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Botella de plástico

Botella de plásticoPixabay

Normativa europea

Las botellas de plástico cambiarán en 2025, pero el tapón seguirá enganchado

En 2019 se aprobó la Directiva relativa a la reducción del impacto de determinados productos plásticos en el medio ambiente

No ha sido una de las medidas medioambientales de los últimos años, pero que los tapones estén pegados a las botellas de agua o refrescos y a los briks de leche o zumo se ha convertido ya en algo cotidiano. Desde el pasado 3 de julio este tipo de cierres son obligatorios para botellas o briks de hasta tres litros, de manera que el tapón debe quedar unido al resto del envase mediante una lengüeta. El origen de esta medida se encuentra en la legislación europea, y es que según una directiva de 2019, los tapones deben permanecer unidos para garantizar que se reciclen junto con el resto del envase. Y así se ha reflejado posteriormente en la Ley 7/2022 de residuos y suelos contaminados para una economía circular.

Ahora, desde el 1 de enero de 2025, se producirá otro cambio que también está incluido en esa directiva, aunque en este caso no se trata de un cambio tan aparatoso, pues tiene que ver con los materiales que componen los recipientes y no con su forma. El artículo 6 de la normativa establece que «las botellas para bebidas enumeradas en la parte F del anexo cuyo principal componente en la fabricación sea el tereftalato de polietileno («botellas PET») contengan al menos un 25 % de plástico reciclado». Es decir, afecta a los mismos recipientes que llevan la tapa anclada a la botella, pero los ciudadanos no notarán la diferencia.

Una lucha sin tregua para los plásticos

Las autoridades de la Unión Europea seguirán implementando restricciones sobre el uso de plásticos con el objetivo de reducir gradualmente su presencia en los envases, estableciendo metas del 5 % para 2030, 10 % para 2035 y 15 % para 2040. Entre los artículos que quedarán prohibidos se encuentran los envases para frutas y verduras frescas, los recipientes de alimentos y bebidas servidos en cafeterías y restaurantes, porciones individuales como salsas, condimentos, cremas y azúcar, cosméticos en formato miniatura, así como los envoltorios plásticos utilizados para proteger maletas en los aeropuertos.

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