Ahorro energético Cómo afecta a nuestro organismo el aire acondicionado a 27 º y la calefacción a 19 º
La Dra. Mercedes Villarreal García-Lomas explica cómo el cuerpo humano tiene mecanismos para encarar el cambio de temperaturas del exterior
Desde mediados de agosto, el aire acondicionado en grandes superficies, comercios y edificios públicos no puede estar por debajo de los 27 grados centígrados. En invierno, la calefacción también estará sometida a restricciones en estos lugares, y la temperatura no podrá superar los 19 grados. Estas medidas de ahorro energético son de obligado cumplimiento para las empresas y de recomendación en los hogares. Pero, ¿cómo afecta al organismo estas medidas del Gobierno con las que se pretende reducir el consumo de gas en un 7%?.
La Dra. Mercedes Villarreal García-Lomas, jefe de servicio de Medicina Interna del Hospital Universitario HM Torrelodones, asegura que, en general, el frío controlado tiene mayores beneficios que el calor.
–¿Cuál es la mejor temperatura ambiente para el cuerpo humano?
–Una persona necesita que su cuerpo tenga una temperatura corporal media de 37º para funcionar con normalidad, pudiendo oscilar entre los 36,1º y los 37,2º. Existen muchos factores que influyen en esta temperatura, siendo los más importantes, entre otros, la temperatura del ambiente y la actividad que estamos realizando.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), en 1987, ya definió que las temperaturas interiores que oscilan entre 18 y 24 °C no se asociaron con riesgos para la salud de adultos sanos. En 2018, este mismo organismo establece una fuerte recomendación en el mínimo de 18°C, considerándola como la temperatura interior mínima segura para proteger la salud. Sin embargo, a la hora de establecer una recomendación sobre la temperatura máxima en interiores, no son tan tajantes, aunque se mantiene de manera general esa recomendación de 24º.
–Desde el punto de vista médico, ¿es mejor pasar frío o calor?
–El cuerpo humano es una máquina perfecta que tiene mecanismos que le ayudan a encarar el cambio de temperaturas del exterior. El hipotálamo, una región del cerebro que controla funciones vitales básicas, actúa de termostato y nos activa la sudoración o la vasodilatación cutánea (nos ponemos colorados) con el calor para mantener nuestra temperatura interior constante; o por el contrario, ante el frío, favorece la vasoconstricción y activa la secreción de hormonas que nos ayuden a la termogénesis.
En general, el frío controlado tiene mayores beneficios que el calor. Enumeramos una serie de ventajas:
- Estimula el sistema nervioso a través de la secreción de hormonas de estrés
- Estimula la formación de grasa parda o marrón, una «grasa buena» cuya función principal es producir calor a través de la termogénesis, es decir, quemando grasa.
- Potencia el sistema inmunológico.
- Regula la sensibilidad a la insulina y mejora el control de las cifras de glucosa.
- Combate la inflamación por el efecto antiinflamatorio que supone la liberación de cortisol y otras hormonas relacionadas con el estrés.
- Favorece la longevidad, a través de la activación de diversos genes como TRAP-1 y DAF-16 y a la ralentización del metabolismo produciendo menos radicales libres que ataquen distintas zonas de nuestra piel u otros órganos.
- Mejora la calidad del sueño. Esto es algo muy importante que nos mejora el estado de ánimo, favoreciendo un descanso óptimo.
–¿Cómo puede influir la temperatura en el rendimiento laboral?
–Está claro que un lugar de trabajo con demasiado calor o demasiado frío puede afectarnos. Hay numerosos estudios que afirman que los ambientes de trabajo con temperaturas superiores a 30ºC o inferiores a 15ºC reducen hasta un 10 % la productividad del trabajador.
Un ambiente muy caluroso nos aletarga, el calor nos lleva a ralentizar nuestras funciones para no consumir más energía de la necesaria. Se puede llegar a producir sudoración excesiva, dolores de cabeza, presión baja y cansancio que conllevan una pérdida de concentración y reducción del ritmo de las tareas a realizar.
Un ambiente muy frío nos distrae. Cuando la temperatura de nuestro cuerpo desciende, gastamos energía extra para mantenernos calientes, lo que hace que la cantidad de energía disponible para la concentración, sea menor.
–Cuando se envejece se siente menos calor. ¿Tener la temperatura ambiente a 19 º puede ser perjudicial?
–Las personas mayores tienen una menor capacidad termorreguladora, es decir, el organismo pierde esa capacidad de generar el calor suficiente para mantener la temperatura normal. Hay un descenso en la cantidad de grasa y un adelgazamiento de la piel que limitan la conservación del calor. Además, la circulación de la sangre es más lenta y hace que sea más difícil retener el calor a lo largo del cuerpo. Esto puede deberse tanto al propio proceso de envejecimiento, como a la mayor incidencia de patologías crónicas y al efecto secundario de algunos medicamentos.
La hipotermia es una condición grave en la población anciana. El descenso de la temperatura corporal por debajo de lo normal puede derivar en problemas de salud graves como angina o infarto agudo de miocardio, problemas renales, empeoramiento del EPOC, etc…
La hipotermia no se produce solo en situaciones extremas, las personas mayores con una tasa metabólica baja pueden experimentarla con temperaturas de 20ºC. Por debajo de esa temperatura deberíamos asegurar un suficiente abrigo en este colectivo, sobre todo si ellos no son capaces de verbalizar que tienen frío.