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Peatones transitan por una calle de Roma, este miércoles

Peatones transitan por una calle de Roma, este miércolesAFP

COVID-19

Italia impone también la mascarilla en la calle y cierra el ocio nocturno

La veloz transmisión de ómicron lleva al Gobierno de Mario Draghi a adoptar una ristra de medidas restrictivas con las que tratar de frenar la escalada

El Gobierno italiano decidió este jueves recuperar el uso obligatorio de la mascarilla en espacios abiertos y cerrar las discotecas para tratar de contener la nueva oleada de la pandemia, insuflada por la cepa ómicron, que amenaza con desbordar la Navidad.

El primer ministro, Mario Draghi, esperó hasta el último momento para tomar una decisión pero, como los datos no dejan lugar a dudas, este jueves convocó a sus asesores científicos para pensar medidas contra la pandemia y luego al Consejo de Ministros para aprobarlas.

El resultado fue el bautizado como «Decreto Festividad», una ristra de restricciones y disposiciones para cortar la circulación del virus en situaciones de ocio o asueto, conscientes de que la Navidad, sus reuniones y comilonas, no ayudarán en esta batalla.

«Nos encontramos ante una variante que dobla el número de sujetos infectados y con una contagiosidad marcadamente superior a lo que habíamos aprendido», avisó en rueda de prensa el científico Franco Locatelli, junto al ministro de Sanidad, Roberto Speranza.

En primer lugar se decidió imponer la mascarilla al aire libre en todo el país independientemente de la categoría de riesgo de cada región y además se reforzará en cines, teatros, eventos deportivos y en los medios de transporte, donde habrá que usar la FFP2.

Asimismo, Italia dirá adiós a las grandes celebraciones de Año Nuevo, porque queda prohibida hasta el 31 de enero toda fiesta que pueda degenerar en aglomeraciones en las calles y plazas del país, y se cerrarán las discotecas, salas de bailes y locales del estilo.

A partir del 1 de febrero de 2022, el certificado sanitario que demuestra la vacunación tendrá una validez más breve, de seis meses y no de nueve como hasta ahora.

Y la dosis de refuerzo llegará antes, pues el Ministerio de Sanidad, una vez obtenga el beneplácito de sus técnicos, seguramente mañana, obligará a que su inyección sea cuatro meses después de que se haya completado la pauta y no cinco como en la actualidad.

El decreto del Gobierno prolonga asimismo hasta el 31 de enero la obligación de presentar la versión «reforzada» del certificado sanitario, es decir, solo otorgado a vacunados o curados, para entrar a bares y restaurantes y para consumir en la barra.

Este tipo de pase será un requisito para entrar también en museos, parques temáticos, centros recreativos, salas de juego o bingos.

Y además se prohíbe comer o beber en espacios cerrados del ocio como los cines, teatros o eventos deportivos, una medida dirigida evidentemente a evitar un nuevo cierre de estos lugares, de los que más han sufrido a lo largo de la emergencia sanitaria.

Lo que finalmente no se consensuó, aunque se barajó, fue la vacuna obligatoria a todo el personal de la Administración Pública, como ya ocurre en otras categorías como los médicos, los profesores, el personal administrativo de escuelas o policías y militares.

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