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Los tres autores del libro

Los tres autores del libro

Entrevista a los autores del libro Cambios climáticos

«El clima está cambiando, pero no es una anomalía: el planeta no está en peligro»

Tres geólogos proporcionan en su libro una visión diferente sobre un tema candente y recalcan que se están produciendo «exageraciones y amenazas tremendistas sobre el futuro climático de la Tierra»

El clima y su evolución es un tema que interesa debido a la repercusión que tiene en nuestras vidas. Aunque aparentemente existe un consenso científico alrededor del cambio climático, existen voces que aportan otras versiones y, sobre todo, que rebajan sus consecuencias a corto plazo.

Es el caso de Enrique Ortega Gironés, J. Antonio Sáenz de Santa María y Stefan Uhlig, todos ellos geólogos, que han decidido escribir el libro Cambios Climáticos, con el pretenden proporcionar una visión diferente sobre este tema «desde la perspectiva dilatada y larguísima historia de nuestro planeta».

–¿Cuáles son las razones que les han impulsado a escribir este libro?

–En las últimas décadas, a muchos geólogos se nos ha ido acumulando una irritante fatiga por las continuas exageraciones y amenazas tremendistas sobre el futuro climático de la Tierra. Nosotros tres hemos estado esperando una respuesta de las instituciones responsables de las geociencias, pero ha sido en vano y nos hemos decidido a recopilar en este libro los datos publicados por investigadores, evidenciando la situación climática real de la Tierra. Estos casi nunca llegan a la opinión pública, por lo que nuestro objetivo ha sido proporcionar al público no especializado una visión diferente de lo que está ocurriendo con la temperatura del planeta. Se trata de una evolución natural consecuencia de ciclos de enfriamiento y calentamiento que se han repetido cientos, miles de veces, desde que se formó nuestro planeta hace unos 4.500 millones de años.

–¿Se está produciendo un cambio climático? ¿Es consecuencia de la intervención humana?

–Sin duda alguna, el clima está cambiando continuamente. Pero no podemos considerar ese cambio como una anomalía, ni como consecuencia de las actividades humanas. Lo raro sería lo contrario, que el clima permaneciese estable a lo largo de los siglos. Ha estado sometido a miles de procesos de calentamiento y enfriamiento a lo largo de su historia geológica, y actualmente estamos experimentando el tramo final de uno de esos ciclos, un calentamiento que se inició hace 20.000 años, al final de la última glaciación.

Es evidente que el hombre no puede ser responsable de estas oscilaciones, iniciadas muchísimo antes de la era industrial. Esto no implica que, desde entonces, las actividades humanas no puedan tener alguna incidencia en el actual aumento de temperatura, pero hay datos que indican que esa incidencia no es significativa ni es el factor predominante que está causando el calentamiento global. La evolución del clima depende de las fluctuaciones energéticas del Sol, que interaccionan con la atmósfera terrestre y, sobre todo, con los océanos, que ocupan casi el 71 % de superficie de la Tierra.

–¿Cómo explica que este pasado agosto haya sido el más cálido desde que hay registros y que este 2024 vaya a ser, salvo sorpresa, el año más cálido de la serie histórica?

–Con esas previsiones catastrofistas llevan asustándonos desde la primavera, aunque la realidad indica que este año y el verano no van a batir récords. Las temperaturas medias globales están mostrando una tendencia a la estabilización durante el último quinquenio. Incluso hay indicios que estamos ante de un periodo de ligero enfriamiento, similar al que ocurrió en los años 50 y 60 del siglo pasado. De hecho, el invierno en el hemisferio sur está siendo extremadamente crudo.

Por otra parte, no es cierto que estemos cerca de alcanzar las temperaturas más cálidas desde que existen registros. Aparte de los registros de los últimos dos siglos, se conoce la evolución de la temperatura del planeta desde hace miles de millones de años. De acuerdo con ello, ahora estamos atravesando un periodo frío, con hielo en los dos polos, algo que solo ha ocurrido en periodos de tiempo minoritarios. Se puede afirmar que la Tierra está experimentando un período de enfriamiento general desde hace 60 millones de años. La última vez que hubo una proporción tan baja de CO2 en la atmósfera fue hace unos 280 millones de años, y a pesar de ese contenido que hoy se está considerando como preocupante, se registró una glaciación generalizada.

