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El carácter españolAmando de Miguel

Las desventuras políticas de la actual generación

El aspecto más destacado del tirón autoritario del «sanchismo» es el uso atosigante de la propaganda

Actualizada 04:30

A lo largo del siglo XXI, las generaciones políticas actuales no, solo, han tenido que enfrentarse a duras adversidades de alcance internacional. Baste recordar las crisis económicas (2008,2022), la pandemia del virus chino (2020-2023), la guerra de Ucrania (2022-2023). Las desgracias más profundas forman parte de la estructura misma de la sociedad española contemporanea.

Los lectores de esta seccioncilla conocen la particularidad de los análisis sobre la evolucion de la coyuntura económica en la España contemporanea. Parto de una trayectoria ondulante o sinuosa, de tal manera que las circunstancias favorables o diversas se suceden al tresbolillo. Solo, que la evolución no es tan mecánica, después de las ultimas crisis económicas, desde 2008. Deberían haber asomado las circunstancias de una pronta recuperación. El hecho es que no se ha producido. Es más, todo apunta a un recrudecimiento de las condiciones adversas, ahora, manifestadas por la subida de los precios y los impuestos. Añádase la peor circunstancia: la degeneración política que significa el «sanchismo» como una fórmula autoritaria, incompatible con el simple mantenimiento de la nación española. Además, el PSOE actual se ha enfangado hasta el máximo en los abusos de corrupción, con el aditamento de la afición a los burdeles y a la cocaína. Por si fuera poco, el Gobierno ha decidido minimizar las penas para la práctica de la malversación de caudales públicos. El resultado no puede ser mas lacerante.

El aspecto más destacado del tirón autoritario del «sanchismo» es el uso atosigante de la propaganda. No, solo, se revela con el dominio gubernamental de RTVE, sino que se entromete en muchos de los medios privados, no digamos los fidelísimos El País y la SER. La propaganda más efectiva se apoya en premios a los periodistas que apoyan al Gobierno o repiten los argumentos oficiales en la misma dirección. El Gobierno no hace ascos en destituir a las autoridades que estorban o manipulan las estadísticas pro domo sua. La llamada «ciudadanía» nunca sabrá cuántas personas fallecieron por la epidemia del virus chino, cuántos son los, realmente, parados o cómo avanza la inflación de precios. Es más, la hábil propaganda consigue que no se desaten protestas para esas ignorancias u otras parecidas. La opacidad y no la transparencia es lo que prevalece en la vida pública.

En definitiva, teóricamente, ahora, tocaría una fase expansiva de la economía española. Empero, sucede lo opuesto, la misma estructura democrática entorpece el necesario aumento de la productividad. El gasto público logra un cierto respiro con el aumento desaforado de los impuestos, pero, estas dos partidas deben hacerse cargo de las pensiones y de los intereses de la deuda pública. Después de tales compromisos, queda poco margen de maniobra para impulsar la economía. Por si fuera poco, es creciente el cúmulo de empresas y profesionales que emigran hacia otros países.

Se podría pensar que, ante el conjunto de desastres económicos y políticos, los partidos políticos que no gobiernan se coaligarían para castigar al Gobierno con una moción de censura. Es el procedimiento del que se valió Sánchez para encaramarse al poder, mas, no es talante que predomine, ahora, en la hueste de lo que podríamos llamar «oposición». Sólo Vox se inclina por dicha fórmula, pero, es una escuálida minoría. Total, no es fácil averiguar la salida del laberinto.

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