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27 de septiembre de 2024

Un hombre prepara kebabs en un local de Hamburgo.

Un hombre prepara kebabs en un local de Hamburgo.GTRES

Turquía y Alemania abren una guerra por el döner kebab que pone en juego más de 2.000 millones de euros

Alemania representa dos tercios de las ventas en Europa y quiere conseguir la denominación de Especialidad Tradicional Garantizada

Una acalorada disputa ha surgido entre Turquía y Alemania sobre lo que realmente define a un döner kebab, después de que Berlín rechazara un intento de Ankara para obtener protección especial para este emblemático bocadillo. El döner, un plato de carne cocinada en un asador vertical y finamente rebanada, tiene sus raíces en Turquía, pero ha sido ampliamente adoptado en Alemania, donde llegó a través de migrantes turcos.

La Federación Internacional de Doner (Udofed), con sede en Turquía, solicitó a la Comisión Europea que otorgue al döner kebab la denominación de Especialidad Tradicional Garantizada (ETG). Esta clasificación tiene el objetivo de establecer una definición precisa del döner, con criterios estrictos que abarcan desde el tipo de carne y las especias utilizadas, hasta el cuchillo con el que se corta la carne.

En su solicitud, la Udofed resaltó los orígenes históricos del döner, remontándose al Imperio Otomano, citando una receta documentada en manuscritos que datan de 1546. Sin embargo, la propuesta fue recibida con escepticismo en Alemania, donde el döner kebab se ha convertido en un símbolo cultural de la comunidad turca que emigró durante los años 60 y 70 como parte del programa de trabajadores invitados, conocido como gastarbeiter. De hecho, Berlín sostiene que el döner tal como lo conocemos hoy es «un invento alemán».

Según el sitio web oficial de la ciudad, fue el gastarbeiter Kadir Nurman quien, en 1972, colocó por primera vez la carne en un pan plano, creando la versión del döner kebab que ha ganado tanto aprecio en Alemania. «El döner kebab pertenece a Alemania. Aquí, cada uno debe poder decidir cómo prepararlo y disfrutarlo, sin necesidad de recibir indicaciones desde Ankara», declaró el ministro de Agricultura alemán, Cem Ozdemir, hijo de inmigrantes turcos.

El Ministerio de Agricultura alemán recibió la propuesta turca «con asombro», según informó un portavoz a la AFP. Argumentaron que si se aceptara la propuesta «imprecisa» y «contradictoria» de Turquía, las consecuencias económicas para el sector gastronómico alemán serían significativas. El sindicato de hotelería y alimentación DEHOGA también expresó preocupaciones sobre la falta de claridad y las posibles disputas legales que podrían surgir en el futuro.

En Berlín, el döner kebab ha superado a la salchicha como el bocadillo favorito. Birol Yagci, chef de un restaurante turco en el distrito de Kreuzberg, mostró su inquietud porque la propuesta turca restringe el döner solo a carne de vaca, cordero o pollo, excluyendo el pavo, una opción popular en su restaurante. «Aquí es diferente. La receta tradicional en Berlín es con ternera», comentó Yagci, mientras señalaba su asador de pavo, que quedaría fuera de la nueva definición.

Otros chefs locales, como Arif Keles, dueño de un kiosko de kebabs, también se mostraron en desacuerdo. «Mis clientes no quieren cordero, tiene un sabor muy particular», afirmó Keles, cuyos clientes incluyen jugadores de la selección alemana de fútbol. Aseguró que preferiría cambiar el nombre de su producto antes que modificar la receta que sus clientes tanto aprecian.

Alemania representa dos tercios de las ventas de doner kebabs en Europa, con un mercado valorado en 2.600 millones de dólares anuales, según la Asociación de Fabricantes de Döner en Europa (ATDID). Keles incluso acompañó al presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, en una visita oficial a Turquía, donde sirvió döner kebabs en pan al estilo berlinés, ganándose el favor de los comensales.

La Comisión Europea tendrá en los próximos días la última palabra sobre si el döner debe tener una definición uniforme o si se mantendrá su diversidad. Si se acepta la objeción alemana, ambas partes tendrán hasta seis meses para llegar a un acuerdo, según explicó el portavoz de agricultura de la institución, Olof Gill.

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