Entrevista | Dra. Violeta Fajardo
«La leche materna cubre un tercio de las necesidades calóricas y proteicas de un bebé de un año»
La doctora Violeta Fajardo asegura que la duración de la lactancia materna también está implicada en un mejor desarrollo emocional y psicosocial del niño
Amamantar a un hijo es un proceso tan natural como beneficiosos tanto para el niño como para la madre. De sobra es conocido que la leche materna tiene las cantidades adecuadas de carbohidratos, proteínas y grasa además de proporcional anticuerpos que protegen al bebé de contraer enfermedades. Para la madre no solo favorece la involución uterina y disminuye la hemorragia postparto sino que reduce el riesgo de cáncer de ovario o de mama. Sin embargo, aún siguen siendo muchas las madres que renuncian a la lactancia materna en los primeros meses de vida de sus hijos.
La Dra. Violeta Fajardo Martín, profesora de Ciencias Farmacéuticas y de la Salud (Área de Nutrición) de la Facultad de Farmacia de la Universidad San Pablo-CEU, resuelve las dudas más corrientes de las familias en los primeros meses de alimentación de sus hijos.
–¿Qué beneficios tiene la lactancia tanto para el niño como para la madre?
–Es indudable, muy reconocida ya, la evidencia científica de los beneficios que la lactancia materna aporta tanto al lactante como a la madre. Por mencionar algunos de ellos, en el primero, la lactancia materna ha demostrado ser factor protector frente a diversos procesos infecciosos, el asma o la dermatitis atópica, enfermedades crónicas como la Diabetes Mellitus tipo 2 o trastornos cardiovasculares, así como contra la leucemia, la enterocolitis necrotizante, la enfermedad celíaca y otras enfermedades inflamatorias intestinales.
Además, existe un 15 a 30 % de reducción del riesgo de obesidad en la adolescencia y vida adulta de los niños alimentados con lactancia materna frente a aquéllos no amamantados. A nivel cognitivo, se ha comprobado que mejora el coeficiente intelectual, pudiendo tener también una disminución del riesgo de otras condiciones como déficit atencional, trastorno generalizado del desarrollo y alteraciones de conducta.
En cuanto a la madre, la lactancia materna favorece la involución uterina y disminuye la hemorragia postparto, se reduce el riesgo de: cáncer de ovario y mama, hipertensión, Diabetes Mellitus tipo 2 e infarto de miocardio, además de facilitar la recuperación del peso al inicio del embarazo.
La lactancia materna fomenta una buena salud física y mental del binomio madre hijo»
Así mismo, la lactancia materna posee claros beneficios económicos para las familias implicando un ahorro directo en el uso de fórmulas lácteas infantiles y biberones, e indirecto en gastos sanitarios asociados, muertes prematuras y años de vida ajustados por calidad, entre otros, ya que la lactancia materna puede prevenir un 13 % de la mortalidad infantil en el mundo y disminuye el riesgo de muerte súbita del lactante en un 36 %. Concretamente, si el 90 % de la población de EE.UU. recibiera lactancia materna exclusiva durante los 6 primeros meses de vida, se produciría un ahorro anual de 14.200 millones de dólares como consecuencia de una menor morbilidad infantil y, no podemos obviar, que la promoción y protección de la lactancia materna cumple con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), no hay ninguna otra intervención en la salud que tenga un beneficio tan grande para las madres y sus bebés y que cueste tan poco a los gobiernos como la lactancia materna.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) reconoce a la lactancia materna como un derecho humano que debe ser fomentado y protegido
Sin embargo, a pesar de todos estos beneficios, no debemos olvidar que uno de los aspectos fundamentales de la lactancia materna es que la madre no está únicamente alimentando a su hijo, sino que se está relacionando con él del modo más natural que existe, ofreciéndole el pecho como hacen todos los mamíferos para darle calor, consuelo, amor, cobijo, etc.
En definitiva, la lactancia materna fomenta una buena salud física y mental del binomio madre-hijo, pero debe ser apoyada con información eficaz y suficiente; contar con el soporte afectivo de familiares y, en general, del entorno social, basados en una política pública que garantice mayor protección a las madres durante la lactancia. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) reconoce a la lactancia materna como un derecho humano que debe ser fomentado y protegido. En este sentido, los grupos de apoyo a la lactancia materna realizan una labor fundamental en la promoción a la lactancia materna prestando un amparo imprescindible, ofreciendo recursos, información y calor a la nueva madre de manera altruista.
Por todo ello, la lactancia materna debe ser considerada un asunto de salud pública comunitaria y no solo la elección de un estilo de vida.
–¿Cómo se puede aumentar la producción de leche?
