
Un bebé recién nacido en Madrid (Foto de archivo)
El horror de las clínicas abortivas: «Todavía tenía partes de mis bebés en el cuerpo»
Una semana después del infanticidio, la paciente seguía sangrando. Sabía que algo no iba bien, por lo que decidió volver a Planned Parenthood
Dana era una mujer al uso, tenía marido, vivía una vida feliz. De la noche a la mañana todo se desmoronó. Se divorció, su vida se comenzó a sumir en el caos y se reencontró un viejo amigo drogadicto, el cual sería meses después el padre de sus tres hijos. Ella quería ser madre, pero el miedo se apoderó de ella y decidió acudir a una clínica abortiva, concretamente a Planned Parenthood, para acabar con la vida de los fetos que llevaba en el vientre.
No estaba segura de lo que iba a hacer. Quería encontrarse a alguien que le dijera que todo iba a salir bien y que continuase adelante con el embarazo, pero en el abortorio, el más grande de Estados Unidos, solo la animaron a seguir adelante. No tuvieron en cuenta sus lágrimas ni temblores. Continuaron adelante con el procedimiento, que terminó siendo un horror para la madre.
Según declaró Dana a Live Action, el procedimiento fue «brutal». Le ejecutaron una dilatación de cuello uterino con la posterior extracción de los bebés que duró dos horas y donde sus hijos fueron «desmembrados». Cuando todo terminó, la mujer volvió a casa llena de dolor y de culpa. Debía tomarse medicamento varios días y descansar. Pensaba que todo había pasado, pero no había hecho más que empezar.
Una semana después del infanticidio, la paciente seguía sangrando. Sabía que algo no iba bien, por lo que decidió volver a Planned Parenthood. Allí descubrieron que la persona que le había sacado a sus hijos había dejado restos de ellos dentro de la madre: «Sobreviví a lo que muchas mujeres no sobreviven», afirmó Dana a la organización antiaborto estadounidense, quien además aseguró que tuvo «dos abortos» porque «sus pequeñas partes seguían dentro de mí».La decisión que tomó la estadounidense fue en frío, sin pensar y con miedo por el futuro de sus pequeños. Sin embargo, a día de hoy, garantiza la afectada, escucha «el latido de sus corazones» y siente «sus pataditas». Así, apunta que si en ese momento la hubiesen mandado a casa, si le hubieran pedido que pensara un poco más, ya que estaba en shock, jamás hubiese regresado a la clínica a matar a sus hijos.
Después de su trágico desenlace, Dana dedica su vida a ayudar y acompañar a mamás cuyo embarazo no estaba planeado y no están seguras de si seguir adelante con ello. «Quiero que sepan que el aborto es permanente. No es algo que se pueda cambiar. No es algo que puedas arreglar. No es algo que puedas repetir. Hay muchísimos lugares y personas que quieren ayudarte. Te vas a arrepentir del aborto. Será lo peor que hayas hecho», concluyó la mujer en la entrevista con Live Action.