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Óscar Caso, autor de 'La desconexión rural'

Imagen de archivo de Óscar Caso

Entrevista a Óscar Caso, autor de La desconexión rural

«Los ganaderos hemos pasado a ser vistos como maltratadores y explotadores»

El autor, que se dedica al sector y además es veterinario, destaca que la ley de bienestar animal es una «chapuza», pero que los primeros borradores eran una «auténtica barbaridad»

Veterinario, ganadero y escritor. Óscar Caso, nacido en San Sebastián en 1967, comenzó a trabajar en el sector en el año 2000. Tras un año en Francia, en la actualidad continúa ejerciendo su labor de veterinario y ganadero en lo que ahora se denomina la «España Vaciada». Tras el éxito de su primer libro, La desconexión urbana, Caso presenta ahora La desconexión rural, una obra que él mismo define como «una defensa necesaria de la ganadería y de la alimentación tradicional».

–¿Se está demonizando la ganadería en España?

–Por supuesto que sí. Más que en España, esto viene más de Europa. No obstante, los países del sur, (España, Francia, Italia, Portugal y hasta Marruecos) tenemos un sector primario mucho más potente que los del norte. Los sentimientos animalistas y de ciertas dietas alimentarias como el veganismo son más fuertes en esos países sin tanto arraigo ganadero. Esta corriente está acusando de ciertas prácticas negativas al sector de la ganadería desde el punto de vista ético, de maltrato animal, de la salud o incluso de la sostenibilidad, ya que se culpa a la ganadería intensiva de de ser poco respetuosa con el medio ambiente.

Ahora el ganadero es prácticamente un maltratador, un explotador y además es el culpable del sacrificio animal, porque su modo de vida consiste en criar animales para acabar sacrificándolos y obtener productos de ellos. Antes se veía como alguien que producía alimentos para la población, pero su labor cada vez se considera más prescindible. Esto supone directamente engañarnos a nosotros mismos como mamíferos omnívoros. Si pasara algo en este planeta, volveríamos a ser cazadores y recolectores y a alimentarnos de cualquier cosa que se mueva. Todo esto se está perdiendo en los países occidentales, por eso lo llamo desconexión, pero no pasa con tanta fuerza en otros como Rusia, China o Estados Unidos.

–¿Cómo ha cambiado la profesión veterinaria y el perfil de sus estudiantes y profesionales en los últimos años?

–Cuando yo estudiaba en los años 90, los veterinarios éramos mayoritariamente hombres, mientras que ahora son mayoría femenina. Antes había mucha gente rural que pretendía trabajar en el campo y la ganadería, sin embargo ha ido evolucionando a lo que es absolutamente clínica, es decir, veterinaria urbana. El perfil de los estudiantes es de veterinario clínico, en muchos casos humanizador y animalista y hasta vegano, lo cual está generando una falta de veterinarios en el mundo rural.

Además, solo en torno al 30 % de los veterinarios trabaja en clínicas, por lo que el 70 restante lo hace en otras cosas, como la industria alimentaria, la de la alimentación animal o la ganadería.

–¿Qué opina de la ley de bienestar animal que acaba de entrar en vigor?

–En el libro decía que no tendría nada que ver lo que se ha aprobado con lo que decían inicialmente, y acerté. Tengo guardado como oro en paño el primer borrador de la ley de bienestar animal y es una auténtica barbaridad, una aberración, algo inaplicable e ideologizado. Como aquello era absolutamente inviable de aplicar, han ido suavizando la norma hasta llegar a lo que es, una ley de mascotas dirigida al mundo urbano.

Aun así, tiene errores fundamentales, y es que es una ley que rige sobre animales de compañía, pero todavía no está vigente el listado de especies de animales de compañía. ¿Cómo puedes hacer una ley sobre algo que no sabes sobre lo que aplica? Es una ley que está mal hecha y que no ha contado con las partes interesadas más allá de las protectoras. Tú no puedes hacer una ley que habla de bienestar animal cuando estás fomentando en el propio texto continuamente la castración animal, que nunca puede ser compatible con el bienestar. Tiene que haber otros métodos.

–¿Qué le parece entonces la esterilización obligatoria de todos los gatos?

–Mal. Es que esta es una ley de gatos. ¿Por qué los perros no pueden estar sueltos en las ciudades, y los gatos sí? Está más que demostrado que el gato es el mayor depredador que existe sobre la faz de la tierra y que además puede originar problemas de salud pública, porque son portadores de enfermedades. Antes de castrarlos habría que hacer un control poblacional, como se hace con las palomas o las ratas. Y si es un animal doméstico, donde tiene que estar es en los hogares.

La base alimentaria de los españoles es la dieta mediterránea, cuyos cimientos están en los productos de origen animal

–¿Aumentará el mercado negro de compraventa de animales?

–Desde luego que sí, será la consecuencia de que las tiendas de animales no puedan comercializar mascotas. Pero también aumentará el abandono. Por ejemplo, si tú tienes un perro y ves que está mayor y casi no puede moverse, no puedes sacrificarlo. Tienes que ir al veterinario y que te haga un certificado en el que diga que los problemas que tiene le impiden llevar una vida correcta. Ya no puedes decidirlo por ti mismo y además te obligan a costear un tratamiento si lo hubiere, aunque no te lo puedas permitir. Por eso muchos optarán directamente por abandonar al animal a su suerte. Ahora yo me plantearía muy mucho tener un perro un gato con este panorama.

–¿Se puede mantener la España rural sin agricultura ni ganadería?

–Difícilmente. Si recorres España en el coche te darás cuenta que en algunos sitios, si quitas a las vacas y a los ganaderos, no quedaría nada. La gente rural de verdad, la que vive en los pueblos, ¿a qué se dedica? A no ser que tenga un establecimiento de turismo rural, a la agricultura y a la ganadería. ¿Qué pasaría con esos habitantes, con las especies animales ganaderas, con el medio ambiente, con la gastronomía...? Los productos de origen animal que proceden de la ganadería son realmente los alimentos sanos y los que el ser humano ha comido desde desde el principio de los tiempos. Si los alimentos dependieran del mundo urbano, ¿qué quedaría del mundo rural? Lo que pasaría es que el mundo rural estaría formado por urbanizaciones a las que van a respirar los habitantes urbanos.

–¿Qué nos ofrece el libro?

–Mi libro es, como dice el subtítulo, una defensa necesaria de la ganadería. Para mí la ganadería es un sector fundamental y, asociado a esto, defiendo que toda la alimentación de los seres humanos procede de productos de origen animal (la carne, la leche, los huevos, el pescado...). Parece que desde ciertos sectores esto se pretende eliminar, no sabemos por qué intereses políticos o económicos. Yo creo que la alimentación artificial que se origina en el mundo urbano puede estar detrás de esto.

Vivimos en España y la base alimentaria de los españoles es la dieta mediterránea, cuyos cimientos están en los productos de origen animal. Además, nuestro modo de vida en este país depende absolutamente del turismo y de la gastronomía.

Si alguien tiene interés acerca del libro, estaremos presentándolo el 19 octubre en Soria, en el Aula Magna Tirso de Molina y el 24 de octubre en Madrid, en el Espacio Abante en la Puerta de Alcalá.

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