La percepción de baja producción de leche es una causa común por la que se complementa la alimentación del lactante con fórmula artificial y por la que se desteta prematuramente, a pesar de que es muy pequeño el número de madres que tienen dificultades para producir suficiente leche materna por motivos médicos.
El bebé, al igual que cualquier cría mamífera, controla la cantidad de leche que debe producir su madre. Su succión estimula la liberación de prolactina y oxitocina, que regulan la síntesis y secreción de leche. La alimentación frecuente a libre demanda del lactante con el consecuente vaciamiento de la mama mantiene la producción de leche. Cuando los alvéolos están llenos, el Factor Inhibidor de la Lactancia en el suero de la leche disminuye la síntesis de leche y se reduce la absorción de prolactina. Para mantener la lactancia, las madres deben, por tanto, estimular la mama ya sea alimentando al bebé, por extracción manual o por bombeo mecánico.
El sueño y la serotonina estimulan la liberación de prolactina por lo que el descanso de la madre es esencial para contar con una buena producción de leche. Este hecho, remarca de nuevo, la necesidad de apoyo social de la madre que lacta. La evidencia para respaldar la efectividad y la prescripción de galactogogos (fármacos que aumentan la producción de leche materna) es limitada y poseen diversos efectos secundarios graves.
–¿Cada cuánto tiempo hay que poner al niño al pecho?
–La lactancia materna se debe ofrecer a demanda del lactante, sin imponer horarios preestablecidos. Por ello, se recomienda ofrecer el pecho al bebé cuando este lo pida y permitir que las tomas duren el tiempo que él quiera, hasta que lo suelte espontáneamente o se quede dormido y relajado. Las madres pueden percibir el deseo del bebé de amamantarse sin restricción, con pocas horas de intervalo entre toma y toma, como prueba de alimentación insuficiente.
Sin embargo, el distanciamiento entre tomas depende en gran parte de la cantidad de proteínas que tiene la leche de la especie. En este caso, la cantidad de proteínas en la leche humana es mínima, lo cual hace que ésta se digiera mejor y más rápidamente, lo que explica que el bebé pueda volver a pedir mamar de nuevo muy seguido y más a menudo que los que reciben lactancia artificial. Por tanto, es totalmente normal y fisiológico que la alimentación con lactancia materna sea cada 1-2 horas o a veces incluso a los 20 minutos de haber mamado ya que los lactantes, además de alimento, buscan consuelo en el pecho de su madre. Un bebé que llora y que demanda ser amamantado necesita a su madre.
–¿Hay que despertar al niño durante la noche?
–La respuesta depende de diversas cuestiones como la edad del bebé, su peso al nacer, si padece complicaciones metabólicas o no, etc. En líneas generales, y según recomendaciones pediátricas, para evitar una hipoglucemia, es decir, una bajada de los niveles de azúcar en sangre, que preocupa más en el primer mes de vida, los primeros días, hasta que el bebé recupere el peso de nacimiento y se compruebe que tiene energía para reclamar su alimento, no se deben dejar pasar más de tres horas (contando siempre desde el comienzo de la toma), ni de día ni de noche, sin ofrecerle el pecho.
En los recién nacidos a término, se ha comprobado que se produce una bajada de glucosa transitoria tras el nacimiento que suele revertirse en las siguientes horas, aunque no se les alimente ya que estos bebés sanos son capaces de producir glucosa de otras formas y, además, el cerebro neonatal es capaz de usar otras fuentes de energía para funcionar.
Sin embargo, puede ser necesario despertar para comer a bebés muy adormilados, de bajo peso, prematuros, con enfermedades que predispongan a la hipoglucemia o hijos de madres diabéticas, entre otros.
Un bebé con una lactancia materna instaurada que duerme está tranquilo, no suele necesitar alimentarse y descansa. En cualquier caso, es importante individualizar y que pediatra y enfermera pediátrica valoren cada caso en particular.
–¿Cambia la leche de una mujer de un hijo a otro? ¿Cómo saber si se está alimentando correctamente?
–La lactancia materna es la forma natural y más saludable de alimentar a los bebés. Es el alimento diseñado por la naturaleza como la única manera de cubrir todas las necesidades nutricionales, calóricas e inmunológicas para el ser humano, sea el recién nacido prematuro o a término, para asegurar un adecuado crecimiento y desarrollo. La composición de la leche materna es específica de cada mujer y de cada hijo. Ésta se adapta a las necesidades del lactante según éste va creciendo o enferma.
La composición de la leche materna es específica de cada mujer y de cada hijo. Ésta se adapta a las necesidades del lactante según éste va creciendo o enferma»
Resaltar que la calidad de la leche materna no depende de la dieta de la madre y aunque ésta esté desnutrida o consuma una dieta desequilibrada, las células que se encargan de fabricar la leche extraen de las reservas maternas todo lo necesario para que no le falte de nada al bebé.
