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Sistema de devolución y retorno (SDDR) de botellas de plástico

Sistema de devolución y retorno (SDDR) de botellas de plásticoEFE

Entrevista

En qué consiste el nuevo sistema de reciclaje de envases: «En Países Bajos fue un éxito, se redujeron en un 80 %»

Merijn Tinga, conocido como 'el surfista de la sopa de plástico', habla sobre el sistema de depósito, devolución y retorno y cómo ha sido su aplicación en otros países europeos​

apenas el 41,3 % de los envases de plástico se separa correctamente, según un informe publicado recientemente por el Ministerio para la Transición Ecológica (Miteco). Por ello, tal y como viene recogido en la Ley de Residuos, al no alcanzarse el 70 %, se deberá cambiar la forma en la que reciclamos, que actualmente es mediante los contenedores amarillos instalados en las ciudades.

Como viene recogido en dicha norma, de no cumplir los objetivos –como finalmente ha ocurrido–, «se implantará en todo el territorio el sistema de depósito, devolución y retorno (SDDR) para estos envases que garantice el cumplimiento de los objetivos en 2025».

Este modelo consiste en aplicar un recargo, generalmente igual o superior a 10 céntimos, al precio de los productos envasados. El consumidor puede recuperar este importe íntegro al depositar el envase en máquinas habilitadas específicamente para ese propósito.

Se trata de una fórmula ya implementada en otros países europeos y que, parece ser, han tenido unos resultados bastante positivos. Merijn Tinga, conocido como 'el surfista de la sopa de plástico', explica a El Debate cómo funciona y cuál ha sido su efecto.

Merijn Tinga en su tabla de surf

Merijn Tinga en su tabla de surfInstagram

Tinga cree que el SDDR tiene tres beneficios clave: la reducción significativa de la basura, el aumento del reciclaje de alta calidad y el cambio de comportamiento en los consumidores. «Al comprar una botella o lata, los consumidores pagan una tarifa adicional (15 céntimos en Países Bajos). Para reclamarla, es necesario devolver el envase vacío insertándolo en una máquina expendedora inversa que proporciona un cupón con un código de barras, que se puede escanear en el cajero para su reembolso», explica.

Estas máquinas están instaladas mayormente en supermercados, pero también en estaciones de tren y otras ubicaciones de paso. Tinga comenta la efectividad que esta medida ha tenido en su país, Países Bajos, desde que se empezó a llevar a cabo: «La introducción de la tasa de depósito dio lugar a una reducción del 80 % de las botellas y latas tiradas en un plazo de seis meses a partir de su aplicación (junio de 2021 para las botellas, abril de 2023 para las latas). Las calles, los parques y las vías fluviales se volvieron notablemente más limpios», expone.

A la pregunta de si la sociedad neerlandesa ha aceptado esta nueva forma de reciclar, Tinga asegura que sí, debido en parte a que ya estaban acostumbrados a los sistemas de depósito de botellas de vidrio, «por lo que extender el sistema a botellas y latas de plástico fue una progresión natural».

Cree que su implantación en España mejorará las tasas de reciclaje, pero avisa de que el éxito final dependerá de factores como el precio de la tarifa de depósito y la densidad de las máquinas de recolección por kilómetro cuadrado. «Una vez que los ciudadanos vean la drástica reducción de basura, es probable que acepten el sistema. Los beneficios medioambientales visibles y el conocimiento de que los artículos devueltos se reciclan realmente hacen que el pequeño esfuerzo merezca la pena», concluye.

Desafíos del sistema

A pesar de los buenos datos que dice tener el modelo, Merijn Tinga también enumera una serie de desafíos a los que se tiene que enfrentar. En primer lugar, destaca que no hay suficientes máquinas expendedoras inversas, especialmente en los centros de las ciudades: «Los supermercados se han mostrado reacios a instalar suficientes máquinas, lo que ha dado lugar a que la tasa de recogida se sitúe actualmente en el 70 % (por debajo del objetivo obligatorio del 90 %)».

Por otro lado, comenta que las botellas y latas que se venden «para llevar», a menudo a turistas desprevenidos, con frecuencia terminan en papeleras y contenedores de basura, lo ha llevado a un aumento de los llamados «cazadores de recompensas», individuos que hurgan en los cubos en busca de envases que poder canjear por dinero, lo que ocasionalmente genera molestias entre los vecinos, mala imagen para los turistas y basura esparcida por la vía pública.

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