Día Mundial para la Prevención de los Ahogamientos Qué hacer en caso de ahogamiento y cómo ejecutar la reanimación
Tras ser rescatado a la víctima puede costarle respirar, tener tos o vómitos
La Organización Mundial de la Salud (OMS) cifra en casi 360.000 personas las que mueren ahogadas cada año, más de la mitad son menores de 25 años. El ahogamiento, según explican expertos de la Clínica Universidad de Navarra, puede definirse como la muerte por asfixia tras el paso de líquidos a la vía aérea. «Inicialmente, tras la inmersión total en el agua, la víctima inhibe su respiración y se agita violentamente. La agitación va desapareciendo cuando grandes cantidades de líquidos son tragadas y aspiradas. Los vómitos suelen estar asociados frecuentemente».
Llegado a este punto, el agua penetra pasivamente en los pulmones hasta producirse una parada cardiorrespiratoria.
En los niños, todo esto puede suceder en menos de un minuto, mientras que los adultos pueden permanecer algo más en este estado de intento de supervivencia.
Qué hacer ante un ahogamiento
La duración del periodo de asfixia producido por la inmersión determinará la gravedad. Según explican desde la Asociación Española de Pediatría, el protocolo debe realizarse lo más rápido posible en el mismo lugar del ahogamiento, siguiendo los siguientes pasos:
- Sacar al niño o al adulto con rapidez del lugar donde se ha producido el ahogamiento y solicitar ayuda a emergencias 112.
- Si está consciente y respira, se recomienda colocarlo acostado de lado. Con esta posición se evita que las vías respiratorias se puedan obstruir de nuevo y favorece la salida de agua con la tos, o el vómito del líquido que pudiera haber tragado.
- Si no respira se deben iniciar de forma inmediata los primeros auxilios, una reanimación cardiopulmonar (RCP) que combinan la respiración boca a boca y las compresiones en el tórax.
- Prevenir la pérdida de calor del niño: retirar la ropa mojada, secarlo y taparlo con cualquier material.
Una vez que lleguen los servicios sanitarios examinarán a la víctima ya que durante el tiempo que ha permanecido en el agua se han podido producir complicaciones pulmonares, desequilibrio de los electrolitos sanguíneos, traumatismos o alteraciones del ritmo cardiaco.