El aire acondicionado ha reducido en un tercio la mortalidad por altas temperaturas en España
Las muertes por frío extremo se han reducido a la mitad gracias a la calefacción, aunque este efecto puede verse atenuado por el envejecimiento poblacional
El aire condicionado y la calefacción han contribuido considerablemente a reducir la mortalidad relacionada con las temperaturas extremas en España, según un estudio liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), centro impulsado por la Fundación «la Caixa». Las conclusiones, publicadas en Environment International, aportan información valiosa para diseñar políticas de adaptación al cambio climático.
España, como muchas partes del mundo, ha experimentado un aumento de las temperaturas en las últimas décadas, con un incremento medio anual de 0,36 °C por década. La tendencia al calentamiento es aún más pronunciada en los meses de verano (0,40 °C por década). Sorprendentemente, este aumento de la temperatura ha coincidido con una reducción progresiva de la mortalidad asociada al calor. Además, la mortalidad relacionada con el frío también ha disminuido.
«Comprender los factores que reducen la susceptibilidad a las temperaturas extremas es crucial para fundamentar las políticas de adaptación sanitaria y combatir los efectos negativos del cambio climático», afirma el primer autor del estudio, Hicham Achebak, investigador de ISGlobal e Inserm (Francia) y titular de una beca postdoctoral Marie Sklodowska-Curie de la Comisión Europea.
Adaptaciones sociales eficaces
En este estudio, Achebak y sus colegas analizaron los factores demográficos y socioeconómicos que explican esta reducción de la mortalidad relacionada con el calor y el frío, a pesar del aumento de las temperaturas. Encontraron que el aumento de la prevalencia del aire acondicionado (AC) en España se asocia a una reducción de la mortalidad por calor, mientras que el aumento de la prevalencia de la calefacción se asocia a una disminución de la mortalidad por el frío.
En concreto, el AC redujo en un 28,6 % las muertes por calor y en un 31,5 % las muertes por calor extremo entre finales de la década de 1980 y principios de la década de 2010. Así mismo, los sistemas de calefacción fueron responsables de reducir las muertes relacionadas con el frío en un 38,3 % y de un sustancial descenso del 50,8 % en las muertes relacionadas al frío extremo durante el mismo periodo. La mortalidad por el frío hubiera bajado aún más si no fuera por el aumento en la proporción de personas mayores de 65 años, que son más susceptibles a las bajas temperaturas.
Los autores concluyen que la reducción de la mortalidad relacionada con el calor se debe en gran medida al desarrollo socioeconómico del país durante el periodo estudiado, más que a intervenciones específicas como los sistemas de alerta de olas de calor.
Cuatro décadas de datos
Para el análisis estadístico, el equipo de investigación recopiló datos sobre la mortalidad diaria (por todas las causas) y el clima (temperatura y humedad relativa) de 48 provincias de la España peninsular y las Islas Baleares, entre enero de 1980 y diciembre de 2018. A continuación, estos datos se relacionaron con 14 indicadores de contexto (variables demográficas y socioeconómicas como vivienda, ingresos y educación) para estas poblaciones durante el mismo periodo.
Los hallazgos del estudio amplían resultados anteriores sobre la mortalidad relacionada con el calor en España y subrayan la importancia del aire acondicionado y la calefacción como medidas de adaptación eficaces para mitigar los efectos del calor y el frío. «Sin embargo, observamos grandes disparidades en la presencia de AC entre provincias. Para muchos hogares españoles, el aire acondicionado sigue siendo inasequible», afirma Achebak.
Los autores también señalan que el uso generalizado de AC podría contribuir aún más al calentamiento global dependiendo de la fuente de energía eléctrica, por lo que también son necesarias otras estrategias para bajar las temperaturas, como la ampliación de los espacios verdes y azules en las ciudades.
«Nuestros hallazgos tienen importantes implicaciones para el desarrollo de estrategias de adaptación al cambio climático. También informan sobre futuras proyecciones del impacto del cambio climático en la salud humana», concluye Joan Ballester, investigador de ISGlobal y coordinador del estudio.