Qué es el natto, el superalimento que esconde el secreto de la longevidad japonesa
Con un olor similar al amoníaco y una textura viscosa suele formar parte del desayuno o como guarnición
Japón es el país con mayor esperanza de vida y hogar de más de una cuarta parte de la población mundial de más de 65 años. Además, son los que tienen menos probabilidades de morir por un accidente cerebrovascular o una enfermedad cardíaca. ¿Cuál es el secreto de la longevidad japonesa?
Seguramente sea una combinación de factores pero mucha culpa la tiene su alimentación y en concreto unas habas de soja: el natto. Este considerado superalimento se elabora fermentando soja con Bacillus subtilis, una bacteria que se encuentra en las plantas y en el suelo y que suele ser clave en el desayuno de los japoneses.
Beneficios probados
Diferentes trabajos han concluido los beneficios de esta soja fermentada. En un estudio publicado en 2020, un equipo de investigadores en Japón se dispuso a indagar sobre la asociación entre varios tipos de productos de soja y la mortalidad por distintas causas entre ellas la cardiovascular o la respiratoria. El estudio se llevó a cabo entre una población de 42.750 hombres y 50.165 mujeres de 45 a 74 años durante un período de seguimiento de casi 15 años.
Los investigadores encontraron que una mayor ingesta de soja fermentada (natto y miso) se asoció con un riesgo significativamente menor (10 %) de mortalidad por todas las causas y también tenían un menor riesgo de mortalidad cardiovascular que los que no comieron natto, pero no hubo asociación entre la ingesta de soja y la mortalidad relacionada con el cáncer. Estos resultados persistieron incluso después de ajustar más la ingesta de verduras, que fue mayor entre los que consumían porciones más grandes de natto.
Los autores señalan que los productos de soja fermentada son más ricos en fibra, potasio y componentes bioactivos que sus contrapartes no fermentadas, lo que puede ayudar a explicar sus asociaciones.
Este beneficioso alimento frecuente en el desayuno japonés no tiene, sin embargo, un sabor demasiado apetecible. Con un olor similar al amoníaco y una textura viscosa suelen incluirse, además del desayuno, como guarnición de arroces, verduras, pescados o carnes.