu alimentación

Dulce y natural, la miel siempre ha sido un manjar perfecto utilizado para incluir y aderezar nuestras comidas. La producen las abejas a partir del néctar de las flores o de otras secreciones azucaradas de las plantas en combinación con sustancias producidas por las propias abejas. Existen cerca de 320 tipos de miel que varían en color, sabor y aroma.

Está compuesta mayoritariamente por azúcar y, en menor medida, por agua. Pero también por más de 150 compuestos minoritarios que son responsables de la mayoría de de las propiedades biológicas. La miel consta de una larga lista de beneficios para la salud, que hacen que sea un ingrediente indispensable en todas las casas:

• Es fuente de antioxidantes. Constituye un complemento dietético importante para la prevención de enfermedades cardíacas, del sistema inmune y de procesos antiinflamatorios.

• Mejora el colesterol. Es un buen aliado contra el colesterol malo a la vez que aumenta el bueno. Además, disminuye el nivel de triglicéridos, reduciendo el riesgo de sufrir enfermedades del corazón o diabetes tipo 2.

• Aporta proteínas. Contiene enzimas y aminoácidos, esenciales para la producción de proteínas.

• Buena para la salud mental. Los investigadores afirman que podría tener beneficios ante la depresión, anticonvulsivos, contra la ansiedad e incluso previene algunos trastornos de la memoria.

• Mejora la salud gastrointestinal. Ayuda a metabolizar los alimentos, lo que hace que favorezca la digestión, prevenga el reflujo y alivie el estreñimiento. Además, la miel nutre a las bacterias buenas que viven en el intestino.

• Alivia el dolor de garganta. Muy útil, en especial para el invierno, para reducir la inflamación en la garganta y los pulmones a la vez que alivia la tos.

Aun así, como con todo, no conviene abusar de su consumo. A pesar de que tiene un aporte calórico menor que el azúcar, una dieta alta en azúcares puede provocar un aumento de peso.

Por otra parte, existen algunas contraindicaciones, como la posibilidad (poco frecuente) de que cause botulismo infantil o reacciones en personas alérgicas al polen de las abejas.