Control ciudadano
Tenga cuidado con lo que escribe: una IA desarrollada por la UE le estará vigilando
Empresas de la Unión Europea participan en un proyecto para controlar y avisar de los contenidos que se consideren «peligrosos» o «bulos»
En la iniciativa europea «AI for trust» participan 17 socios de 11 países de Europa dentro del marco del programa «Horizonte Europa» de la UE financiado con 6 millones de euros para utilizar la inteligencia artificial en lo que consideran la «lucha contra la desinformación».
El desarrollo tecnológico ha creado una sociedad hipercomunicada en donde cada año se genera más contenido y conocimiento que en toda la historia de la humanidad. Las noticias falsas, desinformación o manipulación siempre ha existido, solo que hoy se difunden más rápido y más perfeccionadas que nunca.
La manipulación es un proceso vertical y transversal. Vertical, entre Estados, gobiernos y empresas; transversal, entre gobiernos, partidos políticos y sociedad civil de un mismo país. Esta práctica profundiza en las divisiones políticas y físicas en todos los niveles. La comunicación ya no es sólo un valor o una herramienta positiva sino que puede usarse como arma –y así ocurre-.
Esta práctica daña el correcto funcionamiento de las sociedades y de los sistemas políticos. Entre todos ellos, el más débil es la democracia al estar sujeta al supuesto raciocinio de la masa al ejercer el derecho al voto. Si se empobrece la información con el objetivo de confundir al electorado, la democracia se convierte en oclocracia.
La verdad será irreconocible
En 2026 se calcula que el 90% de los contenidos digitales serán generados por inteligencia artificial, con todo lo bueno y malo que eso significa. Por un lado, ahorrará mucho tiempo en determinados procesos; por otro, todo dependerá del sesgo cognitivo que se haya introducido en el código de la IA por lo que los productos serán muy alejados de la tan deseada imparcialidad.
Y esto es lo que preocupa en relación a las empresas de verificación (fact checkers en inglés). La recolección y procesamiento de datos en tiempo real quiere utilizarse por estos desarrolladores para que la IA limite la propagación de la desinformación en Internet. Entre estas empresas se encuentra la española Maldita.es, conocida por su claro sesgo político. Y este sesgo es moneda común en el resto de los colaboradores.
Según informan los participantes en el proyecto, «algoritmos innovadores dotarán a investigadores y profesionales de los medios de comunicación de un nuevo conjunto de herramientas» para filtrar flujos masivos de datos e identificar la desinformación relacionada con temas sujetos a manipulación como la información sobre «cuestiones relacionadas con la salud, el cambio climático y otros retos sociales».
La lucha contra la desinformación y la propagada es algo positivo pero, ¿hasta qué punto es consciente el ciudadano de que lo que recibe incluso por aquellos que considera fiables puede y, seguramente, sea información sesgada e interesada o contaminada desde el origen?
Cuando hablan de manipulación sobre cuestiones relacionadas con la salud, ¿estarán pensando en someter la misma censura sufrida durante los últimos tres años durante la pandemia pero, en esta ocasión, con un supuesto barniz de independencia al ser aplicado por una inteligencia artificial?
A día de hoy, tres años después de la crisis sanitaria producida por el coronavirus, se está empezando a reconocer como ciertos muchos de los argumentos esgrimidos por aquellos que desde el principio se atrevieron a enfrentarse a la narrativa oficial y fueron tildados de «negacionistas» o «antivacunas».
Cuando hablan de manipulación sobre cuestiones relacionadas con el cambio climático, ¿estarán pensando en censurar por la misma vía todo aquello que se considere fuera del “consenso científico" que es, de hecho, inexistente respecto a este tema?
Los investigadores se lavan las manos declarando que la IA desarrollará herramientas digitales innovadoras «basadas en valores éticos» para integrar «los valores europeos en la forma en que nos comunicamos».
Todo apunta a que la censura llegará bajo el paraguas de la objetividad implantada por una inteligencia artificial. Las peores pesadillas de escritores como Orwell o Huxley están a la vuelta de la esquina.