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Una erupción solar

Una erupción solarFlickr

¿Afectan las tormentas solares al clima de la Tierra?

Nuestra estrella se encuentra en estos momentos en el máximo del ciclo solar de 11 años, motivo por el que son más frecuentes estos fenómenos

El Sol ha experimentado en los últimos meses varios eventos de actividad inusualmente elevada generando tormentas solares que han generado problemas en las comunicaciones y, a la vez, han dado lugar a paisajes espectaculares con auroras boreales visibles en latitudes en las que no suele ser habitual.

Esto ocurre, entre otros factores, porque la estrella se aproxima –o posiblemente se encuentra– en el punto álgido de su ciclo de 11 años, cuando la actividad es mayor. De hecho, el pasado mes de mayo, experimentó sus tormentas geomagnéticas más potentes en dos décadas.

Estas tormentas solares pueden ir acompañadas de eyecciones de masa coronal (CME), un flujo de plasma constituido de partículas cargadas que tardan varios días en alcanzar la Tierra. Es su interacción con el campo magnético de nuestro planeta la que produce las auroras boreales, que parecen gigantescas cortinas de luz ondulantes y coloridas.

¿Cómo afectan a la Tierra?

Las CME que golpean la Tierra pueden generar tormentas geomagnéticas, que pueden alterar las redes eléctricas, las plantas petroquímicas, la navegación aérea y los sistemas de posicionamiento, el clima terrestre e incluso la salud de los seres vivos.. Estas tormentas también pueden sobrecargar las auroras, haciendo que estos espectáculos de luz celestial sean más intensos y visibles en áreas más grandes.

La atmósfera terrestre impide que la radiación dañina de las erupciones solares llegue al suelo, pero esa radiación puede afectar las señales enviadas por el GPS y los satélites de comunicaciones y provocar apagones de radio.

«Las eyecciones de masa coronal o erupciones solares atmosféricas pueden intensificar el viento solar y alcanzar la magnetosfera de la Tierra, desencadenando una tormenta geomagnética», detallan desde la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). Un hecho «muy poco habitual» en la Península, según matizan.

Los expertos de Revista Ciencia recuerdan que el primer investigador que asoció las afectaciones del clima espacial al clima terrestre fue el astrónomo inglés William Herschel, quien en 1801 publicó un artículo acerca del efecto de las manchas solares y su relación con el régimen de lluvias terrestre. Posteriormente, en 1844, el farmacéutico y astrónomo amateur alemán Heinrich Schwabe publicó sobre la existencia de un ciclo solar de 11 años.

Hoy sabemos que entre los factores que modifican el clima espacial están los eventos (tormentas) o llamaradas solares, y las tormentas geomagnéticas y de radiación. No obstante, según los especialistas, las variaciones en la actividad solar pueden afectar la atmósfera superior y la ionosfera, pero no tienen un efecto significativo en el clima global a largo plazo. Aun así, las tormentas solares pueden influir en fenómenos meteorológicos a corto plazo, como por ejemplo alterar la circulación atmosférica y afectar a patrones climáticos regionales.

Los datos indican que el Sol se está volviendo más activo en los últimos meses y se espera que su actividad siga creciendo durante todo el 2024 debido a que se sitúa en el máximo del ciclo solar de 11 años actual. Los científicos de todo el mundo son bastante unánimes en que, en un futuro próximo, una tormenta solar históricamente grande podría azotar la Tierra.

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