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Bertín Osborne y Ana Obregón, en 'Mi casa es la tuya'

Bertín Osborne y Ana Obregón, en 'Mi casa es la tuya'

'Mi casa es la tuya'

Ana Obregón: «Me perdono la vida todos los días»

La presentadora y actriz concede al cantante su primera entrevista televisiva desde el fallecimiento de su hijo. Revela que don Juan Carlos y doña Sofía llamaron a la familia para dar el pésame

El programa se abrió con Tears in heaven, la canción que Eric Clapton dedicó a su hijo muerto. A sus acordes, Ana esperaba sentaba en una playa, donde apareció el presentador.

Bertín: ¿Cómo estás?

Ana: Estoy, que bastante es.

Obregón se cambió y se puso un vestido que llevaba 30 años en una percha. Fue con el que acudió a Italia a decir a los padres de Alessandro Lecquio que estaba embazada de Álex, fallecido en mayo de 2020.

Ana Obregón, a la izquierda, con un vestido de hace 30 años

Ana Obregón, a la izquierda, con un vestido de hace 30 años

Así empezó todo

«Palabra infinito. Cuando pierdes un hijo, no entiendes el infinito, lo sientes. Sientes el dolor infinito. Y el amor infinito. Es una contradicción: el amor y el dolor», empezó diciendo. «Mi hijo debería estar aquí. Tenía 27 años», continuó.

¿Cómo empezó todo? Tenía dolores por todo el cuerpo. La primera vez le dijeron que era una gastroenteritis. Así estuvo tres meses. Pasado este tiempo, él la llamó diciendo que esos dolores se habían intensificado. Así que se fueron corriendo al hospital. Lo sedaron. A la una y media de la madrugada, un médico le dijo: «Tu hijo tiene un tumor». A la mañana siguiente se lo dijeron a él. Ella y su padre. El galeno le dio esperanzas, diciendo que podía ser benigno. A los diez días, por teléfono, le comunicaron que no: «Es malo y es muy agresivo». «Y ahí es cuando dije 'no voy a llorar'. Ahí es cuando he sido fuerte, ahora no, Bertín, pero he sido fuerte cuando mi hijo me necesitaba, ahora no».

Luego se lo dijo a él. Su padre no pudo, porque lloraba, y lo mandó fuera.

–Álex: Mamá, ¿me voy a curar?

–Ana (con un cigarro en la mano): Te juro que sí.

El tratamiento

Era sarcoma de Ewing, «un cáncer raro». En España no había las máquinas para tratarlo, contó su madre a Bertín. Ese tratamiento es «la protonterapia». Ahora sí se puede recibir en España, «gracias a los 280 millones que donó Amancio Ortega, que dijo Pablo Iglesias que era la limosna del ricachuelo, o algo así». «Gracias a esa limosna se han salvado miles de vidas y lo puede utilizar todo el mundo. Porque yo he tenido la suerte de haber trabajado 40 años, y tener dinero. Si no, hubiera vendida mi casa, hubiera vendido mi coche, y hasta me habría prostituido por salvar a mi hijo y llevármelo a Nueva York. ¿Pero qué hubiera hecho una persona que no tuviera mi poder adquisitivo?».

Pero entonces, no se podía realizar en España, así que tomaron rumbo a Nueva York. «Fuimos con toda la esperanza del mundo». Ella y su ex acompañaron a Álex.

Estuvieron allá siete meses. El conde Lecquio volvió antes. Pero ella estuvo todo ese tiempo a su lado. Viviendo las sesiones de tratamiento de hasta diez horas. Fueron «más de cien quimios». Tenía 25 años. «Le veía tan fuerte…». «Mamá, perdóname por tener un hijo defectuoso», le llegó a decir el chaval. Cuando repitió esta frase, Ana se quebró por primera vez.

De entrada, no se lo dijeron a nadie. «Mis padres se enteraron por la prensa». Al verlo en la portada de Diez minutos. Descubiertos, pusieron un mensaje en redes sociales. Y las respuestas, tan amorosas, los conmovieron.

Después llegó una buena noticia. «El tumor se ha reducido un 90 %». Es el único momento en el que Ana llora delante de él. «Mamá, no dramatices», le dice el chaval.

A los ocho meses los mandan de vuelta. «Quedaban tres meses de ciclos, pero ya los podéis hacer en España», les dijeron.

