Las series turcas triunfan en España con valores tradicionales

Mi hija se despidió de Antena 3 y de sus seguidores el domingo 26 de septiembre como la serie más vista en abierto en España en 2021, con un promedio de 2.402.000 espectadores y un 16,8 % de cuota de pantalla. Es también la ficción de más audiencia en abierto en España desde 2019 (La que se avecina) y la serie turca con más seguimiento en nuestro país por delante de otras como Infiel (que Antena 3 emite actualmente los domingos en horario de máxima audiencia), Mujer (la primera que se proyectó en Antena 3, flamante líder de audiencia de septiembre) o Love is in the Air, que Mediaset inició en Telecinco y continuó en Divinity, otro de sus canales.

En 2018 los ejecutivos de Atresmedia apostaron por Fatmagül, una serie turca que colocaron en la parrilla de programación de Nova. La producción arrancó con unos datos más que estimables para el canal: 553.000 espectadores y un 3 % de cuota de pantalla. Lejos de decaer, la curva de audiencia creció hasta los 853.000 espectadores y 6,2 % de cuota de pantalla del último capítulo. Aún hoy es la serie más vista en la historia de Nova con su media de 744.000 espectadores.

Ese fue el punto de partida de un fenómeno, el de las series turcas, que en absoluto es exclusivo de España. Las series turcas se ven ya en 150 países y llegan a una audiencia global de 700 millones de personas. Sus protagonistas cuentan también por millones sus seguidores en redes sociales. Y un apunte más, igualmente impactante: el episodio más tuiteado de la historia ya no es La Larga Noche, de la 8ª temporada de Juego de Tronos (7,8 millones de tuits). Ese honor corresponde ahora a un capítulo de Love is in the Air, que hace solo unas semanas originó 8.472.552 tuits en todo el mundo.

Las series turcas, más que telenovelas 

Más allá de los números, el fenómeno de las series turcas arroja una lectura social y cultural muy positiva: se puede triunfar con producciones que respetan los valores tradicionales. A diferencia de otras series de éxito global en las que predominan la violencia o el sexo, las ficciones de Turquía huyen de esas vías tan explotadas en la ficción actual.

Al contrario del cliché que muchas veces arrastran, no todas las series turcas son telenovelas. Las hay, claro, y no son pocas pero también exploran otros géneros y, por lo general, presentan una cuidada factura con numerosas escenas grabadas en exteriores –que al mismo tiempo funcionan para atraer el interés turístico del país, especialmente de Estambul– y un formato sorprendente: cada capítulo dura entre dos y tres horas. Y el ritmo no destaca precisamente por su agilidad.

Los excelentes resultados cosechados en Nova por Fatmagül, primero, y Madre (555.000 espectadores de media y 4% de cuota de pantalla), después, llevaron a Atresmedia a elevar la apuesta. En el verano de 2020 decidieron llevar otra de sus adquisiciones, Mujer, a la franja de máxima audiencia de Antena 3.

En su primera emisión, Mujer captó el interés de 1.406.000 personas y obtuvo un 12,8% de share; al último capítulo de la primera temporada ya se habían enganchado 1.929.000 espectadores que depararon un 16,5% de cuota de pantalla. La apuesta de Atresmedia había resultado ganadora. En la segunda temporada de Mujer el promedio subió hasta los 2,2 millones de telespectadores y el 18% de cuota.

La fórmula parece lejos de agotarse. El final de la serie Mi hija fue seguido el pasado domingo por 1.872.000 personas. El dato, visto todo lo anterior, no pasaría de ser bueno si hubiese correspondido al prime time. Pero no fue el caso, así que el número cobra más relevancia. Antena 3 lo emitió ya de madrugada, después de otra producción turca, Infiel, que consiguió 2.179.000 espectadores y una cuota de pantalla del 17,7 %. Es precisamente ahí, en la cuota, donde el final de Mi hija se hizo grande: un 28,9 %. Cosas de la pasión (turca) por sus series.