Del golfo de América al monte McKinley: la ambición de Trump por cambiar el nombre de los accidentes geográficos
Salir de la Organización Mundial de la Salud (OMS) o del Tratado de París han sido dos de las primeras medidas de Donald Trump como nuevo presidente de los Estados Unidos. Dos decisiones que son también dos gestos que desmarcan al país norteamericano del resto del mundo.
Pero el republicano ha tenido tiempo para dar más titulares. Dejando a un lado su interés expansionista por Groenlandia o Panamá, Trump también ha comentado su intención de cambiar el topónimo de varios accidentes geográficos del país para 'americanizarlos', entendiendo por este término el darle un matiz más estadounidense.
Es el caso del golfo de México, que el mandatario quiere renombrar como «golfo de América» –nombre con el que los estadounidenses se refieren a su país, a pesar de que es el nombre del continente–. Según Trump, el nuevo nombre sería «hermoso» y «apropiado» y afirmó que Estados Unidos es el que «hace la mayoría del trabajo en la zona y es nuestro».
Desde el país vecino, su presidenta Claudia Sheinbaum respondió que ese nombre está reconocido por la comunidad internacional y propuso, de forma irónica, que Trump debería renombrar al suroeste de Estados Unidos como «América Mexicana», ya que lugares como Texas o Florida formaban parte de su territorio en el pasado.
Trump no es el único que se toma estas licencias en EE.UU.: el asesor especial del presidente, Elon Musk, ha decidido rebautizar el canal de la Mancha. «Nuevo nombre para las aguas que separan Inglaterra y Francia», escribía en X. La leyenda está sobre un mapa donde está impreso «The George Washington Channel», sobre el Canal de la Mancha.
Pero, ¿puede Trump modificar el nombre del golfo de manera unilateral? Como presidente, puede proponer cambios de nombre ante la Junta de Nombres Geográficos (BGN) de EE.UU., pero solo considera modificaciones por razones «convincentes» y prioriza la aceptación local.
El golfo de México apareció por primera vez en mapas españoles del siglo XVI, y cualquier cambio implicaría consultas con México, Cuba y Estados Unidos. Aunque la Organización Hidrográfica Internacional puede intervenir, no existe un protocolo formal para renombrar áreas marítimas. Si la BGN aprueba el cambio, sería oficial en EE.UU., pero México podría rechazarlo, como sucede con los nombres del Río Grande/Río Bravo.
¿Monte McKinley o monte Denali?
Misma situación ocurre con el monte Denali, en Alaska, el más alto de los Estados Unidos. El nuevo mandatario quiere cambiarlo a «monte McKinley», nombre que rinde honor al 25º presidente de EE.UU. y que fue oficial desde 1917 hasta 2015. En ese año, Barack Obama cambió el nombre a Denali para honrar a los nativos de Alaska, recuperando el topónimo original puesto por los aleutianos, habitantes originarios de esa región, y que significa «el Grande» en el idioma de los atabascanas o atapascas.
Trump calificó la decisión de Obama como un «agravio» al legado del presidente McKinley y quiere restaurar «el nombre de un gran presidente (…) donde debe estar y donde pertenece. El presidente McKinley hizo que nuestro país fuera muy rico a través de los aranceles y del talento», justificó.
En Alaska, por contra, no quieren saber nada de cambiar el nombre al pico. Incluso políticos del partido republicano se han mostrado contrarios, como es el caso de Dan Sullivan o Lisa Murkowski. Esta última, senadora, se ha mostrado dura con la decisión: «La montaña más alta de nuestra nación, que se ha llamado Denali durante miles de años, debe seguir siendo conocida con el nombre legítimo otorgado por los atabascanos Koyukon de Alaska», ha reclamado.
Otras disputas por los topónimos
Las discrepancias sobre nombres geográficos suelen generar tensiones diplomáticas. Un ejemplo es el cuerpo de agua entre Irán y Arabia Saudí, llamado «golfo Pérsico» por el primero y «golfo Arábigo» por el segundo.
Japón y Corea del Sur también disputan el nombre de las aguas entre sus territorios. Japón lo llama «mar de Japón», basado en mapas del siglo XVII, mientras que Corea del Sur lo denomina «mar del Este», argumentando que el nombre japonés recuerda la colonización. El «South China Sea», en inglés, tiene múltiples nombres locales: «mar de Filipinas occidental» en Filipinas, «mar del Este» en Vietnam y «mar del Sur» en China.
En España también hay casos: la ría que separa Asturias y Galicia recibe dos nombres, según en qué lado te encuentres. Los asturianos la llaman ría del Eo, mientras que los gallegos la nombran ría de Ribadeo. El asunto llegó hasta el Tribunal Superior de Justicia de Madrid, que ratificó la oficialidad compartida de los dos topónimos.