–Los tres autores del libro son geólogos, ¿cómo de necesaria es esa perspectiva para entender la evolución del clima?

–Es absolutamente imprescindible. Para un periodista o un meteorólogo, la realidad se interpreta en relación con lo ocurrido en periodos cortos, un historiador considera periodos más largos y los geólogos consideramos periodos mucho más dilatados. A nosotros tres nos parece que interpretar la evolución climática ignorando los datos que proporciona la historia geológica es como si un historiador quisiese analizar la situación actual de la humanidad utilizando las noticias publicadas durante los últimos días. Sin embargo, en el IPCC (el Panel Internacional sobre Cambio Climáticos creado por la ONU y considerado como la máxima autoridad mundial en evolución climática), los conocimientos geológicos carecen de representación.

–¿Está nuestro planeta realmente en peligro?

–En absoluto. Lo que está ocurriendo ahora ha pasado ya anteriormente y en condiciones mucho más extremas, sin que por ello se haya resentido la salud del planeta. En el pasado geológico el CO2 llegó a concentraciones hasta diez veces más altas que en la actualidad y las temperaturas estuvieron hasta 9 ºC por encima de las actuales, sin que esas condiciones hayan afectado la salud del planeta ni impedido el desarrollo de la vida y la evolución. Durante los dos últimos periodos cálidos, registrados durante el Imperio Romano y durante la Edad Media, las temperaturas fueron uno o dos grados más elevadas que en la actualidad.

En cualquier caso, existe una urgente necesidad de cuidar mejor nuestro planeta, porque la humanidad no es respetuosa con el medio ambiente y hay muchas cosas que corregir. Tampoco debemos olvidar que el CO2 es un gas imprescindible para la vida que forma parte de la naturaleza y no puede ser considerado como una sustancia contaminante.

No estamos solos porque no existe el preconizado consenso sobre el origen del calentamiento global

–¿Qué opinan de las políticas climáticas que se están llevando a cabo?

–Si tenemos en cuenta que el CO2 antrópico no es el causante del calentamiento global, es imposible que las políticas climáticas estén bien enfocadas. La evolución del clima está fundamentalmente controlada por procesos cíclicos de naturaleza cósmica, como los cambios en la órbita terrestre, así como las variaciones en la actividad solar y en la radiación cósmica que llega desde el espacio. Se trata de procesos con periodicidades larguísimas, que influyen en la cantidad de calor que llega a la superficie del planeta. Sin embargo, este tipo de informaciones son sistemáticamente ignoradas.

Las emisiones antrópicas de CO2 representan una parte pequeñísima del total, por lo que su reducción tendría una incidencia insignificante. Los recursos que se están dedicando a la tarea imposible de frenar y revertir el calentamiento global estarían mucho mejor utilizados si se aprovechasen para corregir problemas cuya solución sí está a nuestro alcance, como la contaminación de suelos y aguas, el uso indiscriminado de plásticos o el abuso de pesticidas y fertilizantes.

–¿Debe preocuparnos un posible aumento del nivel del mar?

–Por supuesto, porque afectará sin duda a los habitantes de algunas zonas litorales en un futuro a medio plazo, aunque no de una forma tan rápida y dramática como se nos quiere hacer creer. No se trata de un proceso anómalo y extraordinario, sino que forma parte de la misma naturaleza, ya que el nivel de las aguas nunca ha sido estable, sino que ha variado al mismo ritmo que el planeta se calentaba o se enfriaba. Cuando la temperatura sube, los hielos glaciares se funden y el nivel del mar aumenta. Y así lo viene haciendo desde el punto álgido de la última glaciación, cuando el hielo comenzó a derretirse. Hace 20.000 años, el nivel del mar estaba 120 metros por debajo del actual, y nuestros antepasados cromañones se vieron obligados a abandonar algunos de sus territorios favoritos para cazar mamuts, como Doggerland, hoy bajo las aguas del Mar del Norte. Hace solo 7.000 años, se podía llegar a pie por tierra firme desde Francia hasta Inglaterra, pues no existía el Canal de La Mancha.