Un momento de felicidad

En Barcelona dan esos ciclos de quimio. «Eran sesiones durísimas. Te dejan tres días que no puedes ni moverte, ni comer». Después hacen una resonancia y un TAC: «No había ni resto. Curado. ¿Tú sabes lo que es volver a vivir?».

Pasaron siete meses. Y en una nueva resonancia, en Barcelona, el cáncer volvió. «Tengo un 20 % de posibilidades de vivir», le dijo él a ella. Fue el único momento en el que el muchacho se vino abajo.

La muerte

Vuelta a la quimio. Ya no hizo efecto. Le tuvieron que hacer varias operaciones. El horror. Empieza la pandemia. El 24 de marzo, le llaman los oncólogos de Madrid. «Hay muy poco que hacer». Se levantó cabreada. «Hay mucho que hacer», contesta ella. Decide que lo lleva a Barcelona. Ocho horas en una ambulancia. «Tenía cables por todos lados. No podía comer. No podía andar». En la tele la gente se quejaba porque tenía que estar en casa, confinada. «Qué suerte. Están en casa y se pueden mover. Y comer», decía Álex con un hilo de voz.

Estaba con su madre y con su padre en un apartamento. «Se moría de dolor». «Cada dos horas había que pedir morfina». Recordando estos momentos, Ana se derrumbó: «Vaya mierda, Bertín, cómo sufrió, cómo sufrió, joder. Se estará enfadando conmigo por verme llorar. Lo siento, Álex».

Ana Obregón se emocionó durante la entrevista

Ana Obregón se emocionó durante la entrevista

«Era un lunes». Y escuchó: «Vamos a sedarlo, para que no sufra». Y las 48 horas «se fue, y yo me fui con él». «Yo me quedé abrazada a él mucho tiempo. Y ahí dejé de ser fuerte».

«Yo quiero que la gente sepa lo fuerte y lo valiente que fue mi hijo», pidió.

Pésames reales

Sus hermanas fueron a arroparla. Y reveló también («no sé si puedo contarlo») que también telefoneó el Rey Emérito. «Llamó a Alessandro, y yo desde aquí se lo agradezco mucho».

«Y luego la Reina me llamó a mí. Y estuvo tan cariñosa. Yo sé que hablé mucho con ella, pero no sé ni lo que le dije».

«Y no me acuerdo de nada más. Creo que entré en shock».

El duelo

«Me morí. Sigo como muerta. Entré en mi cuarto, y estuve como seis meses metida en mi cuarto. Me costaba hablar. Me costó cuatro o cinco meses hablar, porque el mundo se para».

Sus amigos la animaron. También recibió mucho cariño en las redes sociales.

No quiso tomar ningún tipo de tratamiento. «¿Sabes por qué? Porque me ha dado mi hijo una lección brutal de valentía. ¿Cómo voy yo a no salir sin ayuda? Quiero salir por mí, por mi trabajo interior. No quiero pastillas».

–Bertín: ¿Y algo algún momento en que pensaste que no lo conseguirías?

–Ana: Me perdono la vida todos los días.

–Bertín (llora): Eso es muy duro.

–Ana (llora): Pero es lo que es. Me parece muy duro estar yo aquí y que él no pueda estar. Divertirse, salir, trabajar, tener hijos. Me parece muy injusto.

Se puso a leer de religiones. «Yo creo en que las almas vuelven». Estudió experiencias cercanas a la muerte. Física cuántica. «Eso me ha ayudado, un poco», zanjó.

Las campanadas

Susana Uribarri, su representante, la convenció de que tenía que dar las campanadas 2021. Solo siete meses después de la muerte de su hijo. Dijo sí.

El conductor de TVE que fue a buscarla se llamaba Álex.

¿Cómo se sintió? «Como si estuviera sola hablando con mi hijo. No era Ana Obregón, ni lo seré nunca más, pero era mi corazón».

Después volvió la cuesta abajo. Murió su progenitora, a los 95 años. «No he hecho el duelo de mi madre. No hay sitio todavía en mi cuerpo».

Le han ofrecido de todo: «Series, programas aquí, programas allá. De todas las cadenas». A una de las ofertas ha dicho sí. «Un programa blanco». No dio más detalles. Le han ofrecido escribir un libro. Pero por ahora no se ve capaz.

Se apoya mucho en la familia, y en su ex Lecquio. «Estamos más unido que cuando estábamos juntos». «Hubiera dado mi vida porque hubiese sido un accidente de coche. Sin sufrimiento», le dice al padre de su hijo.

Lloraba Bertín, al que se le murió un hijo en sus brazos, y que tiene otro dependiente.

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