Es común, sobre todo en madres y padres primerizos, dudar si el bebé amamantado está comiendo lo suficiente por si la mujer no produce la cantidad de leche suficiente.
Son signos de una efectiva transferencia de leche materna mojar más de seis pañales diarios, con una orina diluida de color claro sin apenas olor»
En este sentido, el Comité de Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría apunta como signos generales: «El bebé se alimenta de manera adecuada al ver que está contento, duerme tranquilo una o dos horas seguidas y no parece enfermo». Además, son signos de una efectiva transferencia de leche materna mojar más de seis pañales diarios, con una orina diluida de color claro sin apenas olor y escuchar cómo traga leche el lactante tras la succión.
También podemos comprobar en bebés bien alimentados que hacen caca, siempre teniendo en cuenta que las cantidades y número de defecaciones con lactancia materna es muy variable ya que al digerirse tan fácilmente apenas hay residuos, a diferencia de la alimentación artificial, descartando que las heces sean secas, duras y de color verde; así como que el bebé aumenta de peso de forma paulatina, sin obsesionarse en alcanzar siempre el promedio indicado en curvas o percentiles de crecimiento. Este objetivo se consigue alimentando a demanda a los bebés, dejándoles mamar del mismo pecho lo que quieran para que consuman la parte final de la toma donde se produce leche con más grasa y, por tanto, más calorías, y, a continuación, ofrecer el siguiente pecho por si el lactante queda con hambre.
No obstante, recordar como en la cuestión anterior, que bebés muy adormilados, poco demandantes, de bajo peso y/o prematuros no provocan una buena producción de leche materna debido a una baja estimulación del pecho y pueden sufrir una hipoglucemia que necesite intervención médica.
–¿Hasta qué edad se recomienda la lactancia materna? ¿Conviene que un niño de dos años mame a demanda?
–La Organización Mundial de la Salud (OMS) y numerosas asociaciones científicas nacionales e internacionales (entre ellas la Asociación Española de Pediatría) recomiendan y fomentan la lactancia materna exclusiva los seis primeros meses de vida y, continuar con la lactancia materna a demanda, junto con otros alimentos, hasta los 2 años o más, pudiendo mantenerla todo el tiempo que madre e hijo deseen. Por tanto, no hay establecido un límite superior para finalizar la lactancia.
La leche materna no pierde sus propiedades con el paso del tiempo»
La leche materna no pierde sus propiedades con el paso del tiempo. La cantidad de grasa en la leche humana aumenta a partir del año de vida del bebé con respecto a los primeros meses, resultando un alimento completo y nutritivo para un lactante mayor y de mejor calidad que la leche de fórmula o de vaca. Por tanto, no existe nada más adecuado que la leche materna para el bebé, independientemente de su edad.
A través de la leche materna, un bebé mayor de un año cubre un tercio de sus necesidades calóricas y proteicas diarias, sobre todo durante períodos de enfermedad, además de una cantidad muy importante de vitaminas y minerales. Por otro lado, los niños mayores que toman pecho siguen disfrutando de los beneficios inmunológicos de la leche materna, con una menor incidencia de infecciones para su edad que los que no son amamantados. Según la Asociación Española de Pediatría “no se han evidenciado riesgos físicos ni psicológicos en niños que toman pecho por encima de los 2-3 años de edad.
La duración de la lactancia materna también está implicada en un mejor desarrollo emocional y psicosocial del niño. A mayor duración, se ha descrito una menor incidencia de maltrato infantil, una mejor relación con los padres en la adolescencia, una mayor percepción de cuidado y una mejor salud mental en la vida adulta.
La duración de la lactancia materna también está implicada en un mejor desarrollo emocional y psicosocial del niño»
Así mismo, no se ha demostrado relación entre lactancia materna prolongada y malnutrición en países en desarrollo, ni tampoco está demostrada su relación con la caries infantil.
El mayor problema de la lactancia materna más allá del año de vida del lactante es el rechazo social y profesional por prejuicios o desconocimiento de la evidencia científica actual. Todos los niños, con independencia de su edad, tienen derecho a ser amamantados cada vez que lo precisen, y sus madres el derecho de poder hacerlo en cualquier momento y lugar.
La incorporación de la mujer al mundo laboral, las dificultades en la conciliación familiar, las reducidas bajas por maternidad de nuestro país, unido al hecho de que lactar en público en ocasiones es visto como algo obsceno o sexual, representa un obstáculo para continuar con la lactancia y desanima a las futuras madres que pueden ver modificada su decisión de alimentar al pecho a su bebé por las dificultades sociales que esto conlleva.
