La semana tecnológica
La guerra entre Israel y Palestina pone a prueba a los «guardianes» de la información
TikTok y X vuelven a ser señaladas por las fake news que comparten los usuarios desde sus perfiles
Es la gran pregunta desde que las redes sociales asomaron allá por 2007. ¿De quién es la responsabilidad de lo que se sube a Facebook, a X, a Instagram o a TikTok? El dilema acompañará al ser humano durante décadas sin que haya una respuesta definitiva.
Facebook capitaliza las demandas por permitir publicar en sus muros todo tipo de noticias e informaciones que han desatado guerras, han desinformado sobre procesos electorales, han opinado sobre la pandemia o sobre los atentados terroristas de Hamás contra Israel.
Responsables
Twitter y TikTok son las siguientes en pasar por la ética social para saber si son responsables de lo que se publica en sus plataformas. El último ejemplo, Vietnam advirtió la semana pasada de que TikTok había violado las regulaciones locales al permitir la distribución desde sus servidores de informaciones falsas y de contenidos dañinos para los niños. Malasia también ha pedido una «aclaración» sobre asuntos como el «aumento de las noticias falsas en la plataforma y las operaciones de TikTok Shop (su tienda electrónica) en Malasia».
¿Deberían los estados regular las redes sociales? La libertad de expresión se pone en juego si se censuran determinados comentarios, pero aquellos que violen la ley no solo deberían eliminarse, también debería tener consecuencias penales para su autor.
En 2020, Trump ya abrió este melón cuando Twitter y Facebook eliminaron sus perfiles. Amenazó con proveedores y no como dueños de las plataformas que conectan a consumidores, es decir, Twitter sería el editor de todo aquello que los usuarios publican.
Bruselas puso en marcha la Ley de Servicios Digitales (DSA) y asignó a varias compañías, entre ellas Twitter, que luchara contra la desinformación. La guerra entre Israel y Palestina ha activado las alarmas y es hora de saber la eficacia de la norma.
Opinar o mentir
Esta medida es una quimera, de ahí que las propias redes hayan puesto en marcha medidas para frenar determinados contenidos. Hay una delgada línea entre las opiniones respetuosas, pero que no van en línea con el pensamiento masivo, y las de determinados rodillos ideológicos, ahí es donde existen serios problemas de censura. Así pasó en la pandemia con un asunto tan delicado como las vacunas donde algunos intentaban prevenir del peligro que podían suponer para algunas personas y otros querían acallar esas publicaciones y tacharlas de negacionistas.
Las redes sociales no son medios de comunicación. Son foros de debate donde pueden aparecer todo tipo de perfiles extremistas amparados en el anonimato. No hay un requisito para abrir una cuenta en una red social, ni la edad es un obstáculo y hasta que ese momento no llegue, la selva seguirá destruyendo todo aquello que se proponga.
Represalia monopolística contra la prensa
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La información está en los medios, en la prensa de calidad y en los periodistas que la cuentan en los medios, incluidos sus perfiles en redes sociales. Pero X nunca podrá ser responsable de lo que publica un medio o un periodista en su timeline. Aquí entra la cultura informativa que ayude a discernir unas noticias de otras o contraste la veracidad del medio. Nadie baja al parque y se cree lo que cualquier desconocido le cuenta, pero parece que una información en una red social ya es digna de ganar un Pulitzer.