El ritmo de elevación de las aguas no se está acelerando, sino que se ha ralentizado y es hoy mucho más lento que hace varios miles de años. El actual aumento es del orden de 2 o 3 mm/año, una velocidad 4 o 5 veces menor a la registrada hace miles de años. Eso significa que, para 2100 el nivel del mar habrá aumentado aproximadamente 23 cm. El ascenso del nivel del mar no provoca la desaparición de las playas, sino su desplazamiento hacia zonas más interiores, salvo que se lo impidan barreras de construcciones humanas.

En cualquier caso, frenar o detener el ascenso del nivel del mar es tan utópico como revertir el calentamiento global, porque está regido por esas mismas fuerzas cósmicas sobre las que no podemos tener ningún control. Ante el ascenso del nivel del mar, debemos preparar las zonas costeras sensibles con la mentalidad con la que preparamos nuestra casa cuando vemos que se acerca el invierno: haciendo acopio de leña sabiendo que no podemos hacer nada por evitar su llegada.

–Su discurso es diferente al de buena parte de la comunidad científica. ¿Se sienten solos? ¿Han sido censurados?

–No estamos solos porque no existe el preconizado consenso sobre el origen del calentamiento global. Hay muchos científicos que disienten de esta interpretación y que consideran que se debe esencialmente a causas naturales, pero sus opiniones raramente llegan a los periódicos o las televisiones. Nunca debe olvidarse que la ciencia no se rige por criterios democráticos, y que la mayoría de los científicos estén de acuerdo en una hipótesis no implica que su interpretación sea correcta.

Sobre la censura, desgraciadamente, sí ha existido. Parte del contenido del libro fue publicado en una revista digital y desde el Colegio Oficial de Geólogos solicitaron una síntesis para ser publicada en su revista. Como el texto era un poco largo, se dividió en dos partes, pero tan solo la primera de ellas llegó a ver la luz. Las enérgicas protestas de algunos investigadores exigieron la retractación del autor y la retirada del artículo. Afortunadamente, no fue retirado, pero las presiones hicieron que nunca fuese publicada la segunda parte. Este libro, Cambios Climáticos, es en parte consecuencia del revuelo causado por aquella publicación, ya que gracias él entramos en contacto nosotros tres y nos pusimos manos a la obra para prepararlo. Debe aclararse que gran parte de los datos e ideas que exponemos no son nuestras, ya que el libro recoge opiniones, estudios, gráficas y datos publicados por numerosos investigadores.

No somos negacionistas, sino realistas climáticos

–¿Se consideran negacionistas?

–¡No! En absoluto. Por el contrario, nos consideramos realistas climáticos. Es imposible que los geólogos seamos negacionistas, porque fue la geología la ciencia que descubrió los diferentes cambios climáticos que ha sufrido la Tierra. Esto sucedió en el siglo XIX, cuando puso en evidencia la existencia de ciclos glaciares e interglaciares. Los geólogos tenemos evidencias de que han existido muchos cambios climáticos y consideramos que el cambio climático actual tiene un origen natural y debe ser despojado del carácter catastrofista y dramático del que ha sido imbuido.

–¿La sociedad está siendo debidamente informada sobre el conocimiento científico actual sobre el cambio climático?

–Rotundamente, no. La práctica totalidad de las noticias e informaciones al respecto que llegan al público tiene un marcado sesgo catastrofista, ignorando los puntos de vista de muchos científicos, que pasa desapercibida para la mayor parte de la opinión pública, haciendo creer además que existe un inamovible consenso científico. El origen antrópico del calentamiento global es presentado como un hecho probado y como una verdad indiscutible. Así está expuesto incluso en libros de texto escolares. Esta distorsión ha sido denunciada por miles de científicos de primer nivel, incluso premios Nobel, pero sus críticas nunca han llegado a las primeras páginas. El objetivo de nuestro libro es contribuir a la difusión de datos, ideas y conceptos publicados en revistas especializadas para proporcionar una visión equilibrada y desdramatizada de lo que está ocurriendo.

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