Es responsabilidad de toda la sociedad permitir que la madre amamante con libertad donde quiera y con la frecuencia que el niño necesite, siendo necesario un cambio de actitud para entender que amamantar forma parte de la naturaleza humana, de nuestra cultura y nadie se escandalice ante la imagen de una madre dando el pecho.
De nuevo, recordar que la asistencia a un grupo de apoyo a la lactancia y la relación con otras madres lactantes de niños mayores con las que compartir experiencias pueden ser una estrategia útil para apoyar y fortalecer la decisión de amamantar por encima de los 12-24 meses.
–¿Cuándo sabremos que es el momento de dejar de dar el pecho?
–Claramente, no se sabe. En la actualidad, la mayoría de los niños no tiene un destete natural. Como se ha remarcado, vivimos en una sociedad que no ve bien que un niño mame muchos años.
El destete es el proceso de dejar de alimentar al lactante con leche materna. A partir de los seis meses de edad se realiza el primer paso para el destete del bebé, la introducción de alimentos complementarios junto con la leche materna. El proceso de destete natural continuará hasta que la leche materna se sustituya totalmente por otros alimentos y bebidas. Este momento no está preconcebido, sino que se ajusta al momento en que el niño por sí mismo supera su necesidad de mamar al adquirir nuevas herramientas de relación social y de control emocional.
En este proceso, de forma natural y espontánea, el niño va dejando de necesitar de la lactancia materna mientras la madre le apoya y ayuda en su proceso de madurez.
Si nos fijamos en factores como el desarrollo de la dentición, el peso corporal, la comparación con otros primates y las evidencias históricas, diversas teorías antropológicas indican que la edad natural para que los seres humanos dejen de mamar, sin que se les inste a dejarlo, es hacia los seis o siete años de vida. Por lo que, en la práctica, se recomienda mantener la lactancia tanto como madre e hijo deseen.
Un niño de seis o siete años que sigue mamando, lo hace desde bebé, atendiendo al modo habitual que está acostumbrado a relacionarse con su madre»
En este sentido, con anterioridad, ya se ha aclarado que la leche materna sigue siendo el mejor alimento posible, más nutritivo que ningún otro alimento, y no presenta ningún riesgo físico o problemas de dependencia ni psicológicos en niños mayores. Un niño de seis o siete años que sigue mamando, lo hace desde bebé, atendiendo al modo habitual que está acostumbrado a relacionarse con su madre. Es un momento íntimo de los dos, el mismo que han tenido siempre, una rutina. Por lo que no tiene sentido hablar de «vicio». De forma similar, una madre que da el pecho a un hijo de esa edad ya no lo hace por los múltiples beneficios físicos, inmunológicos y mentales que tiene la lactancia materna sino que lo hace porque lo ha hecho así desde el principio y lo sigue haciendo hasta que el niño le dice que ya no lo necesita.
En definitiva, de nuevo, lo que las madres que amamantan a niños mayores necesitan es respeto. Por una opción que es normal, natural y que forma parte de la intimidad de ambos, sobre la que nadie (ningún profesional de la salud, familiar, amigo o desconocido) debería opinar.
Si la madre cree que ha llegado del momento de destetar, se aconseja una estrategia de destete gradual, no realizarlo bruscamente, sin ofrecer ni negar el pecho, ofreciendo alternativas a la necesidad de contacto del niño, negociando las condiciones.
«No solo una forma de alimentación»
Como cierre y conclusión, me gustaría aportar mi opinión acerca de la lactancia materna. Soy madre de dos hijos. Amamantarlos ha sido la mejor decisión de mis maternidades, permitiéndome la oportunidad de ser donante del Banco Regional de Leche Materna Aladina-MGU del Hospital Doce de Octubre y formar parte del Grupo de Apoyo a la lactancia materna «Huerteta» de Leganés (@huerteta). La lactancia materna es la manera más maravillosa de relacionarnos con nuestros hijos, de criarlos, y no sólo una mera forma de alimentarlos. Cada toma en la lactancia constituye un momento único e irremplazable para una de las interacciones más significativas en una relación humana tanto a nivel físico como emocional. Este hecho, junto con todos beneficios mencionados, hace que proteger la lactancia materna sea un compromiso de toda la sociedad y, en muchas ocasiones, asignatura pendiente.
- La Dra. Violeta Fajardo Martín es Adjunta del Dpto. de Ciencias Farmacéuticas y de la Salud (Área de Nutrición) de la Facultad de Farmacia de la Universidad San Pablo-CEU, formando parte del grupo de investigación CEU-NutriFOOD «Alimentación y nutrición en la promoción de la salud» (nº registro: C08/0720).